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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 29 de enero de 2013

UN TORERO RENACENTISTA / Jesús Cuesta Arana



"...El torero de Alicante –con toda su carga ancestral mediterránea– es ecléctico por filosofía y obra. Basta con echarle un vistazo rápido a su forma de vestir de toreo con reminiscencias añejas y algún que otro toque actual..."


UN TORERO RENACENTISTA 


Jesús Cuesta Arana

Seguro que si hubiera vivido a la par que Leonardo da Vinci – allá por el 1500– Luis Francisco Esplá habría sido torero, si el toreo ya figurara en regla. Es un humanista vestido de luces. Si en el Renacimiento retornaron las maneras o formas clásicas con nuevo impulso, Esplá trae al Toreo la esencia tradicional con acento y espíritu renovador. Un clásico contemporáneo. No es una paradoja heraclitana. Sino una perfecta armonización de contrarios. Sin duda es un torero largo, enciclopédico que se sabe la historia del Arte y la del Toreo de pe a pa. No por algo es versado en Bellas Artes: le otorgan con todo merecimiento la Medalla de las Bellas Artes. Un premio justo y necesario: dignifica al Toreo. Otro torero más en la historia de los excelentísimos. 


El torero de Alicante –con toda su carga ancestral mediterránea– es ecléctico por filosofía y obra. Basta con echarle un vistazo rápido a su forma de vestir de toreo con reminiscencias añejas y algún que otro toque actual. También sus gestos, ritual y forma de andar en la plaza. El bordado apretado de sus ternos de torear tiene el sabor de los tiempos de José y Juan (hombrera amplia, chaquetilla abierta para lucir chaleco, camisa de cuatro botones en el cuello; grandes golpes y caireles; faja ancha y corbatín estrecho). A veces torea amonterado con la muleta. Una vieja costumbre en desuso. Hace el paseíllo con cierta donosura y diligencia armonizando el andar con todo el cuerpo a compás con regusto y arrogancia. Sin teatralidad o marchosería huera. Su toreo es también quintaesencia de su temperamento, de su personalidad entendido desde los cánones clásicos. Desde la transmisión de saberes, asimilando toda su ciencia y conocimientos al ritmo vertiginoso de los tiempos. Como haciendo suya la máxima de Eugenio d´Ors de que todo lo que no es tradición es plagio. 



Luis Francisco Esplá, a través de su tauromaquia explica en román paladino que el toreo no puede ignorar su hilo conductor. En su espíritu y mente caben todos lo movimientos y tendencias artísticas: desde lo clásico a lo romántico; del naturalismo a las vanguardias. Pasando desde la fiebre expresionista a las vaporosas atmósfera de Turner, por señalar un ejemplo. En fin: un espacio abierto donde se funde la tradición y la modernidad. Un caso único en el Toreo. 



Una feria de Abril de Sevilla, el que escribe tiene la adorada ocasión de hablar un buen rato con el torero alicantino en el ambiente taurino y proverbial del Hotel Colón. Quedo fascinado por la lección de urgencia del torero sobre el Quattrocento Italiano, para desembocar luego, sin solución de continuidad en las elucubraciones de los caminos del arte desde la serenidad al grito desgarrador del genio creador. La terribilitá. Sabe distinguir a las claras a los que tienen el corazón en la boca y a los que tienen la boca en el corazón. Son muchas primaveras y paseíllos vividos. 



Esplá, en síntesis, es un hombre luminoso al que nunca cegaron –ni ciegan– el brillo de los caireles. Sencillo y bienaventurado como todos los genios. Son los mediocres los que van partiendo los vientos. 



Después de aquella inolvidable charla sevillana con la primavera vestida ya de albero y bordada de hilos de azahar, veo al torero desaparecer entre la turbamulta del hall del hotel, camino del retiro de su habitación donde espera la soledad y un traje bordado en oro. Luego va camino de la Maestranza para expresar ante dos toros el misterio del arte y de camino si es posible salir por el Arco del Triunfo –la Puerta del Príncipe– lo mismo que Trajano, aquel emperador de Sevilla que tenía cara y facha de lidiador. 



Con las corrientes impresionistas del Guadalquivir al fondo; un cielo velazqueño y la estatua expresionista de Juan Belmonte en Triana. Luego el oro de las luces bordando la noche… Y rayando el aire vuelan ya los recuerdos hasta que el primer gallo avise el alba y el nuevo día se vuelva a vestir de torero esperando a porta gayola la furia y vértigo del tiempo.


1 comentario:

  1. Doy fé de todo ello.

    ¿Luis Mazzantini e Ignacio Sanchéz Mejías serían comparables al maestro Esplá?

    Bisturí

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