Capacidad. Rocío Romero se ha convertido en la primera mujer de la historia en recibir la alternativa como torera en la tierra de Los Califas. Su actuación en Pozoblanco demuestra que las cualidades ante el toro no dependen del género, sino de las aptitudes de quién se siente con suficiencia para superar el reto de dominar a un animal bravo.
Víctor Molino
La gesta de Romero, similar a la de cualquier aspirante, sin embargo invita a la reflexión en estos tiempos donde las reivindicaciones se verbalizan en escenarios en los que se compite en igualdad de género. El toreo, en cambio, permite un territorio mixto que deduce un peligro real, sin distintivos, quizá por eso la relevancia es aún mayor que la de cualquier disciplina.
Aforo completo
La localidad de Los Pedroches ha vivido una jornada taurina con completo aforo en el graderío de un coso histórico cuya huella taurina ha virado en los últimos años, consolidándose como una plaza donde se reconoce la Fiesta Nacional. Se ve en los detalles previos, en el cuidado de su naturaleza y en el respaldo que se consigue. El empuje de quiénes se preocupan por ello, recibió una respuesta sin reproches por parte de quiénes quisieron hacerse también partícipe de un hito.
Sospetillo, colorado ojo de perdiz, saltó al ruedo como primera res de la tarde para recibir un capoteo por bajo antes de desarmar el engaño de la toricantana, que flexionó para asimilar el primer envite. Tras dejar un lance a la verónica y la media, se produjo un emotivo acto de protocolo que dio paso a una faena con virtudes intermitentes. Cuajó más la segunda serie, en su propósito de meter la muleta abajo, pero el animal se quedó corto, buscando el recorrido a media altura.
Destreza con la zurda
La cordobesa manejó con destreza la zurda, pitón que hizo claudicar al antagonista y obligando a la lidiadora a conceder oxígeno. Romero, con confianza de nuevo sobre la diestra prosiguió con empeño antes de un desarme donde ya se advirtió que la muleta debía quedar puesta para ligar. En esas, dejó dos series rematadas, una por bajo antes de tomar la espada, que quedo a medias. Oreja por su labor.
En el último, al que recibió con una larga cambiada de rodillas, no pudo capotear con éxito tras un desarme. Después de un accidentado e intenso tercio de varas, el astado, que presuponía más energía, menguó en su impulso. Romero, que brindó al público, planteó con franqueza y disposición un encuentro que, pese a la voluntad, no se acabó de completar y que resulto con menor sustancia por falta de conexión entre los oponentes. La insistencia y las ganas sobresalieron en detrimento de la virtud torera, que se mostró con cierta carestía, pese a recibir premio.
El peruano Roca Rey es el toreo lo que una DANA a lo meteorológico. La confluencia de su expresión taurina con el público concluye en explosiones de alto nivel que propician inundaciones de euforia. Dispuesto con la capa recibió al tercero en el preámbulo de una faena que inició a pies juntos alternando pases por detrás y delante sin enmienda. Con el rumbo ya fijado, sacó a los medios, mostrándose dominado y firme.
La res, que se quedaba corta, amontonaba inconveniente que requerían mayor planta. Con la muleta baja pudo suprimir el ritmo andarín sobre el tránsito del serial, ejerciendo con empeño el toreo en redondo. En un desliz con la armonía, el astado hizo por él, colgando al toreo entre los pitones sin llegar a calar. Sin mirarse y con descaro toreó sin ayuda para concluir en la cima con una gran estocada. Se le pidieron dos oreja y se abucheó al presidente por no conceder.
Nichos capoteros
Al quinto lo toreó con la capa con versatilidad, sin desaprovechar los nichos capoteros y destacando en un quite por chicuelinas. El hasta el momento enemigo con mayor movilidad, permitió un inicio prometedor de una secuencia que no alcanzó las expectativas del lidiador, frustrado por la pusilánime actitud de su antagonista. La faena entró en fase llana invitando al torero a conformar una acción a la heroica donde se sometió al aliento del astado por decisión propia. Con el público en pie a gritos de «torero», tomó la espada fallando antes de meter la mano.
Manzanares, superlativo y docto durante la sesión, anduvo técnico con la capa en el saludo al segundo, su primero. Conveniente con su toreo, practicó una faena corta defendida de manera solvente con seriales austeros y con menor emoción. Su espadazo invitó al público a solicitar el mismo premio requerido en el que abrió plaza.
Mayor fondo tuvo su faena ante el cuarto, animal al que capoteó con gusto a la verónica, dejando tres de bello corte y una revolera. La nobleza del enemigo, tan justo como sus precedentes, permitió una faena fundamentada en la verticalidad de su figura y el expreso dominio de quién se demostraba dominante. Faena más excelsa, muy del corte del torero que rozó con intermitencias la profundidad y que fue rematada de manera contundente.
Una tarde tarde para la historia donde cabe reconocer la valentía de quién siempre ha sido fiel a un propósito y cuya primera meta se ha visto completada. El tiempo y el toro serán en adelante quiénes revaliden esta parte de la historia escrita por una mujer cuya profesión no entiende de géneros.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Pozoblanco. Lleno en tarde despejada y de agradable temperatura. Se lidiaron reses con el hierro de El Pilar, que sustituyó al anunciado de Daniel Ruiz. En general, nobles y de juego dispar.
José María Manzanares, de caldera y oro. Estocada (oreja). Estocada (oreja).
Andrés Roca Rey, de grana y oro. Estocada (oreja). Dos pinchazos y estocada (oreja ras avisto)
Rocío Romero, de cobre y oro. Pinchazo hondo (oreja tras aviso). Dos pinchazos y pinchazo hondo (oreja).
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio y sonó el himno nacional.
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Rocío Romero posa para ABC en la puerta de Los Califas de la plaza de toros de Córdoba esta semana ÁLVARO CARMONA
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