Un estoque que truncó una carrera
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Corbacho, entre Antonio Ordóñez y Antonio Bienvenida
En el escalafón de la época Corbacho no dejaba de ser un torero más, alguien que no era catalogado como una de las grandes figuras, pero del que se esperaba bastante: era joven y apuntaba maneras, además de ser uno de esos diestros con arrestos suficientes para plantarle cara al toro. Eran tiempos en los que "El Cordobés" lo arrasaba todo, en el que los anteriormente citados aportaban, junto a Ordóñez y Bienvenida, el temple y la torería, amen de los primeros puestos del escalafón, y donde empezaban a apuntar maneras jóvenes que con el tiempo serían matadores de primera línea como Sebastián Palomo Linares o Francisco Rivera "Paquirri". No obstante, hubo un suceso que marcaría la vida profesional del torero de La Línea, ocurrió en la Plaza de Valencia durante el año 1963, cuando al entrar a matar el estoque salió rebotado y se le clavó en el muslo derecho; la herida fue suturada y Corbacho continuó toreando durante cuatro años, si bien la cicatriz no terminaba de curarse y el diestro sentía frecuentes molestias. El 1 de junio de 1967 fue operado en Barcelona de una lesión vertebral, surgiendo una inesperada complicación al inyectarle en la pierna un calmante que reactiva unos virus existentes en una bolsa cerrada en falso tras la herida ocasionada en Valencia, presentándose una gangrena gaseosa y que exigió la urgente amputación de la pierna. Recuerdo como si fuera hoy la noticia dada en el telediario, aunque entendí erróneamente que la amputación derivaba de una cogida reciente.
En la goyesca de Ronda
Carlos Corbacho supo rehacerse del duro golpe y darle un giro a su vida profesional, convirtiéndose en empresario taurino, trabajo que desempeñó con éxito y profesionalidad durante mcuhos años. Curiosamente, un estoque volvió a ser protagonista de una historia con tintes de tragicomedia en la que el perjudicado fue de nuevo el ex-torero, cuando en junio de 1987 el diestro algecireño Pedro Castillo, indignado por no haber sido incluido en los carteles de la feria taurina de su localidad, atacó con una espada de matar toros a Corbacho, quien tuvo la serenidad de agarrar el estoque con las manos y desviar su trayectoria, sufriendo una herida de 5 cm en el brazo izquierdo y secciones en los tendones de dos dedos. Afortunadamente el lesionado se recuperó bien de sus heridas, siendo detenido su agresor, que por lo visto se había ofuscado y no pretendía hacer más daño que el realizado, como lo demuestra la ulterior condena por delito de lesiones graves. Suceso aparte, Carlos Corbacho se incorporó a la lista de esos toreros a los que las circunstancias impidió llegar tan lejos como apuntaban.
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