Una persona observa el monumento dedicado a las víctimas en Atocha.
"...Basta ver las declaraciones del juez y del fiscal que alumbraron la sentencia más infame de la historia de España para ver hasta qué extremo el rostro de la Ley es la cara dura de unos señores que no vacilan en vacilar, que no dudan en dudar de sus propias decisiones, que afirman una cosa y la contraria, que sostienen públicamente, en este aniversario que debería ser de luto una catarata de frivolidades absolutamente inauditas..."
Una nación a oscuras
Han ganado los terroristas. Han ganado los asesinos. Han ganado las cloacas del Estado, sin limpiar desde tiempos de Carrero. Han ganado los policías que destruyeron las pruebas. Han ganado los jueces que no han querido indagar nada, y si se han encontrado algo, han averiguado la forma de no verlo. Han ganado los fiscales que, a cambio de ascender horrores, han arrastrado por el fango el honor del Ministerio Público. Ha ganado el periodismo carcajoso y progreliendre, ese cerdito con nostalgia de jabalí. Ha ganado la casta política que consensuó la ley del silencio. Ha ganado la impunidad de los asesinos. Y ha ganado la conformidad de los asesinables. Diez años después, los pocos que hemos empeñado nuestro esfuerzo cívico y periodístico en averiguar qué pasó realmente el 11-M debemos rendirnos a la evidencia. No sabemos lo que pasó entonces, pero sabemos lo que desde entonces ha pasado: que a la inmensa mayoría de los españoles les da igual. Y el fruto de ese desinterés por el asesinato de doscientas personas para cambiar el Gobierno de España es ese silencio atronador, ese helado olvido, voluntario en los mayores, aprendido en los jóvenes, que la canalla política se ha permitido celebrar con flores. Es la corona fúnebre de la Justicia.
Muchos creen -y los datos históricos no los desmienten- que la crisis terminal que vive España arranca el 11-M y sigue desde entonces una línea perfectamente clara, nítidamente marcada y aparentemente inexorable. Yo creo que muchos –quizás no demasiados, pero sí muy poderosos- quisieron cambiar radicalmente el rumbo de nuestra nación hace diez años. Pero hoy no veríamos los escombros del régimen como único horizonte político si en este tiempo la ciudadanía y la clase dirigente no hubieran abdicado de sus más sagrados deberes, de sus indeclinables e intransferibles obligaciones. Si algún policía, algún juez, algún fiscal, algún ministro de Justicia, algún ministro del Interior, algún Presidente del Gobierno, algún Jefe del Estado hubieran cumplido la tarea para la que han sido elegidos, nunca se habría producido este fallo multiorgánico que convierte la democracia en España, inseparable del Estado de Derecho, en el gran cadáver insepulto del 11-M.
Basta ver las declaraciones del juez y del fiscal que alumbraron la sentencia más infame de la historia de España para ver hasta qué extremo el rostro de la Ley es la cara dura de unos señores que no vacilan en vacilar, que no dudan en dudar de sus propias decisiones, que afirman una cosa y la contraria, que sostienen públicamente, en este aniversario que debería ser de luto una catarata de frivolidades absolutamente inauditas. El juez estrella y el fiscal lucero que alumbraron la sentencia apoyan su grotesca criatura en la negación de lo que debe ser una sentencia firme, basada en pruebas y más allá de toda duda razonable. Dicen que "quizás", que "seguramente", que "puedo equivocarme", que "no dormiría si no estuviera seguro", pero ni saben quién fue el autor intelectual, ni saben seguro quiénes fueron los autores materiales, les da igual cuál fuera el arma del crimen, no se han molestado en comprobar la verosimilitud de las declaraciones de un testigo para mandar treinta mil años a la cárcel al único condenado como autor de la masacre. Y, por supuesto, no han querido investigar, como prometió el juez durante el juicio, la destrucción sistemática de pruebas de la masacre y la invención de otras tan zarrapastrosamente urdidas, tan burdamente tramadas que han forzado la anulación ¡de ciento noventa y cinco de ellas! ¿Y no hay un juez, no hay un fiscal, no hay un partido, no hay un Gobierno, no hay un Estado que se niegue a admitir que haya casi doscientas pruebas falsas y desaparezcan toneladas de pruebas de la mayor masacre de la historia de España?
