La mejor noticia de la noche: La entrada
"...En fin, que este dos de noviembre en Morelia, nos quedamos con las ganas de que la bravura volviera del inframundo e inundara el albero de la Monumental. Pareciera que el viaje al Mictlán del toro bravo mexicano es uno sin retorno, lo que, a algunos, tal vez los menos, nos provoca una indecible sensación de desesperanza..."
No hubo ofrenda a la bravura en la noche de muertos moreliana
Jorge Eduardo - México
Opinión y Toros/4 Noviembrre 2023
A pesar de la buenísima entrada en la Monumental, la corrida despertó algunas preocupaciones.
En primer lugar, se dejó sentir con fuerza la falta de afición y cultura taurina del público que cubrió tres cuartos del aforo del coso. Las escandaleras durante el tercio de varas se dejaron sentir con fuerza apenas asomaban los montados en el ruedo. Es decir, los asistentes a la plaza no tenían el menor interés de presenciar el espectáculo por el que pagaron.
Es preocupante que el público de la tauromaquia carezca de las nociones elementales para disfrutar del espectáculo, del conocimiento sobre la técnica o las disposiciones reglamentarias y hasta de sus intereses como clientes de un negocio. Mientras tanto, por aquí y por allá vemos públicos más interesados en que la música suene que en cualquier otro asunto taurino.
La consecuencia natural es la búsqueda de la comodidad entre los espadas que pueden imponerse a sus alternantes y a las empresas, sabiendo que quedarán sin reprimenda.
En esta ocasión, Pablo Hermoso de Mendoza optó por el ganado de La Estancia para despedirse de la capital michoacana, ganadería que ya había lidiado este año en Mérida y con cuyo ganadero alternó el día anterior, el primero de noviembre, en Ciudad Hidalgo.
Bien, el hierro de los señores Martínez Vértiz siguió su paso habitual esta tarde. Embarcaron reses cuando menos disparejas de trapío y se les coló alguno abiertamente cuestionable en ese aspecto. En cuanto al juego, sus astados deambularon por el ruedo buscando los adentros asiduamente y ocasionalmente acudieron a los envites de los toreros con cierta nobleza.
Ante este océano de mansedumbre, el navarro aprovechó los arreones hacia las tablas de ambos toros de su lote. A los dos logró templarlos en varias porciones de las respectivas faenas, de las que resultó más emocionante la del cuarto de la tarde. Empero, ambos toros acabaron por desfondarse y las fallas con la hoja de peral tornaron a la despedida de Pablo Hermoso del público michoacano en una más bien fría.
Con Octavio García "El Payo", vamos pasando del desconcierto a la rutina. El queretano hizo dos trasteos sobre pies, acelerados y con tremendas precauciones. Con el segundo de la tarde parecía tener fija la idea de salir lo más rápido posible del compromiso que de estar en la cara del toro, lo que provocó el descontento del respetable.
En su siguiente turno, Octavio hizo una faena autoindulgente en la que echó mano de lo más vulgar de su repertorio para tratar de recuperar el favor del público, sin mucho éxito.
Preocupa también el papel de Isaac Fonseca en esta noche de toros. Con un lote más discreto de presentación en comparación con el del Payo, el de la tierra se echó a la espalda la responsabilidad de que el festejo no continuara naufragando y de que la gente, cuando menos, se entretuviera.
Así, Isaac se empeñó en hacerle faena a un tercero de la noche sin la menor emotividad ni rastro de clase, recorrido, motor o codicia. A falta de la posibilidad de torear, el michoacano echó mano de la postura. La gente, por demás de su lado, pidió una oreja que fue concedida.
Como hasta la villameloniza impúdica tiene sus límites, el sexto fue duramente protestado sin llegar al grado de la bronca. Una vez devuelto, apareció el segundo aldinegro de la tarde, con el que las aguas se calmaron.
Luego de un achuchón toreando por chicuelinas, Fonseca firmó una faena con mejores momentos por ambos lados gracias al puntito extra de acometividad que tenía el sexto bis. En todo caso, la faena tampoco subió de temperatura y el entusiasmo de la gente tuvo parte importante en que, después de un metisaca y estocada, esta faena se premiara con otra oreja.
Mucho del entusiasmo que Isaac provoca los aficionados se debe, precisamente, a la esperanza que hemos depositado en él para que nuestra tauromaquia cambie. Es por demás sabido que se torea como se es, por lo que el toreo de Fonseca refleja ese carácter afable, simpático y cautivador suyo, que de ningún motivo es de reprocharle.
No obstante, sí que nos gustaría verle mucho menos conforme con tratar de dar gusto a la villamelonada y con su papel de bombero al rescate de una forma de hacer fiesta brava de la que esperamos que él sea la antítesis. No solo eso, sino la némesis que de una vez por todas devuelva la seriedad y el lustre a nuestra fiesta brava.
En fin, que este dos de noviembre en Morelia, nos quedamos con las ganas de que la bravura volviera del inframundo e inundara el albero de la Monumental. Pareciera que el viaje al Mictlán del toro bravo mexicano es uno sin retorno, lo que, a algunos, tal vez los menos, nos provoca una indecible sensación de desesperanza...
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