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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 12 de diciembre de 2019

Hacienda y los toreros / por Antolín Castro



Los toreros hicieron suyas las sociedades, evitando con ello cotizar individualmente y rebajando en casi la totalidad de lo ganado el pago de un 25%. Ese era un gran paso, pero la búsqueda de nuevas fórmulas es un afán propio de quienes defienden a cara de perro el dinero que ganan.

Lo que dice Hacienda...

Se dice, o se decía, que una hacienda es una finca, agrícola fundamentalmente, de gran tamaño y de gran explotación.

Actualmente cuando pronunciamos esa sola palabra, Hacienda, lo hacemos con mucho recelo, pues decir hacienda es identificarla con una gran explotación. Sí, pero esta es una explotación hacia afuera, la que nos hace a nosotros.

El mundo del toro siempre se ha asociado, al menos en el siglo pasado, con grandes haciendas, con patrimonio o esas explotaciones agrícolas o ganaderas. No en vano ahí terminaban normalmente los dineros que los toreros ganaban delante del toro. Fincas que representaban el símbolo de los triunfos ante los toros.

Las cosas han cambiado mucho en todos los órdenes, y el primero es que los toreros tienen, en general, más difícil acaudalar dinero directamente de su profesión. Menos festejos, menos público y menos de todo. Los de antes en pocos años se habían hecho terratenientes, en la actualidad como mucho llegan a ‘terrasargentos’.

Y dentro de esos cambios, se varió hasta la forma de cobrar, ya que la Hacienda perseguidora va detrás de cuantos ganan algún dinero. Los toreros no iban a ser una excepción.

Y, claro, cada cual buscó el resquicio por donde hurtar algunos de los ingresos, o camuflarlos debidamente para que el fisco, así se le llama también a la Hacienda pública, no les arrancara lo ganado con el sudor de su frente. Pero cada uno defiende su parcela con uñas y dientes, buscando el euro como quien busca la salud. Entiéndase, la salud económica como objetivo prioritario.

Los toreros hicieron suyas las sociedades, evitando con ello cotizar individualmente y rebajando en casi la totalidad de lo ganado el pago de un 25%. Ese era un gran paso, pero la búsqueda de nuevas fórmulas es un afán propio de quienes defienden a cara de perro el dinero que ganan.

Fruto de esas posiciones la Hacienda, la gorda, la perseguidora de espabilaos, ha puesto a algún torero en la picota. Así es conocido que Antonio Ferrera está ahora en la picota por no ser coincidente su criterio con el que tiene el fisco.

Rizando el rizo la sociedad del extremeño sólo declara en ella los emolumentos de las plazas importantes, Madrid, Sevilla, Pamplona… Es decir, defender esa diferencia de un 25% cuando las cantidades merecen la pena. Hacienda ha dicho que nones, que la sociedad o es siempre o nunca, no a la carta.

Veremos si ese rizar el rizo termina por doblegar al torero o a Hacienda. Nos tememos que la voracidad de uno será derrotada por la voracidad de la otra.

No está solo, ya que su paisano, Perera, anda peor todavía. Éste por vía penal. En este caso el problema tiene otros matices y por allí andan las partidas en dinero B, dinero que otros llaman negro.

Cada uno busca que el dinero se quede en su bolsillo y para que así sea cualquier truco o triquiñuela parece viable. Claro que Hacienda es voraz como ella sola y también quiere que el dinero llegue a sus bolsillos. A cada cual lo suyo, pero lo que dice Hacienda…, casi siempre, termina por llevarse el gato al agua.

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