Pérez Alarcón
Digo yo que... Blogspot
En estas fechas se cumplen veinticuatro años del lamentable percance sufrido por el Maestro Julio Robles en la plaza francesa de Beziers, y que terminó con su carrera y prácticamente con su vida, pues desde el percance quedó postrado en una silla de ruedas, y rodeado de sus fieles y numeros amigos, y el reconocimiento de la afición taurina. El toro de nombre “Timador” de la ganadería de Cayetano Muñoz y marcado con el número 123, volteó al diestro durante el saludo de capote. Robles cayó al albero sobre la nuca, quedando completamente inmóvil. En ese momento comenzaba el calvario particular del diestro de Fontiveros (Avila). El parte médico decía: “Tetraplejia incompleta de los miembros superiores e inferiores por lesión de la parte baja del raquis cervical”. Al final todos sabemos lo que pasó.....
Foto: Julio Araez. ( Archivo familiar. Marzo de 1987).
Por eso, este modesto Blog recuerda todos los años a Robles, que siempre estará en la mente de los aficionados a los toros, y por supuesto en mi hogar, donde esta foto que ilustra este "post" esta enmarcada en un rincón especial.
El muchacho más joven que aparece en ella - con bocadillo de "Nocilla" en mano -, es el propietario de este Blog, y aparece junto a Robles (azul y oro), y su cuadrilla - que reconozca Cervantes (bombona y plata) y "Faiki" (grana y azabache)- entre aficionados de Almería y familiares que íbamos dispuestos a ver torear en marzo de 1987, a Manzanares (padre), Robles, y a Julián García (un torero de Valencia que organizaba la corrida).
Interesante cartel que siempre estará en la memoria de este aficionado, como siempre permanecerá mi recuerdo a este torero, que tuve la dicha de conocer por el vínculo que tuvo con mi familia, y con la afición de Almería. ¡¡Siempre en la memoria!!
Era abulense de nacimiento, pero salmantino de formación y de adopción. Torero grande y respetado por todos los aficionados.
ResponderEliminarCon aquella fatídica voltereta en tierras francesas de Julio Robles terminó su carrera taurina, y lo que fue peor, acabo con su vida. Nadie podía pensar que esa tarde de Bezier sería la última vez que vistiera el traje de luces, traje que en muchas ocasiones tiene también junto a sus luces “sus sombras”.
Julio Robles estuvo muchos meses en el hospital, posteriormente pasó a su casa, pero siempre en silla de ruedas, todos los de su alrededor, salvo poquísimas excepciones se seguían acercando a él, pero más que para ayudarle y darle ánimos, para ir sacando lo que se pudiera. Estábamos ante el final de la gloria de un torero.
Es cierto que el mundo del toro estuvo con él hasta el último suspiro, ahí estuvieron esos homenajes, en Salamanca y Madrid que lograron una buena recaudación.
Lo malo del caso es que esa recaudación no la pudo disfrutar el torero, porque alguien en sus cercanías fue cogiendo lo que podía, y al final, lo que el torero había ganado en los ruedos (y que fue bastante), más lo que se sacó de esos homenajes se fue difuminando como un azucarillo.
Para más INRI, su “legítima esposa”, no recuerdo si colombiana o venezolana, le dejó en Salamanca y ella emigró a su tierra. ¿Por qué?, eso nunca se puede saber o no se debe de decir.
Bien cierto es que una persona, que le quiso siempre y no por lo económico, como si fuera su madre, estuvo a su lado en todo momento.
Al final, no podía ser de otra forma, y le llegó la muerte, y toda Salamanca le despidió como una auténtica figura del toreo que había sido. Era el adiós a un TORERO.
En vida le habían querido los que de verdad le querían. En vida le habían saqueado los que van detrás del traje de luces, y no detrás de la persona. Pero el TORERO descansaba en su tumba.
Por desgracia no sólo para el torero, sino para cualquier persona que descansa en la paz de un cementerio, unos desalmados, unos sinvergüenzas, unos verdaderos truhanes, que no saben respetar el descanso eterno de quien dejaron ya de estar en este mundo, escribieron sobre su lápida con letras rojas, unas frases lamentables, de entre las que sacamos: “Toreros asesinos”. Además de robar su busto.
Aquí no se ha maltratado a un torero, aquí se ha profanado su sepultura. No se ha ido contra los toros, se ha ido contra el respeto de alguien que ya ha muerto y que descansa eternamente.
Como taurino y admirador que fui de Julio Robles, maldigo a esos cabrones que profanaron su tumba.
Juan Tomás Pinzón