La nueva Ley de Espectáculos dificulta la realización de grandes eventos en el coso y pone en peligro su viabilidad
La Plaza de Toros de Córdoba, un escenario desaprovechado.
Francisco J. Poyato
Manuel Benítez «El Cordobés» tuvo la culpa, dicen los entendidos, de que en la Haza de los Tres Picos —hoy la Huerta de la Marquesa— se levantase en 1965 una de las plazas de toros más grandes del orbe de la Tauromaquia. Córdoba, «la Casa de los Toreros» según Ignacio Sánchez-Mejías, había enterrado a Manolete veinte años antes y se quitaba el luto con un regalo despampanante a su nuevo «Califa». José Rebollo, el arquitecto municipal de la «Década prodigiosa» de Antonio Cruz Conde, terminó el proyecto del nuevo coso en 1963, y casi dos años después, un 9 de mayo, diecisiete mil almas veían hacer el paseíllo sobre el albero heredero de Los Tejares al diestro de moda. Al ciclón de Palma del Río. Un espectáculo extraordinario, sin duda, en un espacio moderno y funcional para aquellos tiempos y en contraste a la solera incómoda de otros ruedos.
Cuarenta y seis años después, otro ciclón, pero del tenis mundial, Rafael Nadal, pisaba con sus tics casi taurinos la tierra batida de la misma plaza. Alrededor de veinte mil almas agitaban sus abanicos para contemplar al «Califa» del deporte español en una semifinal de la Copa Davis frente al combinado galo. En el mismo templo sagrado que proyectó Rebollo sobre aquellas solariegas huertas y proporcionando otra gran cita de escaparate mundial a la ciudad, con un elevado impacto económico y de imagen, como lo fue aquel día de mayo de 1965.
Hoy, el coso que rinde tributo a sus «Califas del Toreo» con una antesala de bustos patricios se aproxima a una especie de callejón sin salida. Inmerso en una paradoja singular, el único recinto de Córdoba que puede albergar grandes espectáculos se ve atado de pies y manos por la nueva Ley de Espectáculos de Andalucía que apenas cuenta con ocho meses de vida y que firmó Rosa Aguilar Rivero, consejera de Justicia e Interior, la tantas veces ocupante de otro callejón, el de los sustos, como buena aficionada al arte de Cúchares y exalcaldesa.
Semifinal de la Copa Davis de Tenis, celebrada en la Plaza de Toros en 2011
Semifinal de la Copa Davis de Tenis, celebrada en la Plaza de Toros en 2011 - Valerio Merino
La oenegé Adevida se ha visto obligada a suspender su tradicional Baratillo, pilar para acometer su labor con decenas de mujeres embarazadas y sin recursos. La norma, en su disposición adicional primera, modifica las pautas que hasta ahora regían para la celebración de eventos, espectáculos y actos en recintos de uso público, acotando a un máximo de doce al año fuera de su uso ordinario.
Interpretación maximalista
La Gerencia de Urbanismo ha realizado una interpretación maximalista de la norma (llega a hablar de doce días al año cuando el tenor literal del BOJA es «doce espectáculos», y los hay que duran más de un día, obviamente), por lo que el horizonte que deja este posicionamiento —que da continuidad al polémico informe de 2014 que suspendió un concierto de Malú por falta de condiciones de seguridad y accesibilidad así como adaptación al nuevo Código Técnico de Edificación— es muy gris para los dueños del coso taurino y la empresa cordobesa Riff Producciones, actual arrendataria para actos no taurinos. Una de las sociedades promotoras musicales más importantes ahora mismo en España.
Desde septiembre de 2018 y hasta el mismo mes del presente 2019, la suma de días ocupados con uso extraordinario de Los Califas sólo en conciertos y espectáculos sería quince: The Hole (diez días), Mark Knopfler (29 de abril), Pablo Alborán (11 de mayo), Manuel Carrasco (13 y 14 de septiembre) y Hombres G & Danza Invisible (27 de septiembre). Sobran.
De ese cartel ya se han caído el Baratillo, una feria de la tapa y diversas representaciones teatrales o ferias comerciales que han llegado a celebrarse este tiempo atrás en una carpa instalada en el ruedo con capacidad para 2.300 personas y de la que se ha prescindido por esta normativa. Y en el terreno de la duda está el cine de verano, otra «actividad recreativa» que se prolonga todo el estío y a la que, aplicándole de manera fiel la literatura de la ley objeto de la polémica, entraría en el mismo saco de la controversia suscitada con Adevida.
Los números
El problema tiene una base real de números. La caída de los festejos taurinos (apenas cuatro o cinco para una plaza de primera categoría), su principal sentido y vía de ingresos, obliga a la propietaria desde hace tiempo a buscar cuadrar su contabilidad abriendo el uso de la plaza a otro tipo de actividades. Los ingresos anuales de Nueva Plaza de Toros SA (con 227 accionistas, algunos herederos del canje de huerta por acciones en su fundación) pueden rondar los 140.000 euros. Espectáculos Taurinos de México (integrada en el conglomerado FIT Tauromaquia) paga un cánon de 65.000 euros al año por dar corridas de toros —una cantidad sensiblemente rebajada en la última década, ya que se llegó a pagar el doble—. Riff Producciones, con quien este periódico se ha puesto en contacto para que ofrezca su versión y lectura de la situación y ha declinado hacerlo, aporta 60.000 euros de canon anual. Su contrato expira en 2020. El de la firma taurina, este mismo año cuando se cierren los portones a finales de mayo. El resto de ingresos son nimios (un establecimiento de hostelería y su alquiler y poco más).
En la cuenta de gastos, 40.000 euros de Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) al año, luz, agua, empleados, mantenimiento... que elevan la nómina por encima de los ingresos. Todo ello sin contar las dos intervenciones de obra que se han acometido (y aún se llevan a cabo) desde 2015 y a raíz de los primeros informes negativos de Urbanismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario