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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 6 de octubre de 2025

Derbi al pil pil / por Ignacio Ruiz Quintano



'..El mayor atractivo del primer derbi de la temporada es el fútbol pil pil de Xabi Alonso ante un equipo con cierto trapío. El pil pil de Xabi consiste en menear la cazuela hasta que la emulsión se consuma..'

Derbi al pil pil

Ignacio Ruiz Quintano / Abc
El mayor atractivo del primer derbi de la temporada es el fútbol pil pil de Xabi Alonso ante un equipo con cierto trapío. El pil pil de Xabi consiste en menear la cazuela hasta que la emulsión se consuma, que el pil pil viene a ser, en este punto, como la mayonesa, tan bien explicada en “La casa de Lúculo” por Julio Camba, perejil periodístico de todas las salsas.

La mayonesa de Camba, como el pil pil de Xabi, es una salsa eléctrica.

¬La mayonesa es una doble emulsión: emulsión de la yema de huevo en el aceite y emulsión del aceite en la yema de huevo.

Mas para que una emulsión adquiera carácter estable es preciso que los corpúsculos de la materia emulsionada se mantengan aparte unos de otros, y sólo se mantienen aparte cuando están animados por una electricidad del mismo signo. En cuanto esta electricidad desaparece, los corpúsculos afines se unen, se aglomeran y forman bloque contra los demás. La emulsión queda destruida. La salsa se corta y el aceite comienza a sobrenadar en ella. Y ésta es la mejor explicación que he visto sobre el fútbol pil pil de Xabi Alonso, del que ya llevamos siete raciones, seis ligueras y una de Champions, y en todas, menos en Valencia con el Levante, ha ocurrido lo mismo: con el descanso desaparece la electricidad del sistema y el pil pil se va al carajo, dando paso al truño de todos los equipos tiquitaqueros. ¿Conseguirá el cocinero tolosarra mantener el pil pil ligado durante todo el derbi? La mayonesa, avisa Camba, suele fracasar en los días tormentosos, y un derbi en campo atlético es una tormenta perfecta. La electricidad atmosférica, al modificarse, influye, indudablemente, sobre la electricidad de la salsa y origina verdaderas catástrofes culinarias.

Confieso que a mí el rato de ver hacer ligar el pil pil a brazo me aburre un poco, para lo que uno espera del fútbol. Pase para adelante, pase para atrás, y cuando quieres darte cuenta te has dormido. Si se puede escoger, prefiero el látigo de siete colas de Mourinho, aunque el pil pil tiene su aquél, y su aquél es la guindilla, que en el pil pil de Xabi sólo puede ser Vinicius, uno de los dos futbolistas que me entretienen (el otro está retirado). Suelto, a su libre albedrío, por el ataque, si va por fuera ve el juego como Juanito (yo sé lo que me digo), y si va por dentro, lo ve como Laudrup, pero en más listo (más conejo, o más callejero). A Alonso no le gusta (en realidad no es que no le guste, sino que le supera) porque, como guindilla, se impone sobre el aceite de Güller y el ajo de Mbappé (el resto es bacalao), como se ha impuesto a toda la corrupción mediática que lo acosa porque España y yo somos así, señora. Ese muchacho necesitaba un Klopp, no un Balón de Oro, ese espejuelo que acaba de caerle en suerte a Dembelé.

¬Dembelé no ha sabido decirme a la cara por qué se va al PSG ¬dijo en su día el Xavi de Tarrasa, que lo entrenaba.

Bueno, pues ahora ya lo sabe Xavi: Dembelé se fue para vengarse (la venganza es un plato que se sirve frío, y qué bonita es, dice José Alfredo Jiménez, cuando Dios nos la concede) de los “aikus” que le dedicó la prensa barcelonesa para despedirlo: “Un desagradecido que nunca se ha integrado en el club, un mercenario que sólo juega por dinero… un mal bicho y una cereza podrida en el vestuario”. Ahora, además, es un Balón de Oro, trofeo bastante devaluado que viene a ser hoy como la insignia 2030 para los horteras de la industria balompédica, y ya verán cuando los millonarios americanos se hagan con la Liga. De momento, se rumorea que quieren comprarse el Getafe. Si Camba, como es sabido, se comprometió a hacer de Getafe una nación a cambio de un millón de pesetas, los yanquis, por poco más de esa cantidad, podrían hacerlo campeón, y romper el tedioso mano a mano Real Madrid-Barcelona, a pesar de los enredos del Var, que cada tarde se las arregla para birlarle a Mbappé un gol por fuera de juego por un pelo de la calva de Louzán, en tanto que César del Var. Dice Cayo Suetonio Tranquilo que nada contentó tanto a César como que el Senado mandase que trajese siempre la corona de laurel en la cabeza, “no más que por cubrir la calva”.

[Sábado, 27 de Septiembre]

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