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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 28 de noviembre de 2014

Álvaro Rodríguez del Moral, un premio más que merecido



"...Álvaro escribe con cultísima naturalidad a la vez que con brillante prosa sin que ello pese para mal como les ocurre a tantos que escriben pensando más en su propio lucimiento literario que en contar las cosas como son sin recurrir a ningún subterfugio retórico. De ello se desprende que sus crónicas no solo sean comprensibles para quien las leen sino un verdadero regodeo para los amantes de las letras..."

Álvaro Rodríguez del Moral, un premio más que merecido 


28/11/2014.-A casi nadie se le oculta en el mundillo taurino que Álvaro Rordríguez del Moral es mi sobrino carnal, segundo hijo de los cinco de mi hermana Pilar. Si le dedico estas líneas públicas es para celebrar como merece del premio Allard de Madrid “Enrique Ponce” a la labor crítica más destacada de la temporada 2014. Le llega al tiempo que cumple su más provechosa madurez como persona y como periodista.

Como persona, pocos habrá en nuestra profesión que sean más queridos y respetados por su natural bondad y su muy bien enseñada y aprendida educación. Realmente excepcionales ambas. Eso lo saben, sobre todo, los compañeros de la crítica sevillana y todos los profesionales que le conocen personalmente. Porque si, como aficionado, puedo dar fe con más conocimiento que nadie de su formación, la ideal bebida desde niño – su primera corrida la vio a los pocos meses de nacer en Aranjuez una tarde que torearon el Real Sitio, Luis Miguel Dominguín y Sebastián Palomo Linares – y durante años mantenida crecientemente como corresponde a lo que ha vivido junto a mi primero y acompañado de magníficos colegas después – quien más le enseñó las entrañas del periodismo fue José Enrique Moreno -, como escritor creo que, actualmente, es el mejor que tenemos porque a su amplísima cultura general añade la taurina, adquiridas como continuo y lector y asiduo espectador durante los más de 40 años que lleva viendo toros.

Álvaro escribe con cultísima naturalidad a la vez que con brillante prosa sin que ello pese para mal como les ocurre a tantos que escriben pensando más en su propio lucimiento literario que en contar las cosas como son sin recurrir a ningún subterfugio retórico. De ello se desprende que sus crónicas no solo sean comprensibles para quien las leen sino un verdadero regodeo para los amantes de las letras.

A Álvaro le queda toda un vida por delante en este momento crucial de su carrera en la que el premio Allard que ha conseguido, supone un primer reconocimiento general de su valía para conocimiento de toda la afición del mundo. Es por tanto a partir de ahora cuando Álvaro debe no solo sentirse íntimamente orgulloso sino tratar de mejorar y hasta de competir consigo mismo como los que alcanzan un rango superior entre todos los que nos dedicamos a escribir y a habar de toros.

Desde mi cariño y mi más sentida admiración, queridísimo Álvaro, desde la paternal y al mismo tiempo amistosa circunstancia que nos ha hecho vivir muchísimas cosas tan juntos personalmente como unidos sentimentalmente, te mando mi más cordial enhorabuena y un gran beso.

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