“el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla……… asi pues, las corridas de toros…….. son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos.”.
R. Pérez de Ayala
la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema
martes, 9 de septiembre de 2014
Juan Mora..... y ¡olé!
El placentino Juan Mora deleitó en su tierra, en la corrida del centenario de la plaza de toros de Mérida (Badajoz)
Ese es el post de GLORIETA DIGITAL que escribe Paco Cañamero, con las siguientes palabras.
Acababa la corrida y cuando ya las sombras de la noche envolvían la magia monumental de la histórica Mérida, la Augusta Emerita romana, La sensación de haber disfrutado de una obra para el recuerdo, de las que en el futuro hurgan en la nostalgia, estaba presente entre los aficionados. Fue una obra rubricada por un artista llamado Juan Mora. Sí, el maestro de Plasencia que abrió el particular esportón de la liturgia taurina para deleitar con un trasteo que fue un regalo a la verdad, la pureza, el empaque y la magia, pero sobre todo a ese don innato de la torería que reverdeció sobre las arenas emeritenses con la pasión de un trasteo para soña que fue escrito sobre la base de una excelencia que envejece con grandeza en la barrica de la historia.
La magia llegó en el cuarto, porque hasta entonces la corrida se resumía en detalles aislados y excesivos pinchazos. Pero ese momento, con la salida de un toro jabonero que medía mucho en el capote y no cambió hasta la suerte de varas, afloraron los previos de una faena que imantó a los presentes A partir de ahí comenzó la sinfonía de Juan Mora con las mejores notas toreras manando de la magia de su muleta. Ahí surgió el grandioso Mora de las tardes para enmarcar, abrazado a su empaque, a la torería añeja de la que hace gala y la exquisitez de su particular aroma. Un verdadero lujo ver su sucesión de naturales con desmayados que eran un monumento a la grandeza del toreo gracias a un intérprete que protagonizó una faena para soñar en la posteridad.
Pero sobre todo un monumento a la torería de uno de sus máximos protagonistas como es Juan Mora, sobre el que el que se ha cometido una verdadera tropelía por un sistema que aborrega la Fiesta y trata de arrinconar la independencia. De un sistema que nunca podrá con la grandiosidad de un torero necesario más que nunca en esta Fiesta para que las nuevas generaciones beban de sus fuentes de aguas cristalinas que guardan el secreto del toreo más puro. Pero sobre todo del respeto a su liturgia y a la verdad.
Todo eso afloró sobre el viejo coso de Mérida, que se vistió de gala para celebrar su centenario y se emocionó con Juan Mora. Sobre todo lo catadores del buen arte, quienes nunca olvidarán esa magia, porque sus ojos fueron bienaventurados y sus retinas conservarán perenne el reino de la torería.
Y esto es lo que digo yo. Con esta clase de toreo la Fiesta Nacional, no morira jamás. Esto es torear y casi todo lo demás sobra.
No es pacense es placentino, de Plasencia, en la provincia de Cáceres. Estuve en la corrida y corroboro lo que he dicho siempre de él, que es uno de los toreros más elegantes que hay sobre el albero. Saludos.
"Sinfonía torera de Juan Mora"
ResponderEliminarEse es el post de GLORIETA DIGITAL que escribe Paco Cañamero, con las siguientes palabras.
Acababa la corrida y cuando ya las sombras de la noche envolvían la magia monumental de la histórica Mérida, la Augusta Emerita romana, La sensación de haber disfrutado de una obra para el recuerdo, de las que en el futuro hurgan en la nostalgia, estaba presente entre los aficionados. Fue una obra rubricada por un artista llamado Juan Mora. Sí, el maestro de Plasencia que abrió el particular esportón de la liturgia taurina para deleitar con un trasteo que fue un regalo a la verdad, la pureza, el empaque y la magia, pero sobre todo a ese don innato de la torería que reverdeció sobre las arenas emeritenses con la pasión de un trasteo para soña que fue escrito sobre la base de una excelencia que envejece con grandeza en la barrica de la historia.
La magia llegó en el cuarto, porque hasta entonces la corrida se resumía en detalles aislados y excesivos pinchazos. Pero ese momento, con la salida de un toro jabonero que medía mucho en el capote y no cambió hasta la suerte de varas, afloraron los previos de una faena que imantó a los presentes A partir de ahí comenzó la sinfonía de Juan Mora con las mejores notas toreras manando de la magia de su muleta. Ahí surgió el grandioso Mora de las tardes para enmarcar, abrazado a su empaque, a la torería añeja de la que hace gala y la exquisitez de su particular aroma. Un verdadero lujo ver su sucesión de naturales con desmayados que eran un monumento a la grandeza del toreo gracias a un intérprete que protagonizó una faena para soñar en la posteridad.
Pero sobre todo un monumento a la torería de uno de sus máximos protagonistas como es Juan Mora, sobre el que el que se ha cometido una verdadera tropelía por un sistema que aborrega la Fiesta y trata de arrinconar la independencia. De un sistema que nunca podrá con la grandiosidad de un torero necesario más que nunca en esta Fiesta para que las nuevas generaciones beban de sus fuentes de aguas cristalinas que guardan el secreto del toreo más puro. Pero sobre todo del respeto a su liturgia y a la verdad.
Todo eso afloró sobre el viejo coso de Mérida, que se vistió de gala para celebrar su centenario y se emocionó con Juan Mora. Sobre todo lo catadores del buen arte, quienes nunca olvidarán esa magia, porque sus ojos fueron bienaventurados y sus retinas conservarán perenne el reino de la torería.
Y esto es lo que digo yo. Con esta clase de toreo la Fiesta Nacional, no morira jamás. Esto es torear y casi todo lo demás sobra.
Viva la Fiesta y viva España
Jorge Benjumea
No es pacense es placentino, de Plasencia, en la provincia de Cáceres.
ResponderEliminarEstuve en la corrida y corroboro lo que he dicho siempre de él, que es uno de los toreros más elegantes que hay sobre el albero.
Saludos.
Muchas gracias por su observación. Ya está hecha la corrección del lapsus en el gentilicio de Plasencia de este grandioso torero.
ResponderEliminarSaludos cordiales.- Juan Lamarca