MANOLETE Y DON ÁLVARO DOMECQ
“UNA LECCIÓN DE TOREO.”
José María Sánchez Martínez-Rivero
Abril de 2016, en Collado-Villalba.
La pluma de José Luís de Córdoba nos relata la faena:
“Presidiario”, castaño, número 35, de la ganadería salmantina de don Antonio Pérez de San Fernando. Manuel Rodríguez Sánchez, de Córdoba, tierra de toreros caros. He aquí las figuras centrales de la apoteosis triunfal que presenció el público que ayer, primer día de la feria de Nuestra Señora de la Salud, llenó “hasta la bandera” este coso que en tiempos fuera teatro de las bizarras gestas de los Lagartijos, Guerritas, los Machaquitos... Nos daba a nosotros el corazón que este “Presidiario” con tipo y hechuras de toro y con dos “cucharas”, estaba destinado - predestinado – a que Manolete dijera sus paisanos, con la elocuencia de su arte, lo que sus paisanos – los que se quedan, los que no viajan- han leído tantas veces en los papeles, pero que hasta aquí no han tenido la suerte – la inmensa suerte – de ver, de saborear, de degustar... el triunfo redondo. Lo presentimos nosotros ya por la mañana, cuando en el sorteo este toro vino a “tocarle “ a Manolete.
Manolete vio en “Presidiario”, sin duda, el toro del escándalo. Porque a las primeras de cambio empezó a llevar la lidia como él suele en casos análogos y hasta recomendó a la Presidencia, ya en varas, el cambio de suerte. Y, en efecto, vino la faena. Esa faena que “no puede ser más”. Esa faena en que la emoción suele dar al espectador una verdadera paliza, a fuerza de gritos inarticulados, de ruidoso palmoteo y de delirantes aclamaciones. Faena definitiva con un toro que tuvo la suerte de encontrarse en un ruedo con un gran torero. A un torero de su horma que supo emborracharse de arte y ligar lo artístico con lo emocionante y lo gallardo con lo sublime...”
Manolete en su primer toro, de nombre Negrero, número 30, negro lombardo, había triunfado con corte de oreja ante un toro receloso y descompuesto en la embestida.
Al final, tres orejas y rabo. Que más da el global de su actuación si en el ruedo quedó escrita una página de oro en la tauromaquia de Manuel Rodríguez.
La corrida bien presentada salió a un promedio de 253,500 Kgs. en canal. Toros con poco peso pero de gran movilidad, esa movilidad a la que ha de adaptarse el torero para poder hacer faena.
Pepe Bienvenida y Juan Mari Pérez Tabernero, cumplieron.
Por delante fue el rejoneador don Álvaro Domecq que dio la estampa gallarda y de honda exaltación andaluza con sus caballos. Tuvo una actuación magnífica rejoneando un novillo-toro. Fue bravo y noble y la Presidencia le otorgó una oreja.
Ya en el anuncio, en programa de mano, de esta corrida se decía lo que sería santo y seña de este rejoneador, es decir, torear siempre sin cobrar honorarios dedicando estos a obras benéficas. En el programa de mano se anunciaba:
PRIMERA PARTE.- Se rejoneará UN BRAVO NOVILLO-TORO de la acreditada ganadería de don Esteban González, de Utrera (Sevilla), con divisa celeste y rosa, por el rejoneador Don Álvaro Domecq, y caso de que dicho novillo no muera de los rejones será estoqueado por el valiente novillero Facundo Rojas “Estudiante II”.
Peones auxiliares Bernardo Muñoz “Carnicerito” y Pepito Sánchez.
El importe íntegro de sus honorarios, de todas sus actuaciones, lo dedica este extraordinario caballero rejoneador directamente al Hogar de Niños Pobres del Instituto de Jerez de la frontera.
Como espectador privilegiado, el caballero jerezano, vio la faena que Manolete hizo al toro Presidiario y ante la que quedó maravillado.
Don Álvaro Domecq, mandó disecar la cabeza del toro regalándosela a Manolete con la siguiente inscripción:
Te devuelvo el brindis de Jerez con la cabeza del toro Presidiario número 35, de la ganadería de Antonio Pérez de San Fernando, en el que demostraste a la afición de Córdoba, lo que vales como torero. Lo que vales como amigo que me lo pregunten a mí, que te considero como el mejor.
Álvaro Domecq.
¿A que brindis se refería don Álvaro? Se refería al brindis que Manolete le hizo de su primer toro en la corrida celebrada en Jerez de la Frontera el día 30 de abril de 1944, en la que alternó con Pepe Bienvenida y Miguel del Pino. El brindis fue este:
-Te brindo la muerte de este toro por nuestra amistad que será eterna.
Y así fue, pues, don Álvaro le profesó cariño, amistad, admiración y rezos hasta su muerte.
Solía contar Don Álvaro que, cuando Manolete paseaba con él por Jerez, se retrasaba un poco para verle andar. Exclamaba lleno de admiración:
¡Coño, ahí va un torero!
Porque el diestro cordobés andaba en torero en la plaza y en la calle.
En cuanto a la doma de los caballos de rejoneo decía:
Recuerdo una vez que fui a Albacete a torear y me llega un señor y me dice: “¿Me podría explicar cómo le pide usted al caballo esto o lo otro?
Yo no se lo puedo explicar. Yo lo voy a hacer y si usted lo nota me lo dice.
Efectué unos pasos y órdenes con el caballo.
Pues, no noto nada.
Le respondí: eso es lo que yo quería, que usted no lo notara.
Vemos como la doma era tan perfecta que el curioso no observó nada.
Ahí está el secreto.
La crónica precedente y anécdotas vienen a cuento para ilustrar, someramente, a los aficionados que se acercan -por primera vez-, al mundo del toro como los que ya lo son de antaño, para demostrar la inmensa amistad que tenía Don Álvaro Domecq y Díez con el Monstruo de Córdoba, Manuel Rodríguez, Manolete.
En este ensayo queremos centrarnos en la vida taurina del “Centauro de Jerez”, don Álvaro Domecq y Díez en su relación, con la también vida taurina de Manuel Rodríguez.
Nace don Álvaro en Jerez de la Frontera (Cádiz), el 1 de julio de 1917, hijo de don Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio y de María Josefa Romero, en una familia vinculada, durante generaciones, a la crianza del vino y de los caballos. Es, pues, claro, que la afición a los caballos le vino desde la cuna.
Paralelamente, en Córdoba viene al mundo Manuel Rodríguez, Manolete, el 4 de julio de 1917 -tres días más tarde-, hijo de Manuel Rodríguez, Manolete y de Angustias Sánchez Martínez.
Comenzaban a gestarse las vidas paralelas de ambos.
En 1930 don Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, compra las ganaderías del Bocao y del Duque de Veragua así como la finca Jandilla. Se asocian caballos y toros, la pasión que más tarde, tendrá su hijo Álvaro. Cinco años después comienza sus andanzas taurinas rejoneando, en un festival benéfico, en Santander, por incomparecencia de la rejoneadora que debía actuar, un novillo con gran destreza y acierto. La contienda civil hace que hasta 1943 no vuelva a lancear a caballo.
Actuó en los ruedos seis años, siempre en festivales benéficos o en corridas de toros -donando sus honorarios-, para levantar el Oratorio Festivo Domingo Savio y las Escuelas Rurales de Jandilla para la educación de niños pobres. Por su desinteresada labor, le fue otorgada la Gran Cruz de Beneficencia, el 11 de octubre de 1945. La imposición tuvo lugar el 13 de noviembre, del mismo año, por el Gobernador Civil de Cádiz, en la plaza de toros de Jerez, durante la celebración de un festival en su honor y en el que rejoneó con su arte y maestría.
El festival fue un éxito. Rejonearon don Juan Belmonte y Simao Da Veiga junto al homenajeado. Encabezaba el desfile de las cuadrillas un coche de mulillas enjaezadas, con los cocheros de corto en el pescante, y las presidentas ataviadas con la clásica mantilla española. Bella estampa andaluza.
Durante su vida en los ruedos compartió cartel con las máximas figuras del toreo de la época a saber: Manolete, Pepe Luís Vázquez, Domingo Ortega, los Bienvenidas etc. etc.
Pero con quien más alternó fue con su amigo Manolete. Lo hizo en 26 tardes entre los años, 1944, 1945 y 1946.
La primera de ellas -un festival-, tuvo lugar en la plaza de toros de Málaga, el 6 de enero de 1944 rejoneando un toro de Hidalgo. Sus compañeros de terna fueron Manolete y Pepe Luís Vázquez.
Sigue rejoneando –compartiendo cartel con Manolete- en Sevilla, Córdoba, Barcelona, dos tardes; Madrid, Alicante, Valencia y otras muchas plazas más cerrando la temporada en Gerona, el 29 de noviembre, lidiando reses de Antonio Pérez al lado de Pepe Bienvenida, Manolete y Curro Caro. Los triunfos eran incontables.
De gran importancia fue la corrida celebrada en Cádiz, el jueves 31 de agosto de 1944, presentación del diestro mexicano Carlos Arruza en Andalucía, en la que se anunciaron en cartel que poseemos:
Siete toros de la ganadería de herederos de don Juan Pedro de Domecq (antigua Veragua), el primero será rejoneado por el gran jinete jerezano y maestro del toreo a caballo D. Álvaro de Domecq y los seis restantes para: Domingo Ortega, Manuel Rodríguez, Manolete y Carlos Arruza.
La barrera de sombra costaba 250 pesetas y la de sol 60. La entrada más barata valía 20 pesetas.
Finaliza don Álvaro la temporada de 1944, el 3 de diciembre, actuando en el festival del Regimiento de Artillería de Córdoba lidiando un novillo de Antonio Pérez Tabernero. Alternaron con él Manolete, Juan Mari Pérez Tabernero, Pepe Martín –aficionado amigo de Manolete- y Fernando Pérez Tabernero.
El jinete jerezano estuvo en su novillo, magistral y cortó una oreja. Este novillo se lo brindó al gran rejoneador cordobés Antonio Cañero.
