La difícil situación laboral de Lopetegui no tiene nada que ver, tal y como sugiere el establishment periodístico antimadridista, con el hecho de que el entrenador fustigue una y otra vez, y otra más, al chaval, que se sale en Segunda B, con el látigo de su indiferencia.
Todo el mundo quiere ver a Vinicius... menos Lopetegui
Hacía falta poco para que el antimadridismo periodístico de bufanda relacionara la complicada situación profesional de Julen Lopetegui con la aparente indiferencia que el entrenador vasco muestra por Vinicius, que con tan sólo 17 añitos le costó 45 millones de euros al club. Es falso, por supuesto, pero da igual, todo da igual ya. Si el presidente del Real Madrid hubiera querido torcer el pulso de éste o de cualquier otro entrenador a propósito de Vinicius o de cualquier futbolista de la primera plantilla, simplemente lo habría hecho; lo habría hecho, por ejemplo, vía contrato: "Usted tiene que alinear a este futbolista tantos minutos por partido". Y si la dignidad del técnico y sus solídimos principios estuvieran edificados sobre una solidísima base de hormigón armado... a otra cosa mariposa y a por otro menos ético, los hay a cientos y dispuestos a todo porque les toque el gordo de la lotería de entrenar al Real Madrid. Pero Florentino no lo ha hecho, ni con Julen ni, que yo sepa, y algo sé, con ningún otro entrenador.
La difícil situación laboral de Lopetegui no tiene nada que ver, tal y como sugiere el establishment periodístico antimadridista, con el hecho de que el entrenador fustigue una y otra vez, y otra más, al chaval, que se sale en Segunda B, con el látigo de su indiferencia. El que Lopetegui tenga un pie y tres cuartos del otro, más los dos brazos y la cabeza, fuera del club tiene que ver con que el Madrid, aunque este dato no le guste a Marcelo, se ha tirado nada más y nada menos que 8 horas sin marcarle un gol al arcoíris, y también con las derrotas ante Alavés, CSKA, Levante o Sevilla, ésta última con humillación incluída. Con eso, y no con la suplencia de Vinicius, hay que relacionar el complicadísimo momento laboral por el que atraviesa Lopetegui.
Tampoco creo que Florentino Pérez supiera quién era Vinicius ni dónde jugaba, para eso tiene profesionales el Real Madrid. Imagino que alguien, y supongo que sería Calafat, que es quien controla el mercado brasileño, le llegaría un día y le diría: "Presidente, hay que invertir 45 millones por este chaval porque, a lo mejor, dentro de un año nos piden el doble". Y Florentino diría "adelante". La inversión llamó la atención, no es normal pagar tanto dinero por un crío, pero las expectativas eran, y siguen siendo, muchas. Pero el caso es que Julen Lopetegui, que es un profesional a carta cabal y un hombre muy serio y trabajador, tampoco ha gestionado bien la situación de Vinicius. No parece razonable arrojarle como cebo a los leones de Segunda B y, visto lo visto, comprobadas las patadas y constatados los mordiscos, mucho menos razonable parece mantenerle en dicha categoría contra el viento de la lógica y la marea del sentido común. Gracias a Dios la cosa no ha ido a mayores, quiero decir que Vinicius aún está sano, no ha sufrido daños irreparables y, por buscarle algún aspecto positivo a la situación, el chico ha demostrado que no se arredra, que le va la marcha, que no se esconde, que la pide, que encara, que lo intenta... si le dejan intentarlo.
Pero Lopetegui se ha enrocado con Vinicius. Su discurso es incoherente porque de no estar suficientemente cocido pasó a jugar unos minutillos de la basura... ¡contra el Atlético de Madrid! Y, de ahí, nuevamente al ostracismo. Colocado ante el tozudo espejo del déficit absoluto de gol, Julen ha insistido en mandárselo a Solari al Castilla, sentarlo en la grada o, como mal menor, tenerlo atado en el banquillo. No sé si Vinicius es el nuevo Pelé u otro Robinho, nadie lo sabe. Nadie sabe si Vinicius pondrá patas abajo el estadio Bernabéu o se hará popó encima. Vinicius es una incógnita y pesan sobre él dos signos de interrogación fundamentalmente porque su entrenador no quiere que sepamos qué puede ofrecer el jugador. Esto que digo hoy lo vengo diciendo desde el primer día casi en solitario... hasta ahora. Ahora es un clamor absoluto, y también en el periodismo. No es Florentino Pérez quien quiere ver a Vinicius, no; a Vinicius quieren verle Florentino, Rubiales, Tebas, la afición, el periodismo, Cardenal y su amigo íntimo Roures y hasta los rivales. Todo el mundo quiere ver a Vinicius, todo el mundo... menos su entrenador, que no es capaz de explicar ni por qué sí ni por qué no. Esa tozudez huele a eso que el otro día Carlos Carpio definió con la frase de "morir con sus ideas". Y yo digo al respecto lo que en una ocasión dijo, con fina ironía, Jules Renard: "Tranquilo porque, a menos que haya complicaciones, está usted a punto de morir".
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