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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 8 de agosto de 2014

Vitoria: la tarde de Palha... / por Santos Garcia Catalán





"...Y esta mañana tengo las ideas más claras porque he soñado a los imponentes palhas y a dos toreros modestos que tuvieron dos cojones. Ayer en Vitoria uno vivió la otra cara de la Fiesta; Fiesta por alegrías como ese cante gaditano tan festivo, Fiesta viva, Fiesta de modestos, Fiesta de seguidores fieles a su torero...y Fiesta del toro. !Casi nada!!!! ...."


LA OTRA CARA DE LA FIESTA (POR ALEGRIAS...)
PALHA, SANCHEZ VARA, JOSELILLO, SEROLO Y LOS SEGUIDORES DEL DIESTRO VALLISOLETANO DEPARARON UN DÍA PARA RECORDAR...

  •  Ayer en Vitoria uno vivió la otra cara de la Fiesta; Fiesta por alegrías como ese cante gaditano tan festivo, Fiesta viva, Fiesta de modestos, Fiesta de seguidores fieles a su torero...y Fiesta del toro. !Casi nada!!!! .

Santos Garcia Catalán
No va a ser esta una crónica taurina al uso; para ello ya están los plumas que cubren diariamente cada feria. 

En esta de Vitoria, visita casual, auspiciada por 50 seguidores de Joselillo, que arrancamos en autocar de Valladolid con las claras para pasar un día divertido en la capital alavesa y regresamos con la luna en lo alto, será un relato con las secuencias pormenorizadas de un día para recordar . 

Y esta mañana tengo las ideas más claras porque he soñado a los imponentes palhas y a dos toreros modestos que tuvieron dos cojones. Ayer en Vitoria uno vivió la otra cara de la Fiesta; Fiesta por alegrías como ese cante gaditano tan festivo, Fiesta viva, Fiesta de modestos, Fiesta de seguidores fieles a su torero...y Fiesta del toro. !Casi nada!!!! .

No volvía a Vitoria desde que Leandro era novillero y uno lo seguía para perfumarse con su toreo.

Y ayer en Vitoria, coqueta y funcional plaza, se nos apareció la Virgen en forma de toro -perdón por la irreverencia pero es un símil que no pretende ofender - y salió un corridón como hacía muchos años uno no veía.

Joao Folque en el callejón - al mediodía estuvo en una tertulia taurina con Alfredo Casas y anticipó como cual brujo lo que podría ocurrir, al menos lo intuyó- disfrutaba de cada instante por la pujanza, la bravura, la acometividad, la codicia, la fijeza y todos adjetivos que queramos poner. !!Trágate el miedo, le decía el ganadero luso a Sánchez Vara antes de salir el fiero quinto.....

Y a todo esto la lidia correspondía a un mano a mano inusual en la feria vitoriana montada con acierto por Serolo: Javi Sánchez Vara y Joselillo; entre el alcarreño y el pucelano sumaban hasta ayer CINCO corridas de toros (una Sánchez Vara y cuatro Joselillo). No se si Javi Sánchez Vara había protagonizado algún mano a mano, pero Joselillo era el primero en su historia de ocho años de matador de alternativa.

Esto demuestra que los toreros se preparan a conciencia cada día por si suena la flauta. Y sonó; no una flauta sino cuatro. Vaya cuatro toros de nota que soltó ayer en Vitoria el criador de los palhas. Toros con trapío, con cara, algunos playerones descarados, corrida seria en líneas generales y de condición variada. El resto de las definiciones ya las hemos anotado con anterioridad.

Dos toros de diez, a mi juicio, fueron tercero y sexto, este le tocó a Joselillo y era un tren mercancías de 615 kilos, a falta de una semana para cumplir seis añitos y con un fondo extraordinario. Una semana más y no se puede lidiar (abocado a las calles o al matadero), según el Reglamento. Camarito, así se llamaba el excepcional toro que cerraba plaza en este mano a mano inusual.

Sánchez Vara estuvo inspirado con el mejor lote al que le sacó, si no todo lo que él hubiera deseado que es la Puerta Grande (en el País Vasco hay que conseguir dos orejas de un toro para lograr ese premio) sí consiguió completar una tarde en todos los tercios.

Variado con el capote (se fue a portagayola en el quinto), cuidando el tercio de varas poniendo al toro de lejos en el caballo, fácil en banderillas - uno de los pares los puso sentado en una silla rememorando a los coletudos antiguos- y muleteando con un temple exquisito.

