la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 17 de julio de 2014

Maravillas, mi madre / Por Posada de Maravillas






"...La madre de un torero se encuentra en una situación que ella no ha elegido y que va contra su naturaleza, y le toca resignarse a vivir ajena a ese control. Porque un torero asume su propio destino y se enfrenta solo a sus miedos y a sus riesgos, y la madre lo único que puede hacer es rezar, y en nuestro caso rezar por partida doble..."

VA POR MI MADRE Y POR TODAS LAS MADRES DE TOREROS
  • Como soy consciente de lo que mi hermano y yo la exigimos, de su sacrificio, y por el respeto tan grande que la tengo, la quise honrar llevando su nombre en mi nombre artístico, porque de alguna manera la he obligado a compartir mi destino. Quiero que cuando vele por mi, sepa que yo también la tengo siempre muy presente.

Torero
Esta profesión te obliga a ser honesto con tus sentimientos, y llamándome “Posada de Maravillas” doy fe de cuales son mis dos pilares principales. Soy torero de la dinastía Posada e hijo de Maravillas, y de ambos hechos me siento orgulloso.

Cuando se vive al límite, se tiene muy presente a los seres queridos, y mi madre, Maravillas, es siempre de quien más me acuerdo.

Maravillas Barranco López de Sa nació en el seno de una familia taurina, así que conoció de primera mano los sinsabores de una profesión que en dos ocasiones estuvo a punto de llevarse antes de tiempo la vida de su padre, mi abuelo, Juan Posada, como les ocurrió a varios de mis antepasados, muertos en las astas de los toros. De nada le sirvió querer alejarse del peligro de los ruedos casándose con un hombre ajeno a esta profesión, mi padre, un hombre excelente al que admiro y adoro, porque le salieron dos hijos toreros, mi hermano Ambel Posada y yo.


Cuando una mujer decide ser madre antepone los hijos a todo, pasando ella misma a un segundo plano, y esta decisión implica sacrificio y entrega. Pero también incluye un compromiso de cuidado y protección de esa vida que alumbró y que a veces se escapa de su control. La madre de un torero se encuentra en una situación que ella no ha elegido y que va contra su naturaleza, y le toca resignarse a vivir ajena a ese control. Porque un torero asume su propio destino y se enfrenta solo a sus miedos y a sus riesgos, y la madre lo único que puede hacer es rezar, y en nuestro caso rezar por partida doble.

Leí en el blog de Juan Lamarca unos artículos de El Ruedo de 1944 del periodista “Barico”, que titulaba “Las que se quedan rezando”, dedicado a las madres de los toreros de dos dinastías, la de los Bienvenida y la de los Vázquez de San Bernardo. A pesar del tiempo transcurrido, 70 años, reconocí en las figuras de Carmen Jiménez y Concepción Garcés, a mi propia madre, su mismo espíritu de entrega y de padecer silencioso. Y me enorgullece pensar que Maravillas forma parte de esa leyenda de sufrimiento, valor y ternura que llevan consigo las madres de los toreros. Porque aunque hoy en día no resulte extraño verlas en tentaderos e incluso en las plazas, el sentimiento de miedo que comparten sigue siendo el mismo. Mi madre se mantiene al margen del mundo taurino, también porque confieso que soy muy maniático y yo así lo prefiero y es lo que le he pedido, porque si la viera en el tendido no podría torear relajado, y permanecer ajeno a su sufrimiento.

Como soy consciente de lo que mi hermano y yo la exigimos, de su sacrificio, y por el respeto tan grande que la tengo, la quise honrar llevando su nombre en mi nombre artístico, porque de alguna manera la he obligado a compartir mi destino. Quiero que cuando vele por mi, sepa que yo también la tengo siempre muy presente.

Un torero pasa por momentos de mucha soledad, sin más compañía que la de los propios pensamientos. Todo aquello que me haga recordar que no estoy solo, es un consuelo. “Posada de Maravillas” de alguna manera es también un nombre que me transmite la fuerza de quienes están conmigo, apoyándome. En él veo a mi madre detrás rezando por mi bienestar, y me da seguridad. Imagino que es lo mismo que podrían sentir los Bienvenida al vestir las camisas de torear que les hacía su madre a mano. Un recordatorio de que hay alguien que cuida de ti. Porque ellas no lo saben pero es muy grande la fuerza y el poder que una madre te transmite cuando la necesitas, y son capaces de mostrar su presencia en cualquier detalle y ofrecerte toda su ayuda, aún cuando no están.

Yo lo he añadido a mi nombre pero detrás de cada torero hay una “Maravillas” que espera, que reza, que sufre… Y va por la mía, que es la que aguanta y entiende mis manías, y por todas las demás, mi más sincero y agradecido homenaje.



No hay comentarios:

Publicar un comentario