"...Con estos toros, que ni piden ni dan cuartel, nadie se aburre. Además, ponen a prueba el valor y el oficio de los toreros. No es lo mismo torear a la babosa, que plantarle cara a una fiera como el tercero de la tarde..."
TRES JANDILLAS Y TRES GUINDILLAS
Domingo Delgado de la Cámara
La corrida de Jandilla fue de tres y tres. Hubo tres toros nobles, manejables y de escasas fuerzas (primero, segundo y sexto). Y hubo otros tres muy ásperos y duros (tercero, cuarto y quinto). Estos tres últimos toros hubieran hecho las delicias de cualquier ganadero torista, pero supongo que no habrán gustado a Borja Domecq, porque sus principales clientes, los toreros, habrán torcido el morro ante tanta furia. Yo felicito al ganadero porque hubo emoción a raudales. Y la emoción, sal de la Fiesta, es lo que se echa en falta la mayoría de las tardes. Con estos toros, que ni piden ni dan cuartel, nadie se aburre. Además, ponen a prueba el valor y el oficio de los toreros. No es lo mismo torear a la babosa, que plantarle cara a una fiera como el tercero de la tarde.
Y hablando del tercero, también habrá que hablar de Iván Fandiño, por primera vez bien vestido de torero, con un lujoso y recargado nazareno y oro. Fandiño en Madrid sale tan tranquilo a triunfar. Sin embargo en Bilbao sale visiblemente nervioso, una vez más habrá que decir aquello de que nadie es profeta en su tierra. El tercero no fue picado lo suficiente por expreso deseo del matador. Embestía con fuerza y metiéndose por dentro, se trataba de un toro muy duro. Fandiño, ingenuamente, lo citó siempre con la panza de la muleta. Aquí era necesario el pico para desplazar más al toro. Después de varias series de toma y daca, el toro le desbordó cuando se echó la muleta a la zurda. Y otra vez le volvió a desbordar cuando volvió el torero a usar la mano diestra. En ese momento, Fandiño optó por concluir el trasteo y fue a por el acero. El toro había impuesto su ley. Sí que es cierto que con esta fiera muy pocos hubieran podido, pero eso no es óbice para reconocer que esta vez, Fandiño se decantó por la prudencia.
El sexto fue un burraco justo de fuerzas pero de mucha clase y nobleza. Fandiño lo toreó muy bien con la mano zurda. Después de dos series muy templadas con la derecha, nos sorprendió con un toreo templado, ajustado y curvilíneo con la izquierda. Fandiño siempre bajó con la mano izquierda. Ya no. Ahora torea con el mismo ajuste, largura y temple sobre las dos manos. Toreó con verdad y buen gusto. Midió bien las fuerzas del toro. Si le obliga más, el toro se viene abajo. Pero…lo pinchó y se quedó sin premio. En Madrid no hubiera pinchado a ese toro.
Padilla no estuvo acertado con su primero. Era un toro mansito pero de gran calidad, al que pegó mucho en el caballo e hizo una faena larga y destemplada. El cuarto empezó flojeando y acabó desbordando. Efectivamente, el toro fue protestado por su poca fuerza, pero se fue rehaciendo y terminó embistiendo con mucho poder. Por el pitón derecho, pasaba si iba bien toreado. Por el izquierdo se vencía. Precisamente por este pitón, dio a Padilla dos volteretones. Padilla, desfondado, resolvió la faena a base de molinetes. Le mató de una estocada trasera y tendida. Entonces se produjo una situación bastante estúpida que muestra la nula afición y sabiduría del actual público de Bilbao. El toro se aferraba a la vida echando mano de sus últimas fuerzas, la verdad es que estaba muerto en pie. Tampoco se podía descabellar porque estaba totalmente tapado. El público, en vez de aplaudir tan bella agonía, obsequió a Padilla con una pita descomunal. Luego no le dejaron ni salir a saludar, después de haberse llevado un palizón de espanto. Es el mismo público que pide indultos absurdos y pide orejas de pueblo. Un público de quinta división. La Feria de Bilbao es la de más categoría de España gracias a los desvelos de la Junta Administrativa, pero el público deja bastante que desear. Es una pena, pero es así.
Miguel Ángel Perera estuvo magistral con su primer toro, un Jandilla tan noble como escaso de fuerzas. Perera le toreó con una suavidad y una ligazón perfectas. Lo malo es que el toro sólo fue capaz de aguantar tres series. En el quinto, Perera dio muestra de su impresionante valor y de su extraordinaria técnica. El toro embestía con suma violencia y dando muchos cabezazos. Perera estóicamente aguantó todos los cabezazos que hubo que aguantar. Hay que tener mucho valor para afrontar una embestida que nunca va dentro de la muleta, sin mover los pies y sin ceder un milímetro. Además, la mayoría de los muletazos eran limpios. De mitad de faena en adelante, fue capaz hasta de ligar las series. El final ojedista también fue muy emocionante por las cercanías en las que se metió Perera. Con este toro, Perera ha demostrado muchas cosas. Entre otras, que tiene un valor espartano y es capaz de hacer faenas a toros imposibles. Esto último, le coloca muy por delante de todos sus rivales. Lamentablemente, mató de un bajonazo. Matías no concedió la oreja debido a tan defectuosa estocada, pero la vuelta al ruedo fue de clamor. Por cierto, Matías González está presidiendo con mucho acierto este año y es uno de los puntales en los que se asienta el prestigio de Bilbao.
Esta mañana, se ha lidiado una estupenda novillada de El Parralejo, con un segundo novillo al que debería habérsele dado la vuelta al ruedo por su gran bravura y magnífico estilo. José Garrido se ha encerrado con estos seis novillos, en el compromiso más trascendental de su corta carrera. No le ha pesado nada el compromiso y ha llegado fresco hasta el final. Ha brillado con su variedad con el capote, su solvencia con la muleta y su eficacia con la espada. Ha cortado seis orejas. Hazaña no lograda en Bilbao por ningún novillero a lo largo de la historia. Enhorabuena.
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