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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 8 de julio de 2014

ADIOS A MI “AMIGO” ALFREDO / Por Manolo Herrero

Alfredo Di Stéfano (1956) La Saeta rubia - El mejor jugador de la historia del fútbol, entrenando con los chavales, en estas famosas imágenes extraídas de la película "La Saeta Rubia".


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ADIOS A MI “AMIGO” ALFREDO

  • Yo tuve la suerte de ser tu “amigo” (lo pongo entre comillas por mi respeto hacia ti), salvando las distancias entre un Figurón en la vida y un muchacho de Sevilla , que vivía en Madrid, que tuvo la suerte de vivir la época dorada de Madrid y de España y convivir en el “Olimpo” del futbol, del toro, del flamenco, de los literatos y de todo cuanto se “movía con arte”. Y todo esto, “sin haber fichado nunca por ningún club”.
Manolo Herrero
¿ Oíste ? ¡Que la vida se va rápido¡ 
Frases parecidas a estas, te identificaban, entre otras cosas muchísimos mas importantes, y definían tu personalidad, tu ingenio y tu velocidad de reflejos en contestar y en crear un clima de simpatía, cuando estabas con tus amigos o tus compañeros de antaño, en tertulias, en reuniones o en comidas con los “cabales”. Tus ganas de ser amable, cercano. Con esa personalidad y sello, que solo tienen los “Grandes” como tú. Como Lola. Como Luis. Como Ordoñez. Como Bienvenida. Como Del Sol. Como Curro. Como Camino etc….

Recuerdo épocas, ahora que Marbella ha estado de “moda”, por causas que es mejor olvidar, repito, épocas doradas que me vienen a la memoria, en los inicios “populares” de esta gran ciudad, mediado los años 60, cuando, casi nadie la tenía en su agenda (era la época del Boom de Torremolinos) y en que , aparte de Hohenlohe, Pepe Moreno y Menchu, veraneaban Lola, Antonio González, Antonio Ruiz “el Bailarín”, Manolo González (matador de toros), Isidro ( un gran futbolista y una gran persona, marido de Carmen y cuñado de Lola ) y tú, entre otros.

Años mas tarde (1983, mi mujer, Amelia, estaba embarazada de mi hija Rocío), recuerdo también, un homenaje (Parrillada Argentina) que te hizo Yeyo Llagostera (gran madridista), en unión de los Choris , Lola , Antonio, Lolita, sus amigos y toda la “crema” de Marbella (en su época de Gran Empresario de la industria farmacéutica), en la gran casa-chalet, que tenía por arriba, cerca de la montaña 

El homenajeado eras tú, y recuerdo que te saltaste, con esa naturalidad y personalidad que te caracterizaba, el “protocolo” del agasajado y te pusiste en la parrilla a asar chorizos, costillas, beefes etc… para todos los invitados, llevando las riendas de ese “partido”, como hacías, habitualmente, en cada partido de futbol que disputabas (te “echabas a la espalda al equipo” y te ponías de “cocinero” y las “carnes de la jugada”, salían al punto que tu les dabas) 

Yo tuve la suerte de ser tu “amigo” (lo pongo entre comillas por mi respeto hacia ti), salvando las distancias entre un Figurón en la vida y un muchacho de Sevilla , que vivía en Madrid, que tuvo la suerte de vivir la época dorada de Madrid y de España y convivir en el “Olimpo” del futbol, del toro, del flamenco, de los literatos y de todo cuanto se “movía con arte”. Y todo esto, “sin haber fichado nunca por ningún club”.

Me viene a la memoria. la compra del piso, donde has vivido gran parte de tu vida, que le hiciste a Curro Girón (uno de mis mejores amigos en el toreo y fuera de el ), en Pedro Muguruza, al lado del Asador del Frontón. Allá por el año 1973, creo recordar.

Las fiestas, inolvidables, en casa de Antonio y Lola.

Las partidas al Chinchón o al “Robi”, que jugábamos en Chiquifrú, en Helen o en Caché, con tantos y tantos amigos, de los cuales, la mayoría, te antecedieron en esa marcha que acabas de emprender (Héctor Rial, Puskas, Enrique Mateos “Fifirichi”, Marquitos, Luis Aragonés, Germán Colino, Antoñete, Los Gallitos, Bojilla etc…) y tantos otros que, Gracias a Dios, todavía, podemos contarlo y recordarte, como : Paco Camino, Curro Romero, José Mª García, Carlos Jardón, Julio Aparicio y una lista “interminable” de amigos, imposible de reflejar en este escrito.


Pero el día que me ganaste, definitivamente, fue un día, que no recuerdo por qué, te dije Alfredo voy a Sevilla, como tantas cientos de veces he ido y sigo yendo. Y al volver a Madrid me preguntaste ¿ Como está tu madre ? Me dejaste sin “fuerza”. Tu no la conocías y yo nunca había hablado de ella contigo y sin embargo me hiciste esa pregunta. Después, analicé el porqué y me di cuenta de lo generoso y humano que eras. Simplemente con eso, sabías que me dabas “vida” y felicidad, con una cosa, aparentemente sencilla, como es preguntarle a un hijo por su madre.

Yo, después de cerrar el Tablao Zambra, abrí un Asador en San Sebastián de los Reyes que se llamó Puerta del Príncipe (por cierto, que tengo clavada, aún, una espina porque se me olvidó invitar a mi gran amigo Juán Lamarca), el cual tenía tres salones principales a los que les puse de nombre: Salón Lola, Salón Ordoñez Y Salón Distéfano. Los tres, adornados con fotos y recuerdos vuestros. 
De Lola Flores tenía una Bata de Cola. De Antonio Ordoñez, el Capote de Paseo, bordado en oro que ganó como triunfador en una Feria de Málaga y que me cedieron sus hijas Carmina y Belén. De ti, Alfredo, tenía una camiseta tuya, de un partido internacional que te dieron , como seleccionador de la AFE. Me la trajiste personalmente al Asador y me la diste firmada; pero lo más importante es que era tuya, y me la regalaste.

Y, además precisamente tú, que en aquella época no acudías a ningún sitio con tanta bulla, te presentaste a la inauguración, con toda tu “peña” de compañeros veteranos del Real Madrid y amigos del Asador del Frontón. Por cierto, que uno de ellos me dijo: Nos ha dicho a todos:  No podemos fallarle a Manolo, hay que ir.

Como anécdota entrañable, también, Pedro Carrasco me cedió los guantes de boxeo con los que ganó el Campeonato del Mundo para que lo expusiera junto a lo tuyo.

Alfredo, todo el mundo conoce la mayoría de anécdotas tuyas y el gran valor que tenias como futbolista. Así, que solo me voy a limitar a recordarte como El Mas Grande, en todos los sentidos.

Ya nos veremos, cuando Dios quiera.

Salúdame a Lola y a los demás.



Un abrazo, Manolo Herrero


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