El alcarreño obtuvo vuelta al ruedo en su primero; un toro noble y bueno. Oreja en el tercero; un excelente toro con gran fondo de nombre Camarito, de 625 kilos y con cuatro para cinco años. Y oreja en el quinto; un ejemplar agresivo y con temperamento que hizo llenar de tensión el corazón del veterano torero y al público (eso se denomina en el argot emoción), pero que obedecía con enorme entrega a la muleta de su lidiador.

Sánchez Vara estuvo sencillamente en torero de pies a cabeza, dominando la situación en todo momento y, sobre todo, a Palhoto, un "tren" de 555 kilos que llegó de Portugal con cinco años cumplidos. A sus tres toros los mató el alcarreño por arriba con decisión y oficio, pero la del tercero fue, a mi juicio, la mejor estocada de la tarde.

El vallisoletano tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener a raya a este huracán de toro que cerraba festejo; un toro que embestía con una fuerza inusitada, pero obediente a la muleta planchada de su lidiador que le enjaretó tres o cuatro tandas por ambos pitones; con más facilidad por el izquierdo, hasta que el animal fue aplacando, poco a poco, muy poco a poco, su desmedida fuerza. 

Al fin habíamos visto a un toro con fondo, con mucho fondo, es lo que ahora llaman durabilidad. 


Y en los tendidos se respiraba tranquilidad cada vez que Joselillo pasaba de muleta al animal y no ocurría percance alguno, pero en la tanda siguiente vuelta a tener el corazón encogido. La espada fue rinconera tras un intento fallido, pero el presidente no fue cicatero y sacó el pañuelo para compensar el gran esfuerzo de Joselillo que, con anterioridad, al pasaportar al burraco segundo, recibió un golpe en el pecho, al matar contraquerencia, cuyo dolor que acusó durante toda la lidia.

Joselillo cosechó saludos con el burraco que hizo segundo; un ejemplar del que se esperaba más por sus hechuras. Silencio con el cuarto con el que resolvió sin más y la oreja comentada con el impresionante sexto.

La emoción, eso que tantas veces echamos en falta en las plazas de toros, sí estuvo en el coqueto coso "Iradier Arena", así es como denominan a esta joven y funcional plaza de Vitoria cuya inauguración fue el 5 de agosto de 2006. Su capacidad es de 7.800 espectadores.

Finalizado el mano a mano, acierto pleno de Sebastián y Carlos Rodríguez (Serolo) a los que la afición de Vitoria les debe este bello espectáculo que han protagonizado toros y toreros, los diestros hicieron salir al mayoral de la ganadería para que saludaran a la escasa afición que se había dado cita en la tercera del abono vitoriano. 

Los seguidores del torero del barrio vallisoletano de las Delicias posaron con su torero junto al furgón de cuadrillas antes de partir para el hotel. Mérito tiene que alrededor de cincuenta aficionados acudieran en autocar desde Valladolid, en un día laborable, para animar a su torero que, desde niño, les cautivó. 

Eso es afición y lo demás es mandanga, como diría mi amigo Luis Gómez Rico; un comisario de policía de Cuéllar que presidió muchos años el coso del Paseo de Zorrilla y fue el único caso en la historia de esa plaza que suspendió una corrida de rejones!!!!! por falta de toros. !!No tienes cojones a suspender, dijo Jumillano. Y Luis suspendió en plena feria de San Mateo hace ya muchos años.

Que lo de Vitoria sea un ejemplo para otras empresas y plazas de toros. Viva el torismo (así rezaba el cartel anunciador) y la vaca que parió a tan buenos toros de Joao Folque de Mendoça, ganadero lusitano que cría toros con CASTA, PODER Y FIEREZA desde 1852. 

Enhorabuena, ganadero.

Dos toros sobresalientes y otros dos notables: balance muy notable en el regreso del torismo a Vitoria. Tarde completa –lidia, banderillas, muleta y espada- del torero alcarreño.

Jueves, 7 de agosto de 3014. VITORIA. 
3ª de feria. 2.500 personas. Veraniego. Seis toros de Palha (Joao Folque de Mendoça), de gran seriedad general y condición diferente. Con trapío los seis. Monumental el sexto. Tercero y sexto fueron de soberbia personalidad y mucho fondo. Bueno el primero; temperamental un quinto fiero. Segundo y cuarto salieron de otra manera. Sacaron a saludar al mayoral los dos espadas al final de corrida. Mano a mano. Sánchez Vara, vuelta, oreja y oreja. Joselillo, saludos, silencio y oreja-.

LAS DOS PARTES fueron buenas, pero, en contra del dicho clásico, fue mejor la segunda que la primera. En una y otra saltaron dos toros de categoría. Un total de cuatro y. por tanto, balance abrumador. Éxito del ganadero. “¡Vuelve el torismo a Vitoria!”, se anunció en una cartelería improvisada y pegada por muchas paredes del ensanche. Con la foto de costado de cinco de los seis toros del regreso. Solo cinco, porque uno de ellos, negro burraco, salió repetido. El que no salió en la foto fue el que más y mejor se movió de los seis. El último. El más hondo de una corrida llamativa por su hondura. Y dentro de la hondura, por su variedad. Volvió el torismo. Lo hizo a lo grande.

