Con la plaza de toros de Zaragoza hasta los topes aunque, en el recuento final, algunos afirmaron que no se abarrotaron por completo las localidades y qué más dio.., la corrida de Juan Pedro Domecq lidiada ayer fue de esas que llamamos de prueba para los toreros que afrontaron el compromiso. Y es que, en su mayor parte, los siete toros que saltaron al ruedo incluido el sobrero que reemplazó al devuelto tercero y correr turno, no fueron fáciles sino más bien difíciles. Primero por su enorme trapío y después por el muy caro juego que dieron que fue variado, abarcando diferentes condiciones que, asimismo, dependieron de la mayor o menor destreza y arte de los diestros contendientes. Y mira por donde que fue el segundo el que tuvo más virtudes del envío y el que sirvió para centrar los titulares de las crónicas por la grave cornada que sufrió Cayetano cuando finalizaba su faena de muleta, accidente que despreció el muy ensangrentado diestro, dispuesto a matarlo con heroica decisión dada su proverbial raza antes de que las asistencias se lo llevaran a la enfermería con la sensación de que iba muy seriamente herido como así fue. La presidencia de La Misericordia, accedió a conceder dos orejas – la segunda inmerecida -, quedando luego en fatal entredicho por negarse cerrilmente a acceder a dar la segunda del cuarto toro a Enrique Ponce agarrado a los defectos del espadazo con que liquidó al animal por lo que cometió una absoluta sinrazón castigada por el púbico con una muy sonora bronca.
Esta segunda faena del gran maestro valenciano fue excepcional dado su inalcanzable magisterio que logró convertir en bueno lo que no lo fue. Algunos llaman a estas faenas “inventadas”. No un servidor porque llevar a cabo la maravilla de las maravillas convirtiendo el agua en soberbio vino, es algo inusual salvo para este grandioso torero que ha roto todos los moldes hasta sobrepasar con increíble destreza y con el arte más depurado que se pueda imaginar, hasta el punto de parecernos irreal por su soñada traza y por su desarrollo inalcanzable para cuantos toreros hemos visto en nuestra vida y creo que hasta los que nos falta por ver. Ponce que tuvo que vérselas con un primero absolutamente imposible, volvió a darnos las razón con el apenas duradero sexto que mató en sustitución de Cayetano. En la lid, quien también sustituyó al gran novillero que hubiera recibido la alternativa de no haber resultado también gravemente herido en Valencia, el venezolano Colombo, fue Ginés Marín ayer sin suerte ni apenas aciertos con un lote que en sus manos pareció peor de lo que fue. Su mala tarde, una de las pocas veces que le hemos visto fallar por completo, sin duda se debió a la presencia activa del para mi gran protagonista del festejo, el excelentísimo señor don Enrique Ponce Martínez, natural de Chiva por la gracia de Dios.
¡ Viva Ponce y viva España ¡
Zaragoza. Plaza de la Misericordia. Miércoles 11 de octubre del 2017. Quinta de feria. Tarde medio calurosa con casi lleno.
Siete toros de los dos hierros de Juan Pedro Domecq, incluido el sobrero lidiado en último lugar tras correr turno el que hubiera sido tercero. Sobradamente presentados por su enorme trapío y de juego desigual con predominio de los difíciles. Por más bravo, encastado y noble destacó el segundo. Parado y derrotón el que abrió plaza. Manejable con muchas teclas que tocar el tercer. Aparentemente manejable gracias a quien lo lidio el cuarto. Inconexo el quinto. Y brevemente manejable sin clase el sexto.
Enrique Ponce (marfil y oro): Pinchazo hondo sin soltar, otro pinchazo y estocada desprendida, palmas. Estocada trasera algo atravesada, aviso y oreja con fortísima petición de la segunda y bronca al palco por no concederla. Media estocada trasera tendida, aviso y vuelta clamorosa.
Cayetano (turquesa y oro): Estoconazo desprendido, dos orejas, excesiva la segunda, tras resultar aparatosamente cogido y gravemente herido. Parte facultativo: Cornada en la cara interna del tercio superior del muslo izquierdo con orificio de entrada de 6 centímetros y tres trayectorias: una superior que llega al pubis, otra posterior de 10 centímetros que desgarra las fibras de los músculos aductores y otra inferior de 20 que dilacera las fibras del cuádriceps. Profusa hemorragia, a expensas de vasos musculares, de pronóstico grave».
Ginés Marín (blanco y oro): Pinchazo y estocada baja, gran ovación. Pinchazo hondo, dos pinchazos más, estocada y descabello, palmas.
Bien a caballo, José Palomares. En la brega y en banderillas sobresalió notablemente Iván García. También Mariano de la Viña, Jocho y muy valiente además de certero, Jaime Padilla.
