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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Ni sí, ni no; sino todo lo contrario / por Álvaro Rodríguez del Moral



"...Desde el 12 de noviembre de 2013, una ley nacional protege la Tauromaquia como parte del patrimonio cultural del pueblo español. También hay que recordar que fue un ministro socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, el que abrió la puerta definitiva al traspaso de las competencias taurinas desde el ministerio del Interior al de Cultura..."

Ni sí, ni no; sino todo lo contrario 

Álvaro Rodríguez del Moral 
23 de septiembre de 2014

De la corrida de Écija. 
Subimos el batiscafo oteando el maleficio que persigue a la vieja plaza de Pinichi, ésa que en otro tiempo llevó a gala el apellido de “los carteles de lujo”. Ya saben que los toros de Ruchena presentados para la corrida ferial que tenía que haberse celebrado el pasado sábado -en los carteles oficiales se anunciaba una de Carlos Núñez y en el campo se quedó un encierro de Gabriel Rojas- fueron rechazados en su totalidad en la víspera del festejo. Unos dicen que estaban pasados de edad y trapío y otros que se fue la mano en ciertas operaciones preliminares en las que preferimos no entrar ni salir. Lo que sí es archisabido es que la primera empresa presentada a organizar el festejo, comandada por José Luis Peralta, desistió del empeño después de tropezar en algunas piedras. El cartel primigenio lo formaban Padilla, Fandi y el local Miguel Ángel Delgado, superviviente en la terna de un segundo intento encabezado por el empresario utrerano Juan Manuel Rodríguez Vélez, que sumó a Antonio Ferrera y Salvador Cortés. Pero no hubo toros aptos y también se puede suponer que la taquilla no era la fiesta del Blas. También se ha hablado mucho en los entrebastidores de las dificultades y palos en la rueda que habría puesto cierto actor del invento. Otro dato más: la relación de apoderamiento que unía a Delgado con Luciano Núñez no sobrevivió a este empeño estéril y Écija volvió a quedarse sin toros. Mal asunto.

“Soy un naúfrago…” 
El polémico, e histórico, Toro de la Vega de la localidad vallisoletana de Tordesillas fue la piedra de toque. El nuevo mandamás del PSOE navegó en las aguas revueltas para intentar pescar algún rédito electoral entre el sector más verde de un partido que, en materia taurina, es tan diverso como la propia sociedad española. Sólo así se puede explicar la insólita llamada a cierto programa para aplacar el mosqueo de su peculiar presentador, que amenazaba con no volver a votar a los del puño y la rosa. Dejaremos el asunto para los analistas políticos pero no podemos dejar de recordar que el grupo parlamentario socialista, sin solución de continuidad, presentó una proposición no de ley para combatir el maltrato animal, “incluso cuando se produce en festejos o celebraciones populares de fuerte arraigo histórico”. Aunque la composición actual de la cámara convierte el empeño en un mero brindis al Sol, el inevitable oportunismo político ya ha logrado su objetivo: arrancar algunos titulares.

Reacciones y advertencias. 
Llegados a este punto no estaría de más invocar algunos detalles: Desde el 12 de noviembre de 2013, una ley nacional protege la Tauromaquia como parte del patrimonio cultural del pueblo español. También hay que recordar que fue un ministro socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, el que abrió la puerta definitiva al traspaso de las competencias taurinas desde el ministerio del Interior al de Cultura. En esa línea, el presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia -los toreros usaron la escasa voz de su desconocido presidente- ha dirigido una carta al señor Sánchez en la que le recuerda que “resulta alarmante que dirigentes de la segunda fuerza política de nuestro país expresen intención de suprimir una cultura que cuenta con el respaldo de millones de españoles, y que se vulneren derechos fundamentales recogidos en nuestra Constitución como son el derecho a la libertad de expresión, de empresa, creación y producción artística”. Carlos Núñez señala que el toreo no entiende de siglas políticas y evoca la ILP -la primera de ámbito cultural de la democracia española- que permitió que la Tauromaquia fuera considerada una “actividad artística y un producto cultural” además de ser declarada Patrimonio Cultural de todos los españoles. Núñez también realiza un repaso estadístico para recordar, entre otros datos, que el toreo es el acontecimiento cultural que genera más ingresos al estado en concepto de IVA. El presidente de los criadores de bravo, que expone el valor ecológico y social de la dehesa también recuerda que en Francia -que sigue repartiendo sopas con honda- hay un gobierno socialista que ha blindado y protegido la actividad taurina con todo tipo de cauces legales, incluyendo -añadimos nosotros- el alejamiento de esas manifestaciones antitaurinas que cohartan la libertad del aficionado español a ejercer una actividad de ocio legal, legítima y arraigada en el alma de muchas localidades y regiones. Podemos seguir aportando datos mientras se aventa la polvareda. El propio Pedro Sánchez ha querido quitar hierro al asunto después con los inevitables matices para intentar dejar a todo el mundo contento. Pero el caso es que el mismo partido que predica una cosa en Madrid, cuando cruza Despeñaperros entrega subvenciones a las escuelas taurinas andaluzas y proclama a los cuatro vientos que la Tauromaquia es sagrada. Mientras tanto, Sánchez dice que no le verán en una plaza de toros. Tampoco se le espera. El compañero y maestro Antonio Petit Caro ha dado en el clavo: el verdadero problema, el riesgo, no reside en los antitaurinos. Es de los tibios y los oportunistas.

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