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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 1 de junio de 2013

Decimonovena. La de Samuel. Corral de cuernos / Por José Ramón Márquez


Samuel en Madrid

"...La corrida de Adolfo, la tarde de toros del día anterior, fue una constante ensoñación y un motivo constante de recuerdo..."

José Ramón Márquez

Estamos ya en la penúltima de Feria, en el llamado «Triduo torista», que es en lo que ha devenido la antiguamente llamada «Semana torista». Han ido quitando, quitando y al final tenemos tres corridas, que hasta la de Victorino hubo que sacarla de aquí para que saliesen las cuentas de ver si sonaba la flauta y Talavante -¿alguien le recuerda?- conseguía triunfar con ellos durante el Puente de San Isidro.

No sé si la inclusión de la corrida de Samuel Flores es de plena justificación en esta limosna torista de final de ciclo. La verdad es que los samueles llevan un puñado de años que no acaban de reverdecer viejos laureles. Hace tres años la corrida de San Isidro hizo concebir ciertas esperanzas, pero la verdad es que ahí está pasando algo que por lo que sea no se controla ni acaba de romper. La corrida salió mansa de solemnidad y pequeña para lo que es el toro de Samuel Flores, o sea que ni comportamiento ni presencia. En cuanto a presencia, la corrida pareció chica y un par de toros se protestaron de salida, puede decirse que fue más baja de presencia de lo normal en los samueles y, si se quiere comparar, digamos que 47 arrobas tenía de promedio la de Samuel de la Feria de hace veinticinco años y 44 y media la de hoy. 

Lo que no se puede negar es la leña que llevaban los tíos, que eso es marca de la casa. Una desproporción total en la cosa córnea y, en ese aspecto, la palma de oro para el quinto, Puchero, número 56, que parecía más venado que toro por lo desproporcionado de sus astas. Sostiene mi amigo Vicente, que de ganado sabe lo suyo, que los toros que tienen un desarrollo desmesurado de los pitones en relación a la cabeza y al cuerpo es porque de chicos se les ha cicateado el alimento, vamos, que los bichos se han tirado de erales, de utreros y de novillos mudando chinas con el hocico y en el último año los meten forraje para que hagan las cincuenta arrobas.

Los samueles huyeron de manera ostensible de los caballos, a los que no querían ver ni en pintura, se escupieron de la suerte, cocearon, corrieron a la huida de lado a lado de la Plaza y se dolieron en banderillas. En general no desarrollaron sentido ni excesiva mala leche y hubo un par de ellos, el lote de Pérez Mota, que tuvieron mejor predisposición a la cosa de la muleta. 
El tercero de los que estaban anunciados se fue de vuelta a los corrales por colapso psicomotriz generalizado, o sea que no se tenía en pie, y fue sustituido por Vieiro, número 29, de Aurelio Hernando, un animal que más que eso era ya un amigo, de tantas veces como le hemos visto anunciado de sobrero, desde la de Torrealta a principios de Abril, cuando pesaba 574 kilos hasta la de hoy, que por fin ha abandonado el Corredor de la Muerte con 554, veinte quilos de pérdida que tuvo Vieiro en casi dos meses, de tantas preocupaciones o a causa de la Dieta de Crisis Taurodelta Y es que al pobre Vieiro le hemos tenido anunciado de sobrero en lo que llevamos de temporada, además, en las de Hermanos Lozano/La Dehesilla, José Luis Pereda, Los Bayones, José Escolar, Montealto y Adolfo Martín. 

Para vérselas con los toros albaceteños de Samuel Flores se acercaron esta tarde por Las Ventas Antón Cortés, Pérez Motay Rubén Pinar, cada cual con sus circunstancias.

La anterior vez que Antón Cortés estuvo en Las Ventas fue con una de Guardiola que salió bastante blanda y mansa, hace de esto ya un par de años. En aquélla no dio un lance ni un trapazo digno de mención, lo mismo que hoy. Como tampoco mata, la razón de su presencia en el cartel es harto incomprensible, pero con los nombres que hemos visto pasar por Las Ventas en la Feria tampoco iremos a decir que éste sobraba, ni mucho menos. En el programa de mano se informa de que el año anterior toreó tres corridas y viéndole, la verdad es que te lo explicas perfectamente.


