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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 5 de septiembre de 2025

Intimas relaciones del toro y el toreo / por José Carlos Arévalo

Foto: Héctor Rey.

'..consignemos que con el toro actual ha llegado al toreo “La Generación del Temple”, una nómina de toreros que torean despacio, muy despacio, muy reunidos con el toro. Torean con un temple lento y acompasado, como jamás se había visto..'

Intimas relaciones del toro y el toreo

Por José Carlos Arévalo
Cuando Juan Belmonte cambió el toreo, la embestida del toro solo llegaba hasta el embroque. Su canon de parar, templar y mandar consiguió prolongarla. Después, el toro embistió en tres tiempos: arranque (al cite), embroque (reunión con el torero en el centro de la suerte) y remate (después de haber perseguido el engaño hasta el final de la suerte). Así consiguió el Pasmo de Triana dar lances y pases completos a embestidas completas.

Ese mismo hallazgo lo había intentado antes Espartero, pero entonces el toro no había dado ese paso en la evolución de su bravura,

Las crecientes prestaciones de la bravura son obra del ganadero, que busca a través de los caracteres de comportamiento, múltiples entre las varias reatas que componen su ganadería, para obtener mediante la cruza de vacas y sementales, el tipo de embestidas que los toreros van demandando en su afán por hacer del toreo un lenguaje más rico e innovador.

Chicuelo, con su implantación del toreo ligado en redondo obtuvo de los ganaderos que los toros repitieran sus embestidas. Manolete forzó que fueran más humilladas. y Ojeda, que fueran intensas, humilladas, ligadas en redondo por un pitón y por el contrario sin ruptura de su continuidad.

En la segunda década de este siglo, el toro de lidia de las ganaderías de vanguardia mejoró de manera ostensible las virtudes derivadas de la bravura: fijeza (solo ve el engaño que lo cita), recorrido (embestidas largas y profundas) y celo (imantación absoluta a los “toques” del engaño, lo que entraña una entrega total a la embestida, sin el menor freno defensivo). En consecuencia, el toro de hoy al emplearse sin reserva alguna a su embestida ha impuesto otra forma de torear: el toreo más templado de la historia. Y la razón es simple: solo la bravura se puede templar.

Dicho esto, consignemos que con el toro actual ha llegado al toreo “La Generación del Temple”, una nómina de toreros que torean despacio, muy despacio, muy reunidos con el toro. Torean con un temple lento y acompasado, como jamás se había visto. Sus toreros son: Juan Ortega, Pablo Aguado, Daniel Luque y Álvaro Lorenzo, Fortes y un francés al que se ha visto poco por estos pagos: Clemente. Pero el rey del temple, a día de hoy, es Juan Ortega.

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