'..Para este sábado, sabadete, las mentes pensantes del entramado empresarial Plaza 1, compuesto por la UTE de las razones sociales Simón Casas SAS y Nautalia Viajes SL, consideraron adecuado programar una corrida de toros del hierro de la Comunidad de Bienes Domingo Hernández, para los matadores de toros Alejandro Talavante, Juan Ortega y Roberto Martín, “Jarocho”..'
JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
La corrida de hoy en Las Ventas, 4 de octubre de 2025, ha sido una perfecta basura. El que tenga prisa ya tiene bastante con esto y puede dejar de perder el tiempo con las letras que vienen detrás. Para el que quiera echar el rato, ahí va la explicación de la tenida antitaurina que se ha perpetrado hoy en la Plaza Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid.
Para este sábado, sabadete, las mentes pensantes del entramado empresarial Plaza 1, compuesto por la UTE de las razones sociales Simón Casas SAS y Nautalia Viajes SL, consideraron adecuado programar una corrida de toros del hierro de la Comunidad de Bienes Domingo Hernández, para los matadores de toros Alejandro Talavante, Pablo Aguado y Roberto Martín, “Jarocho”, que venía a confirmar la alternativa sin ton ni son que tomó en Palencia, el año pasado, de manos del ínclito Daniel Luque.
Lo primero que hay que poner aquí es la basura de ganado que ha enviado la Comunidad de Bienes a Las Ventas. Si usted quiere cargarse una corrida, ponga en su Plaza seis de Domingo Hernández como los de hoy y el fracaso está garantizado. Vaya gayumbada la que se trajeron desde Salamanca, que ya los podían haber enviado directamente al matadero de Martín de Yeltes, especializado en bovino, y nos habían ahorrado el sufrimiento de tener que echar dos horas y pico mirando a esas caricaturas dar vueltas por la Plaza haciéndonos perder el tiempo. El fallecimiento del ganadero ha puesto la vacada en manos de una hija y ésta ha encomendado el trajín agropecuario a su vástago, el joven Marcos Pérez, al que algunos confunden por homofonía con el matador de toros Marco “Ugly” Pérez, sin que haya nada que una a ambas personalidades. Allí se aposentó el señor Pérez, en el burladero titulado “Ganaderos” y allí fue siendo excepcional testigo de la perfecta basura que cría, para que nadie fuera a contarle cuentos chinos y a ponerle paños calientes sobre la condición de su asqueroso ganado. La experiencia no debió ir siendo muy gratificante para el joven, dado que antes de salir el quinto toro abandonó su privilegiada localidad, desapareciendo de la Plaza subrepticiamente, lo cual no es de extrañar, visto lo visto. Ignoramos si portaba una careta con la que disimular su rostro.
Por empezar por algún lado, tomaremos primero a Talavante, ya que es el de mayor antigüedad y el nada recordado triunfador de la Feria de San Isidro 2025, que se vino a Madrid a echar la tarde como se podía haber ido al Club de Campo, al open de España de golf. Sin ideas, sin actitud, sin nada que decir ni ganas de decirlo, así anduvo Talavante por Las Ventas en esta aciaga tarde. Tuvo, además la desgracia de sortear el toro más “potable” de la corrida, que fue el cuarto, Morado, número 94, que más o menos recordaba en algo a lo que debía parecerse lo de Domingo Hernández, ante el que desplegó un abanico de vulgaridad, de desgana y de falta de ambición absolutamente desproporcionado. Antes de sus actuaciones, se tiró un montón de tiempo en el callejón haciendo unos contoneos de cintura más propios de una bailarina de table-dance que de un matador con diecinueve años de alternativa, que por lo visto no le fueron de utilidad a la hora de ponerse a lo serio.
Su segundo, como se dijo antes, tenía ciertas opciones, pero Talavante, siempre camaleónico, no quiso ir a cambiar el signo de la tarde y se fundió con el ambiente general tundiendo al toro a base de pico y pico, de pésima colocación, toreando desde la banlieue y poniéndose tan pesado como él sabe hacerlo.
