“Quien presencie una corrida de toros en Segura, no dará crédito a sus ojos. Es la estampa más original y hermosa que pueda contemplarse; el tipismo, el colorido, la alegría... No hay pluma que lo describa. ¡Qué algarabía, que abigarrada muchedumbre la que trepa por la falda del castillo, buscando los sitios más a propósito para dominar todo los sectores del ruedo, que no es tal, sino un foso cuadrilongo cavado al pie de la fortaleza, una de cuyas torres se habilita para toril.” (Genaro Navarro).
Lope Morales
Así describía D. Genaro lo que pasaba en Segura desde tiempo inmemorial, sin entrar en las forma de celebrarlo, con caballeros alanceando o con plebeyos toreando. De muy niño pude ver aquellos maletillas “pasando el guante” tras faenar de muleta la vaca que habían corrido los mozos, antes del “fichaje” de Paquito Esplá, en los cincuenta. Con aquel joven alicantino, de buenas maneras con el trato y con los trastos, comenzaron los festivales taurinos más o menos reglados. Entonces era una comisión, (que incluía a los carniceros, que entendían de toros y de kilos), la que buscaba y ajustaba el precio de las reses, y constataba que los toreros participantes cobraban exclusivamente los gastos, que se abonaban directamente desde el consistorio, sin más negocio taurino al ser gratuita la entrada. Los caminos de Orcera, Trujala y demás pueblos y aldeas parecían rosarios de peregrinos subiendo la pendiente en peculiar procesión serrana y taurina. Esplá padre, Muntaner, Diego Córdoba, Sancho Dávila, Máximo Valverde, Arauz de Robles, Hermanos Esplá o José Fuentes, pisaron el rectangular coso antes de que las figuras y promesas de los últimos años hayan toreado en él. Y es que en pocos lugares se puede ver tan clara la diferencia entre lo que es asistir a un festejo y lo que es vivir un acontecimiento social donde La Fiesta trasciende al puro y simple espectáculo.
Acudir a los toros de Segura es participar en una fiesta colectiva, en el hecho festivo por excelencia para toda la comarca. Es un acto de afirmación serrana donde no es lo más importante el nombre de quien torea o cómo torea, sino la propia asistencia. Tan sólo la devoción a la patrona puede restarle protagonismo al acontecimiento social que suponen “los toros de Segura”. No decimos que vamos a los toros a Segura” decimos que vamos “a los toros de Segura”.
(“…Aquí en las fiestas de los pueblos, imprescindibles solo hay dos cosas, una virgen y un toro. Y es más fácil adivinar, por más reciente, cuándo apareció la primera que cuando lo hizo el segundo”. Antonio Gala.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario