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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 24 de mayo de 2017

Pedrés quieto, Pedrés serio.../ Por Paco Mora


Alternativa de Pedrés en Valencia 12 de octubre de 1952.
 Padrino,  Miguel Báez y Espuny("Litri")


Pedrés, además de un grandioso torero de una quietud y un valor impresionantes, fue un innovador que hizo suyo un terreno frente a los toros que todo el que lo piso después de él se hizo rico. Paco Ojeda, Dámaso González y José Tomas son buena prueba de ello.



Pedrés quieto, Pedrés serio...

Primero las Generales de la Ley. El pase con que Juan Leal inició la faena a su primer toro en la corrida número trece de San Isidro en Las Ventas de Madrid no es la “Pedresina” sino “El Fallero”, llamado así porque el torero albaceteño Pedro Martínez “Pedrés” lo estrenó en las Fallas de Valencia allá por el año 52 del pasado siglo. Se trataba de un pase cambiado por la espalda, citando con la muleta plegada y aguantando la embestida del toro situado en las cercanías de las tablas. Pedrés solía comenzar con “El Fallero” muchas de sus faenas. Ese pase era para él como una declaración de intenciones.

“La Pedresina” era una arrucina al revés, sacándose al toro por arriba. Ambos pases, de evidente exposición, fueron muy imitados hasta el punto de que, incluso en tratados de Tauromaquia posteriores al gran torero manchego, se han calificado todos los pases por la espalda como “pedresinas”, con evidente error, debido a que no todos los que escriben conocen la realidad del toreo y, en muchas ocasiones lo hacen de oídas, sin conocimiento del solfeo de la Tauromaquia.

Ha tenido que ser un valiente torero francés -gracias Juan- quien se acuerde de que Pedrés fue uno de los grandes del siglo XX y de que se encuentra encallado en una silla de ruedas hace más de un año, sin habla e inmóvil, a causa de un accidente en el que cayó hacia atrás y recibió un tremendo golpe en la nuca. Nadie, ningún torero, ha sabido hacer honor a sus mayores y recordar que uno de los suyos sufre tan lamentable situación. Así está la Fiesta…

Porque Pedrés no fue uno más en el toreo; fue, primero, un torero revolucionario que tras un corto periodo de descanso volvió convertido en un magnífico muletero y toreó muchas corridas alternado con El Cordobés y las figuras de su tiempo. Tuvo grandes triunfos en todas las ferias de España, Francia y América, abriendo las puertas grandes de las principales plazas de España, incluidas las de Las Ventas, la Maestranza, Bilbao, Pamplona y Barcelona. Tuvo como apoderados sucesivamente a Camará -que dirigió la carrera de Manolete-, Domingo Dominguín y José Ignacio Sánchez Mejías, hijo del cuñado de Gallito, herido de muerte en Manzanares, de quien Lorca escribiera: “No hubo príncipe en Sevilla que comparársele pueda”.

Pero es que Pedrés, además de un grandioso torero de una quietud y un valor impresionantes- “Pedrés serio, Pedrés quieto / como los molinos quieto, como los molinos serio”, escribió el poeta Rafael Duyos-, fue un innovador que hizo suyo un terreno frente a los toros que todo el que lo piso después de él se hizo rico. Paco Ojeda, Dámaso González y José Tomas son buena prueba de ello. Seguramente sus consejeros taurinos no le han hablado al joven ministro de Cultura de quien ha sido Pedrés en el toreo, si lo hubieran hecho, ya estaría el torero de Albacete en posesión hace tiempo de la Medalla de las Bellas Artes asignada al toreo.

En cuanto a la corrida de hoy, una más, una de tantas de esta feria de San Isidro de toros descastados que pasean su mansedumbre por la arena de Las Ventas, aburriendo al personal. Y eso que en la plaza ha habido tres toreros como Luque, Fortes y Leal, que han demostrado su valor en el empeño de luchar contra lo imposible. Con decir que los protagonistas de la tarde han sido Florito y sus cabestros, está dicho todo…

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