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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 2 de julio de 2014

Burgos. Otro faenón de Ponce desvirtuado por incompetencia presidencial / Por J. A. del Moral



 Enrique Ponce


"...En Burgos, la merienda suele estar por encima de lo que acontezca con el cuarto toro. Mandan la cecina, las cebollas y las tortas de pan. Por eso ocurrió lo que ocurrió..."

J. A. del Moral
Fue otra más de las grandiosas faenas que lleva coleccionando el valenciano en la presente temporada. Pero como en tantas, pinchó antes de agarrar una estocada. Fue premiado con una solitaria oreja. Trofeo que hubiera sido aceptable de no haber sido premiadas antes y después obras de bastante menor fuste e importancia. Sobre todo las tres orejas que le regalaron a Morenito de Aranda por dos entusiastas aunque vulgares actuaciones culminadas con muy defectuosas estocadas. Manzanares se llevó el peor lote y cortó la oreja del segundo toro a cuenta de uno de sus cañonazos. Muchos espectadores foráneos salieron abochornados de la plaza por el vergonzoso desatino del palco presidencial.

Burgos. Plaza del Plantío. Martes 1 de julio de 2014. Cuarta de feria. Tarde despejada con sol tras mañana lluviosa con viento y dos tercios largos de entrada.

Seis toros de Núñez del Cuvillo, de discreta presentación y vario juego. Manejable sin ninguna fuerza ni raza el primero. Manejable sin clase ni apenas fuerza el segundo. Excelente para el toreo el tercero. Justo de fuerza aunque de gran clase el cuarto. Inválido el noble quinto. Y noble al también blando sexto. En general, carecieron de casta.
Enrique Ponce (añil y oro): Pinchazo y media estocada ligeramente atravesada, silencio tras leve división con pitos para el toro en el arrastre. Pinchazo hondo y estocada. La oreja que le dieron fue como para tirarla al palco. Dio una vuelta clamorosa. 
José María Manzanares (plomo y oro): Estoconazo trasero, oreja. Estoconazo, silencio.
Morenito de Aranda (turmalina y oro): Estocada atravesada desprendida que hizo guardia, dos orejas pueblerinas. Estocada trasera caída, oreja de paisanaje. Salió a hombros.

En Burgos, la merienda suele estar por encima de lo que acontezca con el cuarto toro. Mandan la cecina, las cebollas y las tortas de pan. Por eso ocurrió lo que ocurrió. Más cuajado fue este colorao ojo de perdiz y más brioso de salida también aunque salió suelto de las dos primeras verónicas de Ponce que siguió lanceando bonitamente a pies juntos. Tras el leve puyazo, el toro se derrumbó apenas iniciar Ponce el quite. Maldición. El toro tuvo tranco en palos aunque embistió calamocheando. Y Ponce brindó al personal. Algo le había gustado del sin ninguna duda. Empezó la faena con tanteos por bajo, dos redondos y dos de pecho anunciando que la faena iría a mejor pese a los amagos de caerse del animal. Y así fue por redondos sedosos. Soberanos los que siguieron rematados con cambio de mano resuelto al natural. La elegancia y la naturalidad del valenciano fueron aún más patentes cuando lo bordó al natural. Y más redondos prologados con el tres en uno, maravilla de de las maravillas. Faenón de Ponce porque no se cansó de seguir y seguir deleitándonos con ambas manos en un alarde de inspiración y de recreo que no todos los presentes supieron paladear hasta consumar las poncinas engarzadas a dobles de pecho y al desplante que enardecieron al tendido. Toro de clase para la gran clase del gran torero que incluso llegaron a congeniar armonizados en los ayudados por alto finales y en precioso abaniqueo antes de que entrara a matar. Hondo quedó el pinchazo que propinó para tener que volver a matar de estocada que fue suficiente. Si no hubiera pinchado, lo hecho mereció un rabo tan largo como las agujas de la catedral burgalesa. La estúpida cicatería presidencial al concederle solamente una oreja fue vergonzante. Ponce dio una vuelta al ruedo clamorosa.

El colorao ojo de perdiz segundo salió suelto del capote de Manzanares hasta pasarlo a pies juntos sin demasiada resolución por ambas partes. Distraído y sin fijeza tomó el puyazo en dos leves agresiones. Cuando tocaron a banderillas, el animal ya no podía ni con su alma. Al menos se las pudieron clavar. Manzanares comenzó su intento de faena en los medios sobando al animal por alto con la derecha antes de pegar dos redondos. Muy abierto el primero y más apretado por abajo el segundo y los que siguieron sin terminar de asentarse. En la pausa, el toro empezó a recular y medio embistió doliéndose por el mismo pitón ya probado. Por el izquierdo acudió rebrincado y los naturales del alicantino no pudieron ser completos tras ser bien iniciados. Mejoró un poco la cosa de nuevo a derechas. Pero solo un poco. En vista de lo cual, recurrió a dar circulares invertidos. Tres seguidos de molinete y de pecho animándose un puntín el cotarro. No hubo más ni menos. Un cañonazo trasero de su cosecha dio paso a una petición de oreja que fue concedida. Le salvó su espada a Manzanares.


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