Fueron mayoría los toros de la rama pura de Pinto Barreiros: el primero y el último, por ejemplo. Los dos de más serio cuajo. Contaron tanto o más los del cruce Ibán-Barreiros, cuarto y quinto, por ejemplo, playeros los dos, estrechas las sienes propias. Pero esos dos fueron de bien diferente conducta. El cuarto, molido en un lesivo puyazo, exangüe, dejó de arrear y, frágil, se vino abajo y se defendió. Entró por eso en el debe y no en el haber. El segundo, salpicado o burraco, que no es pinta habitual en la ganadería de Palha, no llegó a afligirse pero le faltó poco, no duró entero más de una docena de viajes, barbeó las tablas antes de echarse y, si no es porque lo levanta el puntillero hasta dos veces, muere en la puerta de toriles. El borroncito de la corrida, cuyo final fue apoteósico. 

Los dos últimos sembraron emociones sin cuento: el quinto, por su agresividad temperamental, y el sexto, descomunal monumento, casi 700 kilos, al límite de la edad reglamentaria – ¡seis años!- porque embistió desatado y sin frenos, con todo, como una locomotora. Un huracán. Cada vez que Joselillo se echaba por delante el toro entero en los remates de pecho o cambiados, se sentía a la gente respirar aliviada. Y cada vez que volvía a la carga y a tragar el tremendo primer viaje de tanda del toro, se le encogía el corazón a la misma gente. 

Los dos toros fueron muy espectaculares. De pasar mucho miedo: solo que Sánchez Vara, sin llegar a tener el quinto en la mano, dio de principio a fin sensación de poder, autoridad segura y serena, y entonces no tanto el miedo como la tensión de ver un ten con ten de tanto voltaje y tanto riesgo. Joselillo no anduvo a merced del turbulento sexto, se estuvo firme sin volver la cara y el esfuerzo tuvo su acento titánico, pero estuvo en vilo la gente en cada viaje porque en los momentos trepidantes aquello parecía una versión de la pelea de David y Goliat.

Además de los dos últimos de corrida, puntuaron a modo otros dos más: un primero que se empleó en dos duras varas con imponente seriedad y que, a pesar de haber escarbado y hasta aplomarse a última hora, aguantó con ganas un trasteo de Sánchez Vara de los de obligar y no de tirar líneas. 

Y, en fin, un tercero que apretó de verdad en el caballo, enseñó los dientes al escarbar un par de veces –de agresivo y no de manso- y tomó con la izquierda engaños con soberbio ritmo. Tal vez fueran esas las embestidas más boyantes y vibrantes de toda la fiesta. El temple y el asiento de Sánchez Vara fueron clave para lucir el toro y sacar de él su mucho fondo: muletazos de largo trazo y traídos por delante, ligazón. Descaro y sitio. 

A sus tres toros los tumbó el torero alcarreño de otras tantas estocadas, por arriba las tres y cruzando con decisión y oficio, pero la del tercero de corrida fue probablemente la mejor de las tres. A los tres toros les puso otros tantos pares de banderillas. El último de ellos, al fiero quinto, en un quiebro en tablas y después de haber esperado la arrancada sentado en una silla plegable de madera que resistió en pie después de la reunión. 

Las calidades de su toreo al natural con el tercero, pero la emoción de ver al torero echarse adelante con el quinto sin que le perturbaran ni el punteo de la muleta –el toro protestaba- ni algún que otro taponazo. El nervio del toro, que a veces reculaba y se dolía, o zurcía a cornadas las tablas de las troneras, o pegaba zarpazos. Picado a modo, bien sangrado, pero el toro habría admitido un tercer puyazo. La estocada fue de mérito. ¡Qué listeza la del torero de Guadalajara para engañar al toro! Al tercero quiso matarlo en la suerte de recibir. En este otro turno no cabían apuestas tan arriesgadas. 

Joselito, arrollado al cobrar a contraquerencia la estocada que iba a acabar con el burraco primero de su lote, salió ileso del trance, resolvió sin ahogos los problemas del cuarto y, en fin, lo dio todo y más delante de las procelosas embestidas del sexto. Salía fatigado de cada tanda, pero volvía luego al toro sin desmayo. La estocada, en los bajos, no estuvo a la altura de la faena. Se olvidaron de darle al toro la vuelta al ruedo. O de pedirla siquiera.

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