Pérez Mota venía a confirmar la alternativa que le dio Enrique Ponce en la Feria de Santiago de Santander, en 2007. Fue este un novillero que toreó bastante, siendo de los que más toreaban en aquellos años junto a Luque, Rubén Pinar, Oliva Soto o Pepe Moral. Diremos que Pérez Mota es un daño colateral del julismo y de su nefasta influencia, que apartó del buen camino a muchachos que podían haber desarrollado otras maneras, pero que abrazaron el lado oscuro pensando que las trapacerías del Chiquitín de Velilla les iban a llevar a ser figuras. Pérez Mota fue novillero bastante puntero y luego la durísima selección natural le ha dejado relegado a matador que el año pasado se anunció en diez ocasiones. Puede decirse que hoy ha tenido a su disposición el lote más «potable» de la tarde y que con él ha dado la medida de su ausencia de tauromaquia. Un torero en su situación debería venir a Madrid con otra disposición, a dejar patente algún sello distintivo y no a tirar líneas sin comprometerse lo más mínimo.

A Rubén Pinar se le puede decir lo mismo que a Pérez Mota en cuanto a la nefasta influencia del julismo, de la que Pinar fue el Delfín, claro que aquellos eran tiempos en que recibía el amigable cobijo de ese mecenas llamado Don Julián. Ahora Rubén Pinar se encuentra en una crítica encrucijada, pues ve que todas las triquiñuelas que aprendió del de Velilla no sirven de nada con el ganado que ahora le toca enfrentarse y que su escuela julera es una losa sobre él. El año pasado estuvo en la tremenda corrida de Guardiola a quien, por cierto, ni han considerado para la Feria de este año, y puede decirse que es la primera vez que se vio a Rubén Pinar con hechuras de torero, saliendo airoso de esa complicada tarde; hoy le ha tocado el Vieiro de Aurelio Hernando, un jabonero sucio serio y peligroso que en el mismo inicio de la faena se le llevó por delante y le tuvo en el suelo a merced de sus derrotes sin que, afortunadamente, saliese herido. Estaban en la Andanada unas señoritas norteamericanas posiblemente educadas en la cosa de Disney y de Ferdinando y, cuando Vieiro le tiraba derrotes a Pinar en el suelo, una la dijo a la otra:

-Oh, my God. The bull is bad. 

Y es verdad que el bull era un rato bad, que a la primera de cambio, si te descuidabas, te echaba mano y te mandaba al hule. En ese toro difícil y emocionante, Pinar no se arredró y planteó un trasteo serio, reivindicándose como torero, tratando de quedarse y de no perder pasos más que cuando las circunstancias lo requerían, con gran firmeza y verdad, a miles de kilómetros de la peste julianera. En su segundo fue víctima de su propia Historia. El toro era manso de solemnidad, tanto que durante su faena de muleta dio una vuelta y media al anillo de la Plaza, sin que la técnica de Pinar, estudiada para el toro que se coloca solo, para el toro tonto del bolo, siempre le dejaba abierta al animal la gatera sin sujetarle con la muleta a base de bajarle la mano, de someterle, y de prolongar el muletazo hasta dejar al toro fijado para el siguiente. Es digno de señalar que Pinar estuvo mejor con el toro más vivo y más violento y peor con el que exigía más técnica o, por decirlo con la palabra adecuada, oficio.

La corrida de Adolfo, la tarde de toros del día anterior, fue una constante ensoñación y un motivo constante de recuerdo, máxime al ver cómo en esta tarde de hoy ni hubo dirección de lidia, ni hubo torería ni guapeza, ni se picó medio bien y muchas veces el ruedo parecía el de un pueblo en fiestas con los mozos echando el capote al aire y nadie en su sitio. Y hubo un momento en que, a la salida de los picadores, el toro iba de uno a otro a su libre albedrío y alguien recordó a Nadal y a Federer.

El Samuel de Ponce en Bilbao

Irse de naja

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