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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 13 de febrero de 2014

EL EJEMPLO DE VALDEMORILLO / Por Antolín Castro

Manuel Escribano saliendo de un par comprometido en tablas

"...Su empresario desde hace diez años, Tomás Entero, la ha ido dotando de seriedad y rigor a la hora de hacer los carteles. Anuncia toros y eso es lo que suele salir por la puerta de chiqueros, toros de trapío suficiente, y más, para una plaza de tercera, pero que se sabe que cuenta con aficionados de primera..."

EL EJEMPLO DE VALDEMORILLO

Antolín Castro
En este fin de semana hemos podido ver la Feria de Valdemorillo, primera de las ferias con cierto renombre y repercusión. Su plaza, cubierta desde hace años, es el epicentro de las miradas en el inicio de la temporada europea. Además, desde el pasado año, las cámaras de Canal+ retransmiten lo que allí sucede y el eco se multiplica exponencialmente.

Está cerca de Madrid y eso se nota en los tendidos. Caras conocidas de Las Ventas y un nivel de exigencia bastante aceptable, lejos de la verbena en la que se convierten determinadas ferias de provincias. 

Su empresario desde hace diez años, Tomás Entero, la ha ido dotando de seriedad y rigor a la hora de hacer los carteles. Anuncia toros y eso es lo que suele salir por la puerta de chiqueros, toros de trapío suficiente, y más, para una plaza de tercera, pero que se sabe que cuenta con aficionados de primera. También los toreros son elegidos y se suele tener la sensibilidad para que hagan el paseíllo aquellos que tienen méritos ganados en la temporada anterior. 

Ya hemos reseñado que los anunciados gozan de méritos, que en otras plazas ignoran, y aquí se plasman en su contratación. A modo de ejemplo podemos decir que contrataron a Javier Castaño quien sin duda, junto a su cuadrilla, protagonizó un momento cumbre el pasado año en San Isidro, pero también contrataron a Paulita, un torero con condiciones y pocos festejos en el pasado año pero dejando huella. Así deben anunciarse los toreros, con méritos.

Pero siendo todo ello relevante, este año y por causar baja uno de los toreros anunciados, Alberto Aguilar, quien sufriera una importante lesión en Colombia, ha permitido dar un paso más en la edificación de lo que podríamos llamar ‘la contratación justa’.

De ese modo, el empresario anunció con tiempo que ese puesto, en la segunda corrida, sería ocupado por el diestro de la terna anunciada el día anterior y que fuera capaz de abrir la puerta grande. A los aficionados más mayores les trasladó a otras épocas esta iniciativa, cuando los contratos se ganaban en la plaza, día a día. Eso, precisamente, se anunciaba: El triunfador ocuparía el puesto del lesionado Aguilar.

Una carga de ilusión nueva, y que se sumaba a la que ya llevaran, para los actuantes. Escribano, Mora y Saldívar, sabían al hacer el paseíllo que el triunfo tenía premio. Y así fue.

Manuel Escribano se alzó con el triunfo y el premio, todo en tiempo real, algo totalmente inusual en los tiempos actuales, donde las contrataciones vienen ya hechas desde el día de Reyes. Eso sí, unos Reyes falsos, que no magos, ajenos a la magia y a la justicia, pues solo premian y dan regalos a los ricos, procurándoles los mejores carteles y los mejores puestos para todo el año, allá penas si con ello hacen de la Fiesta algo predecible, monótono, rutinario, injusto y aburrido.

El torero sevillano, Manuel Escribano, que sabe bastante de ganarse los contratos a pulso, en esta ocasión, y más que nunca, sabía que el premio de su tesón y entrega era inmediato, además de anunciado y sin posibilidad de que le pudieran hacer jugarreta alguna. David Mora se quedó a las puertas, lógico pues el valor de las dos orejas en un toro siempre ha sido reflejo de mayor premio y mérito que la suma de una y otra oreja.

Todo un ejemplo este de Valdemorillo que podría instalarse en futuras ferias y carteles, donde sin necesidad de lesionado alguno, se guardaran puestos para los que de verdad se los ganen en la plaza. No es un invento nuevo, pero va bien dirigido y en el buen camino para todos: profesionales y aficionados.

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