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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 15 de marzo de 2015

Castellón: Las bodas de plata de Enrique Ponce.




Tras el paseíllo Ripollés obsequió a Enrique Ponce con un capote de brega pintado por él, con el mismo dibujo de las tres palomas del ruedo.


"...El genial artista de la tierra, Ripollés, fue el encargado de decorar la plaza de toros de Castellón en la goyesca homenaje a los 25 años de alternativa de Enrique Ponce. Las tablas lucían obras del peculiar artista, que le daban colorido y originalidad a la plaza..."

Las bodas de plata de Ponce en Castellón
  • Enrique Ponce correspondió a tanta gratitud con una faena importante y meritoria, ante un toro muy bien presentado aunque con las fuerzas justas, que no fue impedimento para que el valenciano realizara una gran labor premiada con las dos orejas.

Estrenó un vestido goyesco diseñado por su sastre para estas ocasiones, el gran Capriles. Recibió honores y regalos. y cuajó un faenón de los mejores suyos. Tomamos prestada información de la revista Aplausos con estupendas fotos de Javier Arroyo y texto de Jorge Casals


El genial artista de la tierra, Ripollés, fue el encargado de decorar la plaza de toros de Castellón en la goyesca homenaje a los 25 años de alternativa de Enrique Ponce. Las tablas lucían obras del peculiar artista, que le daban colorido y originalidad a la plaza. Cuatro lienzos decoraban los cuatro burladeros, simbolizando lo que para Ripollés representa la tauromaquia: ilusión, valor, dinero y pasión. Pintadas en el ruedo, tres palomas que abrazaban un corazón.
Tras el paseíllo Ripollés obsequió a Enrique Ponce con un capote de brega pintado por él, con el mismo dibujo de las tres palomas del ruedo. El festejo comenzó con 20 minutos de retraso al tener que acondicionar el ruedo.


Enrique Ponce correspondió a tanta gratitud con una faena importante y meritoria, ante un toro muy bien presentado aunque con las fuerzas justas, que no fue impedimento para que el valenciano realizara una gran labor premiada con las dos orejas. Ponce fue haciendo al toro, que tuvo muchísima calidad, con mimo y mucha suavidad, acariciando las embestidas sin toques ni brusquedad alguna. Toreó con mucha naturalidad, relajado, caído de hombros y con una gran elegancia. Hubo pasajes al natural de una gran despaciosidad. Los cambios de manos, la trincherilla… el toreo de floritura, fue muy del agrado del público, que vivió la faena con intensidad. Coronó la obra con una estocada perfecta. Fue la faena de la tarde.

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