El perrillo de Fermín Mondaraiz Mosulén, émulo del Perro Paco,
tratando de animar al Belador para volver a los corrales tras su indulto
Corrida de la Prensa 1982.
Hoy con el tránsito de Victorino Martín Andrés, no por anunciado menos doloroso, se va uno de los responsables de la propia afición, que si uno se hizo aficionado a los toros fue por toros como los de Victorino. Hoy habrá podido encontrarse por las dehesas celestiales con don Vicente José Vázquez y mirarle a la cara de tú a tú, con su sonrisa de tratante, de hombre sabio del campo, de gran ganadero de reses de lidia.
Y dicen que Marqués de Albaserrada, y el buen hombre tuvo la ganadería tan sólo ocho años; y dicen que Marqués de Albaserrada cuando el que ha hecho la ganadería, el que la ha dado fama, el que ha proclamado urbi et orbe lo del Marqués ha sido un paleto de Galapagar que se llama, se llama porque siempre se va a llamar, Victorino Martín, que dicen que se acaba de morir pero que no se va a morir nunca mientras permanezca el recuerdo de todos los Albaserrada que nos ha dado, desde su presentación en Madrid con los del 69, que fueron veinte veces al caballo, hasta los del 82 y el Belador, que no había quien fuese capaz de meterlo al chiquero después de indultado.
Victorino nos ha acompañado toda la vida de nuestra afición y aunque a veces haya estado por debajo de la altísima exigencia que siempre le hemos puesto, nunca ha dejado de echar uno al menos que él sólo valía por toda la corrida, por toda la Feria. Victorino y sus toros tobilleros de Ruiz Miguel, de Manili, de El Cid; Victorino y sus “toros que hacen el avión”, Victorino compitiendo con Miura en Madrid y echando la corrida impresionante de la Feria del año 14, con ese toro Vengativo, número 27, ese despliegue de casta, de fiereza, esa explosión primitiva de fuerza, de sentido. Y dicen que Albaserrada, por ocho años que lo tuvo. Y ahí, como un titán, Victorino, que no se refugia en la cosa del minoritario, que no está a ver si vende en Francia una corrida a un pueblo con dos mil espectadores, que está en Sevilla y en Valencia y en Bilbao y en Gijón, y en Madrid, poniendo su verdad frente a todos los inmundos ganaduros de eliminando lo anterior, que Victorino no sólo no elimina sino que hace mejor lo que ya era bueno y no se apea de su verdad: la verdad del toro, del cárdeno como bandera y, de vez en cuando del negro “que procede de lo ibarreño”.
Hoy con el tránsito de Victorino Martín Andrés, no por anunciado menos doloroso, se va uno de los responsables de la propia afición, que si uno se hizo aficionado a los toros fue por toros como los de Victorino. Hoy habrá podido encontrarse por las dehesas celestiales con don Vicente José Vázquez y mirarle a la cara de tú a tú, con su sonrisa de tratante, de hombre sabio del campo, de gran ganadero de reses de lidia.
Que la tierra te sea leve, ganadero
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