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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 24 de abril de 2019

El decurso del mėtodo / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Manzanares recibe al 2º el 21 de septiembre de 2012 en Logroño. Foto: www.josemariamanzanares.com


El decurso del mėtodo

Cali, abril 23 de 2019 
Que viene el toro, te quitas tú o te quita el toro. Así era el método, en el ruedo y en la vida. Dicen que Descartes aplicándolo, tituló su libro “Discurso” indicando que solo hablaba, no afirmaba.

Quite de legítima defensa, pues en tiempos de intolerancia y hoguera proponía nada menos que renunciar a lo sabido y buscar la verdad por sí mismo. Pienso luego existo. Quizá no le valió, murió joven y misteriosamente.

Sin embargo, a la par que se popularizaba la desafiante obra. La gente se largaba a pensar suelta de tramojo y en el ruedo los peones a robar el protagonismo de los caballeros toreros.

Los Romero de Ronda, abuelo, hijo y nietos, que seguro ni habían oído hablar del francés, coincidieron con esa moda y resolvieron a su real saber y entender, usar la muleta, esperar y recibir, ganando gran celebridad. Hasta hoy.

Para ello hubieron de hacer venir el toro, citar. No quitarse, parar. Estoquear y vaciar, o sea quitar al toro. Lo contrario del método consabido. Pedro, que al final fue maestro de la escuela de Sevilla, exigía primero que todo parar. Ese tiempo está descrito por su rival Pepe Hillo en la “Tauromaquia o arte de torear”, publicada 117 años antes de la alternativa de Belmonte.

A quien los historiadores, atribuyen el invento. Seguro, al ver en él conjugados y personalizados los avances logrados en ese largo lapso por tantos que le apostaron todo. Entre los cuales destacan: “Desperdicios”, quien perdió un ojo, “El Espartero” y “El Sacristán”, muertos por toros. Este último, ídolo y modelo de Juan desde su infancia.

Belmonte merece su leyenda, pero sin obviar la historia. Ni tampoco que su arriesgadísimo toreo, al cual auguraron no sobreviviría mucho, motivó la creación durante la pasada centuria de un nuevo toro, que se pudiese quitar a repetición para ligarle tandas y faenas embrocadas, lentas y prolongadas casi al infinito. 

Pero, cuidado, respeto. En contraprestación a tanta nobleza, hoy los toreros paran y duran más en jurisdicción de cacho. La siniestralidad que sufren demuestra cuanto siguen exponiendo. Tal ha sido el decurso que no el discurso del método.

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