
'..La Meca o Casa de Misericordia, tan segura y justa en la confección de los carteles sanfermineros, tiene que superar el complejo de seguir atada a la hipoteca de "los Hermosos"..'
SAN FERMÍN - 2° de FERIA.- HERMOSO HIJO FORMA LA TREMOLINA (UN RABO), PERO SIN RIVALES
UNA EXCELENTE CORRIDA DE LA FAMILIA "CAPEA"
Por Juan Miguel Núñez Batlles
Urge cambiar los planteamientos que se hacen en la configuración de las corridas de rejones. Porque se está perdiendo, se sigue perdiendo, hay que precisar, la competencia entre los verdaderos cabezas de serie, y valga el símil tenístico para decirlo con más rotundidad. Todo empezó con el absurdo e ingrato veto del ya retirado Pablo Hermoso de Mendoza, que nunca quiso vérselas con Diego Ventura. Una circunstancia que frenó precisamente la carrera de Pablo, no obstante, siempre en la cúspide, pero con ese lastre arrastrado. Ventura se hartó de decir que él sí quería, y ante la insistente negativa del navarro, acabó comiéndole la merienda. Perdió "la Fiesta", el rejoneo en particular. Pues muchos aficionados han dado la espalda a esta particular tauromaquia al echar de menos la rivalidad entre colosos.
Y ahora resulta que el hijo del padre, Hermoso de Mendoza, podría estar intentando idénticas artimañas. Sin Diego, donde se pueda: por ejemplo, Pamplona que es feudo familiar. Error aún más grave que el del progenitor.
De tal manera que en la corrida de rejones de los sanfermines, Guillermo el hijo ha hecho el paseíllo con dos que restan todo.
Ni Diego Ventura, ni Andy Cartagena, éste en plena madurez y más claro adversario de todos. Ni Sergio Galán, que parece volver por los fueros de su etapa más impetuosa (en la misma Pamplona le mojó la oreja varios años seguidos a Hermoso padre). Como tampoco dar paso a jóvenes que vienen arreando de lo lindo, caso de Sebastián Fernández, con la cuadra más a punto que ninguno, y desde luego con unas envidiables dotes artísticas acrecentadas por el ímpetu, la ambición y la vitalidad que le presta la adolescencia.
A Cartagena, Ventura y Fernández, los reunió la Casa Matilla en un redondísimo cartel en la reciente feria granadina del Corpus, y aquello fue el acabose. Por supuesto contando también para la triunfal tarde con los buenos toros de Ángel Sánchez y Sánchez.
Y a esta circunstancia pudo haberse llegado en Pamplona también y sobre todo por el excelente juego que ofrecieron los toros de la familia "Capea". En la Ficha del Festejo, cerrando esta crónica quedan explicadas las glorias aportadas por los toros.
Pero fue todo muy raro a lo largo de los cinco primeros, precisamente porque la competencia entre los actuantes era nula. Ni rivalidad, ni motivos para concebirla.
La Meca o Casa de Misericordia, tan segura y justa en la confección de los carteles sanfermineros, tiene que superar el complejo de seguir atada a la hipoteca de "los Hermosos". Es verdad que el padre fue el punto de partida de este festejo, y no es menos cierto que el hijo arrastra méritos más que de sobra para que se le siga considerando como imprescindible, sí. Pero bien pagados habrán ido en todo momento. Y ahora toca prestigiar también el toreo a caballo con la exposición a una verdadera competencia. Así también hay que corresponder al llenazo que presentaban los tendidos.

No se entiende lo del favor a Armendáriz, un año más en este cartel. En el primero entró repetidas veces a clavar, para dejar un rejón de castigo (toda la corrida fue de un sólo rejón), cinco banderillas, un par a dos manos con el caballo sin cabezada (no obstante, usando el truco de sujetarlo con una gamarrita prácticamente invisible), rosa al suelo y hasta seis viajes con el rejón final.
El mismo numerito de la cabezada en el cuarto, e idéntico guión, esta vez con más pasadas en falso. Pero al darse más prisa al matar, y gracias a las rebajas del "palco", oreja al canto.

A Lea Vicens se le mató su primero al estrellarse prácticamente de salida contra tablas por la inoportuna llamada de un capote escondido en un burladero. Al sobrero, castigo con el consabido rejón y farpas con más expresión en los cites que acierto al clavar, con "un palo" y una rosa "al aire". Tampoco anduvo fina con el rejón que llaman de hoja de peral. Echó pie a tierra para descabellar, y acabó marcándose una vuelta por su cuenta. Ya en el quinto perdió por completo los estribos, y no es frase hecha. Una banderilla en el brazuelo muy cerca de "los blandos", dos por el suelo, un tropezón de la cabalgadura, y en pleno caos los divertidos acordes del pasodoble "guapa, guapa, guapa", tres veces guapa, coreada la letra por un público festivalero que lo mismo le podía haber hecho "la ola".

El joven Guillermo Hermoso de Mendoza, sin rival como queda apuntado, apenas le motivó el compromiso de la responsabilidad de su apellido. Muy gesticulante en su primero, con demasiadas alharacas en los preparativos y a la salida de las suertes. Un par a dos manos realmente bueno, clavando arriba y reuniéndose al estribo. Lo demás, hierros por todo el toro. Cortó una oreja de signo netamente local, que el presidente tardó en conceder también ante la insuficiente petición del tendido.
Y en el sexto, sí, aquí muy comprometido y más centrado el joven Hermoso, las cosas en su sitio. Los quiebros, limpios y ajustadisimos. Los galopes a dos pistas para encelar en los preparativos. La manera de entrar, clavar y salir. Todo muy reunido después de atacar dándole al toro sus ventajas, o lo que es lo mismo, en una limpia y muy sincera pelea, de poder a poder. Fue una lección de coraje y maestría, dominio y poderío. Que de casta le viene al galgo. A la altura del gran toro y sus nobles aportaciones.
No fue el rabo nota discordante en el contexto de la tarde. Aunque para la próxima, apréndase la lección: alternando con dos rejoneadores.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de la familia del "Niño de la Capea", cuatro con el hierro de Carmen Lorenzo y dos -segundo bis y quinto- de "El Capea", desiguales de presencia, gordos y convenientemente "afeitados" como autoriza el reglamento.
Corrida de juego excelente, por el buen ritmo, la fijeza y el extraordinario tranco en las embestidas de los seis, que acudieron con prontitud y temple a todos los cites en todos los terrenos, humillando mucho en los embroques y "abriéndose" lo justo a la salida de cada suerte para permitir los convenientes desahogos a caballos y jinetes. Bravura, nobleza y clase. Toros, qué pena, para haberlos visto en lo que siempre se ha llamado "lidia ordinaria". ¿Hasta cuándo el encaste "murube" sufriendo esta marginación del toreo de a pie?
Al sexto, de nombre "Veleto", se le dio la vuelta al ruedo en el arrastre, por sus propias virtudes, y si se quiere, que ha de quererse, también como premio a la capacidad y eficacia de la corrida en conjunto.
Roberto Armendáriz: seis pinchazos (palmas); y pinchazo y rejón con derrame (oreja).
Lea Vicens: tres pinchazos y descabello pie a tierra (vuelta por su cuenta); y pinchazo hondo y dos descabellos (ovación provocada por ella misma ya que salió a saludar como en la vuelta que dio en el toro anterior, sin aplausos a los que corresponder).
Guillermo Hermoso de Mendoza: pinchazo, rejón y descabello (oreja); y rejón fulminante (dos orejas y rabo).
La plaza se llenó en tarde agradable.

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