Luis Rubiales, presidente de la Federación, y Javier Tebas presidente de la Liga de Fútbol Profesional.
No queremos más, Javier Tebas. No queremos más, Luis Rubiales. No nos avergoncéis más, por favor. Parad. Y, si no sois capaces, delegad o, simplemente, coged la maleta e idos. Que vuestro odio, cómico en ocasiones, no perjudique al fútbol español. Ya no hace tanta gracia.
Tebas y Rubiales ya no hacen tanta gracia
Anoche, para ilustrar de un modo cómico la tragedia que, para el fútbol español, supone que el presidente de la Federación y el presidente de la Liga de Fútbol Profesional se odien de un modo tan indisimulado, puse en El Primer Palo el sonido del famoso tiroteo de la película Scarface, el precio del poder, protagonizada por Al Pacino, que da vida a Tony Montana. En otra escena de una película aún mejor, Ben-Hur, Quinto Arrio pega un latigazo por la espalda a Judá y éste se revuelve... pero se contiene: "Tu impulso es devolver el golpe, pero tienes la sensatez de contenerte", le dice, y añade: "tus ojos están llenos de odio, 41; eso te ayuda, se sobrevive con el odio, da fuerzas para resistir". Pero, a diferencia de Ben-Hur, que resiste atado al remo de un barco de guerra romano porque tiene un objetivo, el odio que se profesan Rubiales y Tebas no es contenido sino estruendoso, aparatoso y, en ocasiones como la de ayer, circense. Es dramático, sí, porque como contaba anoche la Liga podría denunciar la asamblea de la federación con el riesgo de colapso que ello supondría para el fútbol español; pero también es cómico, lo es hasta el punto de comprobar cómo dos personas adultas y que, si así lo quieren, podrán elegir el próximo domingo a sus representantes políticos presentando su carnet de identidad, que acredita que tienen más de 18 años, son capaces de llegar al extremo, como hizo ayer Tebas, de impedir el acceso a la asamblea de la Liga a los acompañantes del presidente de la federación, que no eran otros que el director de la asesoría jurídica y la directora de comunicación, apelando a un artículo de los estatutos.
A Javier Tebas, que es el hombre con el ombligo más grande del planeta Tierra, se le ocurrió un buen día que sería una buena idea jugar un partido de la Liga española en Miami; para llevar a cabo su idea no buscó el consenso ni se preocupó de recoger apoyos sino que tiró él solito hacia adelante y sin consultar a nadie; en el fondo, Javier Tebas trataba de demostrar que la federación era prescindible, que era un organismo satélite que giraba alrededor del sol, que eran los clubes; pero Rubiales, que también tiene un ombligo de dimensiones considerables aunque sin alcanzar el diámetro del de Tebas, se movió con rapidez, tiró de influencias y dejó en ridículo y con el trasero al aire al presidente de la Liga. Como ahora queda comprobado, puesto que él ha propuesto una Supercopa en Arabia Saudí, a Rubiales no le incomodaba tanto la idea como la forma elegida para llevarla a cabo, pero es que ahora el presidente de la federación ha optado por un modus operandi muy similar al de Tebas y ha creído que llevarse la Supercopa fuera de España o reformar la Copa podría hacerse sin el respaldo de los clubes, que son los que ponen jugadores, aficiones y estadios; de los 42 que integran la Liga de Fútbol Profesional, 39 tumbaron la idea de Rubiales; o lo que es lo mismo, de los 42 clubes españoles de Primera y Segunda, únicamente 3 se pusieron del lado de Rubiales, y así es imposible.
Esta balasera digna de El precio del poder debería frenarla alguien y ese "alguien" tendría que ser el Gobierno de la nación, pero al frente del Ministerio hay un hombre que piensa que Lopetegui es el nombre de una montaña del Pirineo español y en la secretaría de Estado está Maria José Rienda, que es una mujer simpatiquísima, una deportista ilustre pero cuyo mandato está pasando sin pena ni gloria y que no se va a meter en ese fregado. A Tebas y a Rubiales habría que ponerlos de cara a la pared y con dos orejas de burro a cada uno porque, y espero no hacer espoiler, Quinto Arrio no tenía razón, odiar no es bueno y la vida da tantas vueltas, tantas, como para que el comandante romano acabara apadrinando al número 41, que le salvó la vida. "¿Queréis más, cobardes?", pregunta Tony Montana en Scarface mientras regarga su ametralladora, "¿queréis más?"... Pues no, no queremos más. No queremos más, Javier Tebas. No queremos más, Luis Rubiales. No nos avergoncéis más, por favor. Parad. Y, si no sois capaces, delegad o, simplemente, coged la maleta e idos. Que vuestro odio, cómico en ocasiones, no perjudique al fútbol español. Ya no hace tanta gracia.
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