Por orden de antigüedad ahora toca hablar de Pablo Aguado, de quien a veces hemos resaltado como el más valeroso de esa especie de pareja cómica que forma a veces con Juan Ortega, y tómese lo de “valeroso” con las reservas que se quiera. Son éstos unos toreros, como le pasa a Morante de la Puebla, que son capaces de excitar de manera harto poderosa esa parte femenina que, al parecer, existe en todos los hombres. La cosa es que Pablo Aguado trajo esta tarde a Madrid un toreo que podríamos llamar “de espejismo”, en el que hay una cosa que es lo que de verdad se ve –arena- y otra que es lo que crees ver –lagos inmensos de agua-. Puso Aguado sus espejismos a funcionar y donde se veía un telonazo algunos creían atisbar el sublime trazo de la verónica arrebatada, y donde tantos veíamos el medio pase ventajista y por las afueras, otros veían el derechazo sublime digno de ser cantado por los poetas. En ese quiero y no puedo se fue yendo la aventura de Aguado, que tampoco contó con la ayuda de ninguno de sus dos Garcigrande, en la que su apuesta del “arte por el arte” se quedó en nada, y de su uso de la espada a la que debe el calificativo de “matador de toros” mejor ya ni hablamos.
Y Jarocho, que venía estupendamente vestido de burdeos y oro, puso de relieve sus carencias más que sus virtudes. De manera harto injusta la cantaron “¡Pum!, petardo”, a un chico que es un torerito bastante compuestito, con una patente ausencia de oficio, pésimamente llevado y que se presenta en Madrid sin apoderado. Hay que medir el castigo, lo mismo si vas montado en el jamelgo que si estás en el tendido. En este verano hemos tenido la ocasión de verle por ahí y siempre ha parecido que lo principal de su arte era su falta de oficio, lo precipitado de hacerle matador de toros, frustrando una carrera que, mejor llevada, podría haberle deparado más alegrías. Ahora ya está todo hecho y mucho tendrían que cambiar las cosas para que Jarocho consiguiera remontar el vuelo, eso a despecho de la basura de toros de Garcigrande que le han tocado en suerte: el primero era un caedizo flan Dhul, y el segundo solamente concebía el mundo a base de cabezazos; a este segundo salió a torearle con la montera calada, que es cosa que gusta de ver, mostrando su impericia en el uso del estoque tanto en su segundo como en su primero. No deja cartel, como lo dejó el año pasado, cuando la faena al novillo de Fuente Ymbro que le valió el reconocimiento de la afición, y se le pone muy cuesta arriba su carrera.
La tarde en lo taurino no dejó nada, como queda dicho, pero aún quedan unas cosillas que reseñar, dignas de perder un poco el tiempo en ellas. La primera es la nueva tecnología que han aplicado a la fijación de los números en la tablilla que anuncia los toros antes de salir. El solemne portador del cartel, figura que perfectamente podía haber salido de la corte del faraón Ramsés II por su verticalidad y su hieratismo, avanzaba hacia el platillo para exhibir su letrero, cuando una ráfaga de viento se llevó de él los números 3 y 4 dejando los 543 kilos del cuarto de la tarde, Morado, en unos magros 5 kilos perfectamente antirreglamentarios. La amable disposición de un arenero solícito recogió los números caídos y junto al porta estandarte ordenaron los signos para que todos estuvieran en su debido sitio.
La banda musical se ha incrementado en el doble de profesores y mientras antes ocupaban la mitad del palco 29, ahora lo ocupan en su totalidad. El incremento en los miembros de la agrupación sinfónica que dirige el maestro Zahonero no ha significado un aumento en la sonoridad de la misma, que sigue sonando como siempre. Dicen en los mentideros que se pretende que la banda toque a pleno pulmón durante las faenas en el Festival del día 12, avanzando un paso más en el reconocimiento de Madrid como la Primera Plaza de Pueblo del Mundo.
Acaso porque la edad va haciendo su mella en Joselito Calderón y en Madriles, estos días estamos asistiendo a una renovación en el personal que cumple, en el palco, el papel de “asesor artístico”, y si ayer le tocó hacer el ridículo a Vicente Yesteras en la asesoría de las dos orejas que franquearon la Puerta Grande a Emilio de Justo, hoy nos hemos llevado la sorpresa de que han elevado a la categoría de asesor artístico a Juan Bellido González “Chocolate”, que fue novillero efímero y banderillero, ignorándose cuál ha sido el concurso de méritos que ha dado lugar a estos nombramientos.
ANDREW MOORE
FIN

















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