Tras más de treinta años como matador de toros, más visto que el TBO y con cientos de faenas ejerciendo de enfermero ante la clase de toros que solía lidiar, regresar de nuevo para hacer el mismo papel me parece de una ridiculez enfermiza. ¿Qué puede aportar Enrique Ponce al toreo que no sepamos? Absolutamente nada. Y seguro que le contratarán los empresarios en detrimento de muchos matadores jóvenes que, aspiran a encontrar un hueco en los carteles, casi todos ellos habiéndoselo ganado en los ruedos. Si no teníamos bastante con los regresos de Talavante y Castella, en el próximo año tenemos que sufrir a Enrique Ponce y digo padecer porque ese hombre ya no interesa a nadie; vamos que, entre unos y otros están tentando a Ortega Cano para que vuelva, algo que sería lo más escabroso del mundo pero, como le enseñen la “muleta” igual embiste.
A mí me importa muy poco que vuelva Ponce o se quede en su casa, es algo que no me quita el sueño en calidad de aficionado porque, reitero, poco más ofrecerá en su carrera al margen de matar día tras días esos toros moribundos en los que sus partidarios le dicen que se inventa faenas y, otros, más atrevidos todavía le califican de enfermero. ¿Habrá algo más denigrante que ver a Enrique Ponce –o a cualquiera de sus compañeros- con esos toros sin fuerzas y si el menor atisbo de casta? Pues ese cuento lo han vendido como si la vida se les fuera en el asunto. Un tema horrible del que, comentarlo me produce mucha pena porque, si ya es horrible que esos “viejos” que deberían de estar en casa les quiten los puestos a los chavales ilusionados, para colmo, la única proeza que podemos esperar de Ponce es que siga por los senderos por los que se marchó.
A primeros de año, ya veréis los palmeros del diestro de Chiva como mecen el botafumeiro a favor del diestro; vamos que, lo de Antoñete fue una broma ¿verdad? Por cierto, hablando de Antoñete, la suya fue una reaparición digna, necesaria, apoteósica, validada por Madrid, nunca el esperpento que se nos avecina con el torero en cuestión; es más, todo el mundo apoyó que Antonio Chenel reapareciera porque durante muchos años soportó las garras de la ingratitud por parte de las empresas porque, cada vez que lograba un triunfo de clamor en Madrid en sus años jóvenes, a partir de aquel momento una lesión le impedía seguir dictando lecciones de torería; lesión que, a su vez, los empresarios argumentaban para no ponerle en feria alguna. Como explico, nadie discutió que el diestro de Madrid volviera a los ruedos; pero es más, todo el mundo agradeció que volviera porque, por dicha razón, todos pudimos gozar de su toreo lleno de verdad y torería al más alto nivel; hasta su última tarde en Antequera, con casi setenta años, firmó una faena para el recuerdo.
Pese a que nos posicionamos en contra de las reapariciones como pueda ser el caso de Enrique Ponce para el año venidero, le damos protagonismo a Antonio Chenel Antoñete puesto que, la suya si fue una reaparición como todos deseábamos que, para mayor gloria, lo hizo con una edad avanzada, pero todavía le sobró tiempo para dictar lecciones memorables, tanto en Madrid como en todas las plazas en las que toreó y, lo que es más grande, no le quitó el puesto a nadie, ocupó el que siempre le habían negado.
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