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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 8 de septiembre de 2018

Isco y el cuentista / por Juan Manuel Rodríguez


Isco y Diego Torres cobarde periodista de El País

Lo que hizo Torres fue disfrazar su opinión, que es siempre muy negativa sobre todo lo que tenga que ver con el Real Madrid, esconderla y echarle a otro u otros la culpa de lo escrito; o sea, Diego Torres fue un auténtico cobarde y, según el protagonista de los infundios, un mentiroso.

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Isco y el cuentista

Juan Manuel Rodríguez
Lo que pidió el otro día Isco, o sea que el periodismo deportivo apoye a la selección, no me parece tan descabellado, la verdad sea dicha. Ya sé que, probablemente para desviar la atención de lo realmente importante y que ahora comentaré, la mayoría de mis colegas de profesión se han llevado las manos a la cabeza, pero eso es lo que hacemos constantemente los periodistas deportivos, animar a los nuestros. No hay más que oír las transmisiones que las grandes cadenas de radio hacen de los Juegos Olímpicos para darse cuenta de que eso es así: queremos que Mireia llegue antes que la nadadora estadounidense, animamos a Carolina en su partido contra la jugadora china, jaleamos los triples de Llull, aplaudimos a la selección de balonmano... Ahí el periodismo deportivo no juega el papel de mero observador sino que, puede que por intereses comerciales, se pone la camiseta de España. Posiblemente no sea lo ideal... pero es lo que es.

De modo que o bien el periodista está siempre para ejercer de simple notario de lo que sucede... o no lo está nunca y, como el resto, participa del espectáculo. ¿Y por qué ha de ser menos la selección nacional de fútbol que la de waterpolo? De hecho, no lo es, y no hay más que escuchar también las transmisiones por radio y ver las de televisión para darse cuenta de que, cuando España juega un Mundial o una Eurocopa, el periodista sufre, anima, grita, se emociona, salta... Por lo tanto interpreto que lo que tanto se ha criticado, sobre todo por parte de la radio que comparte grupo periodístico con el diario al que pertenece el periodista en cuestión, es que Isco le ponga nombre y apellido al informador que, en su opinión, hace todo lo posible para enturbiar el ambiente de la selección. O sea, lo que molesta es que Isco señale... tras ser señalado. O sea, lo que nos molesta es que nos señalen. O sea, lo que queremos es señalar sin ser señalados.

Pero es mentira que el periodista deportivo español sea mero testigo presencial del acontecimiento. Ya no. Eso de que el periodista está sólo para contar las cosas pasó a la historia hace mucho tiempo, y no hay más que oír todo lo que se ha dicho, con burlas incluídas, a propósito del mordisco que el capitán del filial Atlético le pegó a Vinicius. De modo que, por mucho que nos hagamos los interesantes y acudamos al libro de Teoría del Periodismo, lo que dijo el otro día Isco no resulta tan descabellado... aunque no fuera lo esencial. Porque lo importante de verdad fue que el jugador del Real Madrid acusó a un periodista de mentir y de contar falsedades sobre él que probablemente le hayan costado más de un disgusto y de dos en el seno de la selección. Ese periodista, Diego Torres, de El País, tiene fama de fabulador incluso dentro de la profesión, pese a lo cual goza de enorme prestigio... precisamente entre aquellos que se han mofado ("le dieron lo que se merecía") del bocado que le pegaron el otro día a Vinicius.

El artículo por el que Isco saltó el otro día fue uno en el que Torres le ponía literalmente a parir apoyándose todo el rato en latiguillos que sugerían que él era la correa de transmisión de lo que un grupo de jugadores sentían desde dentro de la concentración del Mundial. Sé perfectamente la diferencia que hay entre una información y un artículo de opinión, nadie tiene que venir a explicármela; aquí, en Libertad Digital, llevaré ya escritos más de 7.000 artículos de opinión, así que alguna referencia tengo. Lo que hizo Torres fue disfrazar su opinión, que es siempre muy negativa sobre todo lo que tenga que ver con el Real Madrid, esconderla y echarle a otro u otros la culpa de lo escrito; o sea, Diego Torres fue un auténtico cobarde y, según el protagonista de los infundios, un mentiroso. Como, efectivamente, los periodistas estamos para contar lo que vemos y como, además, este es un artículo de opinión que, como en todos los casos, yo firmo con mi nombre y mi primer apellido sin echarle la culpa de lo que escribo a otro, acabo diciendo que Isco tenía toda la razón del mundo, por mucho que servidor no sea futbolista profesional sino periodista y comparta al parecer, aunque muy a su pesar, profesión con este auténtico cuentista.

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