En 1945 actúa en siete tardes al lado del diestro cordobés. La primera el 5 de mayo en La Coruña y la última en Barcelona lidiando toros de Clairac junto a Manolete, Carlos Arruza, Pepe Martín y Parrita. También lo hizo con lo más granado del rejoneo de esa época: Conchita Cintrón, Juan Belmonte, Duque de Pinohermoso y el portugués Simao Da Veiga.
En 1946, Manolete se encontraba en plena temporada en México por lo que decidió no torear en España más que la corrida de Beneficencia que se celebró en Madrid, el 19 de septiembre de ese año, con un éxito apoteósico de Manolete –dos orejas-, y don Álvaro. Éste rejoneó un toro de Fermín Bohórquez. Su labor fue magnífica y al no morir el toro del rejón de muerte echó pié a tierra muleteando de manera colosal y matando de estocada y descabello por lo que el público pidió la oreja que le fue otorgada por el Presidente. El toro de Bohórquez fue bueno. Esta fue su última corrida al lado del Monstruo de Córdoba.
Completaban el cartel: Gitanillo de Triana, de grana y oro; Manolete, de celeste y oro; Antonio Bienvenida, de grana y oro y Luís Miguel Dominguín de blanco y oro. Los toros de Carlos Núñez fueron excepcionales. Todos estos datos y otros están reflejados en el programa de mano de la época en el apartado “Juicio de la corrida por el propio aficionado” que obra en nuestro archivo.
Entre 1945 y 1946 rejoneó en 40 tardes. También actuó en México. En el año 1948 hace el paseíllo en 21 ocasiones. Se retira oficialmente en 1949, pero al año siguiente solo lo hace en una corrida que tenía comprometida con anterioridad.
El día uno de septiembre, otorga la alternativa a su hijo –, Álvaro Domecq Romero, más tarde figura del rejoneo-, en una corrida celebrada en El Puerto de Santa María. El recién doctorado cortó una oreja. El padrino de la ceremonia dio la vuelta al ruedo.
También doctoró a su nieto Luís Domecq en la plaza de toros de Ronda el 11 de septiembre de 1988.
Don Álvaro habla sobre el caballo:
Un caballo se doma con el arte del jinete. Yo recuerdo que Nuncio me preguntó un día: ¿Cuál era mi libro? Y le respondí, mi libro es el caballo.
El caballo tiene que tener su personalidad, como el torero. Él tiene su sentido del toro. Tú le ayudas, tú le pones; pero si no lo hace él, tú no lo inventas.
Sus compañeros y matadores de a pié opinaban de él:
Era la armonía montada a caballo.
Cae a caballo fenomenal.
Se reunía su prestancia, lo armónico con el caballo, porque también hay que tener armonía, hay que caer bien sentado en el caballo. Él estaba unido con el caballo.
El jinete jerezano nos enseña que es el rejoneo y como ha de hacerse:
El rejoneo tiene que parecerse al toreo a pié. No se puede clavar por sorpresa. Hay que ir toreando de frente y que el toro te vea. Tienes que tener el caballo domado para que llegue en el momento oportuno. Para eso hay que tener un caballo muy bueno, muy bien domado; porque un par de banderillas lo pone cualquiera. Lo importante es ponerlo bien. Poner el caballo de frente dándole el pecho al toro como lo hacen los banderilleros de a pié.
Excelente ganadero -Torrestrella es su ganadería-, fue creador del encaste Domecq, aunque siempre decía cuando se le comentaba:
Bueno ya veremos...
Los años hicieron del jinete jerezano uno de los símbolos del arte y señorío taurino. Falleció a los 88 años. Fue escritor taurino. Colaboró en El Ruedo, Blanco y Negro y ABC entre otros.
En Linares, el fatídico 28 de agosto de 1947, se encontraba presenciando la corrida en una barrera cuando tuvo lugar la gravísima cornada de “Islero” a Manolete. Asistió en sus últimos momentos al diestro de Córdoba y fue nombrado por doña Angustias Sánchez –madre de Manolete-, albacea testamentario labor que ejerció de manera ejemplar.
El poeta gaditano José María Pemán escribió sobre el jinete jerezano:
Álvaro cuando sales al ruedo y haces avanzar a Espléndida con ese “paso nadado” que se recrea en cada movimiento sin prisa del siguiente, como influida por la doma atávica de muchos jinetes que nunca tuvieron prisa por llegar; cuando luego, esquivas la embestida con una geometría audaz e inteligente parece que no haces nada, pero en tu arte va disimulado toda la larga paciencia de muchas mañanas de brega y ejercicio, pisando el rocío sobre la hierba fresca de los campos de Jerez.
Otro poeta Rafael Duyos le dedicó:
¡Corre caballito, corre,
mira que el toro te ve!
¡No me coge! ¡No me coge!
¡A mí que me va a coger!
¿No veis que me monta el amo?
¡Voy con Álvaro Domecq!
Gran Corrida de Beneficencia de 1944 Manolete y Álvaro Domecq, y Luis Gómez El Estudiante en primer plano. Ángel Luis Bienvenida conversa con el Generalísimo Franco.
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