Al renacer del patriotismo que estamos viviendo estos días en todos los confines de España y más particularmente en las plazas de toros, reunión patriótica donde las haya, se unió ayer en el coso de La Misericordia zaragozano otro fenómeno que desde hace algunos años está inundando los ambientes taurinos: el poncismo asimismo generalizado porque se está dando el caso, ya histórico, del cénit sin techo e inalcanzable de Enrique Ponce que parece irreal por su cuasi milagrosa permanencia en la cumbre, ni quien diera tanto de sí en creciente perfección. Nunca un torero con tantas cualidades reunidas en su sola persona, ni quien haya terminado siendo adorado por todos los públicos, incluidos sus detractores, finalmente rendidos a la más absoluta de las evidencias.
Paso a paso y de año en año, ayer completado de sus 28 de alternativa. Y quien sabe, ni él mismo, cuantas temporadas más, reinventándose y hasta dándonos más y más sorpresas creativas de su inacabable imaginación que pone en la práctica ante el asombro de todo el mundo mediante suertes que además de sorprender, cautivan. Por su apoteósico desmayo, por su increíble abandono, por su entrega infinita y a la vez cercana. Ponce está toreando más cerca de los toros que nunca y se los pasa rozándole la taleguilla. Está tan sobrado física y mentalmente, que hasta se permite reaccionar en décimas de segundo para quitarse milagrosamente de muchas posibles cogidas. Tal cual ayer en su impresionante final de faena al sexto, metido entre los pitones como un novillero en busca de contratos. Como si le faltara todo por hacer habiendo hecho todo, absolutamente todo…
Su faenón de ayer frente al cuarto toro, fue otro más de los muchos que lleva cuajados esta temporada de la que será proclamado triunfador como la cosa más natural del mundo aún siendo tan infrecuente. De un más a muy más – sus así acontecen cada tarde – frente a toda clase de ganado sobre la base de su ciencia infusa a la que añade un arte en continua evolución que, al parecer, no tiene ni tendrá fin. El toreo al natural que ayer prodigó hasta saciarnos, lo ha convertido en archipersonal por sus maneras de citar con la muleta plegada sobre sí misma hasta abrirla por completo – se han bautizado como “Chivanas”- lo que le queda por inventar porque cada año que pasa nos sorprende con nuevas suertes quizá en otras manos podrían parecer vulgares y en las suyas un prodigio de la naturaleza, dada su proverbial naturalidad en cuanto hace y a la elegancia que también le es propia y exclusiva. La encadenación sucesiva de estas suertes con las más clásicas a propósito espaciadas con huecos de ballet que llenan de gozo a los espectadores porque de gozo del gran torero se trata en su permanente conexión con el público.
El de ayer en Zaragoza, pareció operístico. Se escuchaban hasta los silencios previos a cadas rotas ovaciones y los olés clamados al unísimo componían la escena sinfónicamente. Me detengo en tan maravillosa circunstancia porque esta comunión entre Enrique y el público se está convirtiendo en algo divinamente irresistible.
No es de chocar por ello que los públicos lo esperen cada tarde como si fueran a ser testigos de algo sobrenatural. Entonces, por qué detenernos en orejas de más o de menos ni en presidencias adrede con afanes de un protagonismo que en absoluto les corresponde? El de ayer, por poner un último ejemplo, lo que hizo el usía de turno fue el mayor de los ridículos.
Y qué más nos da? Pues para muchos – no para mi – algo que enfada innecesariamente. Es como coartar la libertad de expresión. Es como yugular el contento. Es un robo, además. Un robo que no empañó su quehacer hasta terminar dando una clamorosa vuelta al ruedo, exhibiendo la bandera de España, adueñado de su patriotismo de siempre sabido y celebrado. Por eso gritamos hoy: !Viva Ponce y viva España¡
Del resto de la corrida, ya quedó reflejada la ensangrentada actuación de Cayetano y de lo mucho que emocionó al público su cogida y, sobre todo, su derroche de raza al empeñarse en matar al toro que le había herido. Solamente quiero apuntar lo que tantas veces hemos dicho sobre Cayetano. La pena mayor es que se decidiera a ser torero demasiado tarde y que, como consecuencia de sus carencias de oficio y de experiencia, le lleve demasiadas veces a torear sin someter a los toros previamente. Claro que Cayetano tiene mucho mérito en empeñarse cada tarde en triunfar a costa de sus carencias. Está pagando un muy caro precio por ello. Ojalá mejore pronto y que medite…
Ayer no me gustó Ginés Marín al que vi como desnortado, fuera de si mismo, ajeno a sus muchas virtudes, quizá obsesionado en sus porqués y por sus como hacer para no quedar desairado por lo que hace Ponce y él no puede… Tiempo al tiempo…
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