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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 17 de agosto de 2014

Oswaldo Viteri, una cumbre / Por Rodrigo Villacís Molina




"...como se sabe, en el camino este artista ha hecho abstractos con el tema del paisaje; retratos, incluso un “mano a mano” con Guayasamín; ha explorado a fondo el mundo de la tauromaquia y tiene diversas versiones del Crucificado. Pero también ha alzado su voz en la cuestión política, y sus desnudos, desdibujados a la sanguina, en términos expresionistas, constituyen un magistral tratamiento del tema..."

Oswaldo Viteri, una cumbre

Rodrigo Villacís Molina
Viteri es uno de los artistas plásticos más destacados, no solo entre los contemporáneos, sino en la historia de la pintura nacional. Desde muy joven, cuando estudiante de secundaria en su nativa ciudad de Ambato, era reconocido por su extraordinaria habilidad para el dibujo. Se trasladó a Quito a fin de estudiar Arquitectura en la Universidad Central, y su prestigio se consolidó, porque al margen de la carrera que seguía demostró su virtualidad tanto con el lápiz y la plumilla como con los pinceles. Pero sobre todo, se hizo evidente el potencial creativo del entonces joven artista.

Este potencial se incrementó, obviamente, con los estudios, los viajes, las visitas a los grandes museos, amén de la práctica cotidiana. De modo que en los años 60 Viteri ya era un pintor reconocido, con una trayectoria ascendente, marcada por la búsqueda y la experimentación con los temas, las técnicas y los materiales. Fue uno de los primeros que ensayó aquí el collage, dando lugar a la polémica. Pero también ensayó una performance que desconcertó al público, y más tarde lo sorprendió con sus ensamblajes; en los cuales, en solitario o arracimados conviven sobre el lienzo unos pequeños muñecos de trapo, que nos remiten metafóricamente a nuestras manualidades populares Así como, en cambio, aluden a la religiosidad del pueblo algunas composiciones con ornamentos rituales. 

Es que las composiciones de Viteri admiten diversos materiales, incluso toscos maderos que en sus manos han tomado una gran fuerza simbólica, como en el Cristo expuesto en la muestra más reciente, en el Centro Cultural Metropolitano. En esta se hallan también algunas colecciones, cual “Los desastres de las guerras” inspirada en Goya, como se desprende del título, y que resulta más impactante que la obra del maestro español. Diríase que Viteri ha volcado en estos cuadros toda su angustia por la maldición de los enfrentamientos bélicos que sacuden con demasiada frecuencia a la humanidad, y cierra la serie con una enorme bandera blanca sostenida, en contraste, por un ser mínimo, de su familia de muñecos.

Mas, como se sabe, en el camino este artista ha hecho abstractos con el tema del paisaje; retratos, incluso un “mano a mano” con Guayasamín; ha explorado a fondo el mundo de la tauromaquia y tiene diversas versiones del Crucificado. Pero también ha alzado su voz en la cuestión política, y sus desnudos, desdibujados a la sanguina, en términos expresionistas, constituyen un magistral tratamiento del tema. 

En la aludida exposición se incluye, como un detalle original, un video con la interpretación que sobre el lienzo hace el maestro, de la Sinfonía No. 1, de Shostakovish, dirigida por Emmanuel Schiffer. 

En resumen, Oswaldo Viteri es una cumbre muy alta en la orografía artística de los Andes. Tanto que se la divisa con admiración, desde muy lejos; quiero decir, también desde otras latitudes.



Dibujo de Tauromaquia de Oswaldo Viteri

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