Pues no. Ni lo ha habido ni creo que llegue a haberlo. El PP y el PSOE están de acuerdo en "obviar el 11-M", tesis de Gallardón defendida en portada por el ABC de Zarzalejos, que para el pancismo corraliego se ha convertido en la forma más cómoda de actualizar el cruel refrán: "el muerto al hoyo y el vivo al bollo". Por eso, por obviar, el Rey tuvo la campechanísima ocurrencia de decirles a las víctimas que buscan la verdad del 11M: "¡Pues lo lleváis crudo, a mí aún no me han contado todo lo del 23-F!", sugiriendo, ante las críticas al juez, que alguien lo habría comprado. Si el Jefe del Estado afronta así ante las víctimas la investigación de la mayor masacre de nuestra historia, ¿cómo extrañarnos de que todos los resortes del Estado para hacer justicia a los muertos se hayan enmohecido o los hayan almohadillado hasta convertirlos en mucho menos que nada, en desganados cómplices de los asesinos y sucia garantía de su impunidad?
Por eso, por todo eso, este aniversario del 11-M es el del triunfo de las tinieblas. Por eso, España es, diez años después, una nación a oscuras.
Muy interesante el artículo de Federico Jiménez Losantos. Lo que sucede es que cuando se vino abajo el aparato de propaganda de Esperanza Aguirre, del que Ariza, Pedro J, y Jiménez Losantos formaban parte que fue generosamente alimentada con riadas de dinero público, y en el caso concreto de Losantos incluso presuntamente con dinero negro de la caja B del PP.
ResponderEliminarPor eso hay que decir como lo hace Federico que han ganado muchos entre ellos el propio Jiménez Losantos que desde hace algún tiempo su credibilidad está a oscuras.
Alejandro Miralles
Federico explendido como todos los dias, un abrazo amigo.
ResponderEliminarPor algún error que desconozco este comentario se instaló en otro post, es por eso que lo envío nuevamente al lugar que se quería.
ResponderEliminarEl 21 de septiembre de 2006, el diario El Mundo y el espacio radi0fónico del periodista Federico Jiménez Losantos en la cadena radiofónica COPE, denunciaron lo que a su juicio era un posible delito de falsedad documental y encubrimiento.
El supuesto delito, cuya existencia denunciaban, consistía en la manipulación por parte de un funcionario de policía de un informe pericial que relacionaba a ETA con los integristas islámicos acusados de implicación en los atentados del 11-M.
En cuanto al 11-M, Jiménez Losantos recuerda una comida con Acebes poco antes de los atentados y cómo el entonces ministro de Interior “estaba obsesionado” con que esa semana hubiese un gran atentado. El intento de volar Chamartin estaba muy cerca y la victoria del PP “pintaba un futuro muy negro” para ETA, por lo “ellos -el Gobierno- pensaban que ETA podía hacer cualquier barbaridad”, añadió Acebes. En los sucesos entre el 11 y el 14 de marzo para Jiménez Losantos “vimos lo que podía dar de si la SER, eso es un golpe mediático en toda regla”, porque “consiguieron darle la vuelta a la opinión pública, consiguieron poner a la gente de parte del terror antes que del Gobierno.
El manipulador vocero mañanero de la COPE Jiménez Losantos llegó a acusar en antena al miembro del Cuerpo Nacional de Policía Rodolfo Ruiz Martínez de ser “colaborador con una masacre criminal”.
El manipulador locutor defendía que la mochila encontrada la noche de los atentados en la comisaría de Vallecas fue "un señuelo colocado" por lo que él llamaba "las tramas negras de Interior", cuando en realidad fue retirada de uno de los escenarios de las explosiones sin que se advirtiera que contenía un artefacto explosivo. El objetivo era, según el locutor, conducir irremediablemente a la "pista islamista".
"Habéis sembrado de pruebas falsas el sumario, habéis colaborado con una masacre criminal, y lo pagaréis, vosotros, lo pagarás tú, Ruiz...", afirmó Jiménez Losantos en su programa del 26 de abril de 2006. El explosivo que contenía la mochila fue neutralizado finalmente por un miembro de los Tedax en un parque cercano a la comisaría.
Las acusaciones del locutor por regar de descalificaciones e insultos su encendida defensa de las teorías de la conspiración ya le han supuesto condenas en el pasado. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, o el ex director de Abc, Javier Zarzalejos, han sido algunos de los que han llevado a Federico Jiménez Losantos a los tribunales.
Diez años en lo que todo ha válido, diez años sosteniendo una mentira intencionada y cobarde, diez años despreciando a las víctimas del atentado que no entraron por el aro de la conspiración y de la manipulación.
Y ahí sigue San Federico y su corte celestial de 13 TV con Antonio Jiménez, Isabel Durán, Isabel San Sebastián, Carlos Cuesta, Alfonso Merlos, Curri Valenzuela, Carmen Tomás, Jaime González, Montse Suárez, Edurne Uriarte, Hermann Tertsch y algunos más.
Pero siempre habrá un “pilar” de admiración que a todo dirá AMÉN.
Adrián G