Siendo así, el jefe de prensa de dichas señoritas, heroínas todas ellas, no quiso que ninguna mujer de dicho equipo hablara para la Cope. Seguramente, el tipo aludido debe ser un auténtico gilipollas catalán y, sabedor que la Cope es una emisora de España, quizás por ahí viniera su negativa. ¿Y por qué hago este preámbulo? Muy sencillo. Esa imagen del jefe de prensa se ha instalado en todos los sectores y, les puedo asegurar que es la figura más nefasta en todos los órdenes que jamás pudiéramos imaginar. Y, los toros, para su desdicha, no escapan de dicho maleficio porque, hasta el más muerto de hambre tiene un jefe de prensa que filtra todas las llamadas o deseos de cualquier periodista antes de llegar al interfecto en cuestión.
Entiendo –sin entender nada- que José Tomás, por ejemplo, dado su estatus en el que vive no quiera aparecer por medio alguno, mal está, pero se puede comprender. Pero que llames a cualquier imbécil y tengas que pasar por su jefe de prensa me parece un acto abominable por parte de los toreros. Y hablo con conocimiento de causa porque, hace unos años –pocos- cuando Manuel Díaz El Cordobés publicó su libro, tras comprar y leer dicho manuscrito me ilusioné por entrevistar al chico que, ante todo, me parece un tipo estupendo pero, amigos, me topé contra el muro de las lamentaciones que no fue otro que su propio hermano que, como jefe de prensa, no me permitió que conversara con el bueno de Manolo.
Y digo bueno porque tras todas las apariciones que hemos visto de este hombre por la televisión, siempre nos ha parecido un chaval admirable pero, Chema, como hermano, al parecer ha visto muchas películas y piensa que el secretario de Kamala Harris. ¡Digo yo! Y, como se presupone, una entrevista con este medio solo hubiera sido un trampolín publicitario para que El Cordobesillo vendiera más libros. Pero deben de estar muy ricos para despreciar a gentes honradas como pueda ser mi caso que van por la vida con el corazón por de fuera y con la honradez como bandera.
¿Se puede ser más imbécil que el chaval aludido? ¿Pensaría el pobre que le iba a pedir dinero? ¿O era acaso porque para que el Cordobesillo hablara había que pagarle? Nunca lo supe. Pero sí sé el desprecio que tuve por parte de dicha gentecilla que, pese a todo, he seguido comiendo todos los días de mi vida porque se da la circunstancia de que el periodismo taurino que ejerzo solo me sirve para vender mi verdad y alimentar mi alma, ojala los toreros pudieran decir lo mismo.
Añoro aquellos tiempos en que llamaba por teléfono a cualquier torero y, lo peor que pudiera pasar es que no estuviera en casa o, en su defecto, si en aquel momento no te podía atender te invitaba a que lo llamaras mañana a la hora que se había convenido. Era cosa de caballeros porque si ellos eran figuras, a su vez sabían todos que, desde mi estrado, como mal menor, lo único que hacía era ayudarles en su promoción de imagen y figura. Pero todo ha cambiado, para mal, claro está. Ahora, el primer muerto de hambre que se viste de luces tiene un jefe de prensa al que te tienes que dirigir. ¿Se puede ser más tonto?
El pasado año rompí varias lanzas por un torero que creía que merecía la pena por los triunfos que había tenido y, emocionado como estaba, conseguí su teléfono, le llamé y me dijo que no me podía atender, que tenía que ponerme en contacto con su jefe de prensa y él me indicaría el momento y la hora para poder conversar con él. Se me cayeron los palos del sombrajo. Y se trata de un muerto de hambre, un jornalero del toro que sigue trabajando fuera de los ruedos pero que, al parecer, no ha comprendido que, desde fuera de su nefasto círculo, quedamos personas capaces de ayudarles por el precio de la nada. Pese a que estoy hablando de un auténtico imbécil no quiero dar su nombre porque si quiere propaganda que se la pague.
--En la imagen, El Cordobesillo, el hombre que por culpa de su jefe de prensa no pude entrevistar, lo que demuestra que el número de tontos es infinito, es más, si volaran siempre estaría nublado. Cuando descubrí que la mayoría de los toreros, casi todos ellos, muertos de hambre, pero con un jefe de prensa por delante, me derrumbé. Eso es el colmo de la estupidez y luego se quejan.
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