Este noviembre de 2018 añade una tristeza más a las habituales. Es posible que España haya dejado de existir si en noviembre no se produce una reacción social en su defensa. Este tío está loco. Yo no, que ustedes me han entendido bien. Ahora le ha dado por calificar delitos. El Tribunal Supremo, gracias al cual el Estado ha mantenido su integridad, se ha despachado a gusto: «Se está asimilando como normal la destrucción del Estado de Derecho».
Ya en noviembre
Alfonso Ussía
La Razón, 27.10.2018
Se acerca noviembre. Con febrero, el mes más triste del año. Una cantante holandesa, Anna Vanderlove, compuso la balada más melancólica con el mes de noviembre de protagonista. Lloré mucho oyéndola, porque la belleza musical se afianza en la tristeza. La música alegre es de borrachos, de fiestas populares o de pasiones en los Caribes.
Este noviembre de 2018 añade una tristeza más a las habituales. Es posible que España haya dejado de existir si en noviembre no se produce una reacción social en su defensa. Este tío está loco. Yo no, que ustedes me han entendido bien. Ahora le ha dado por calificar delitos. El Tribunal Supremo, gracias al cual el Estado ha mantenido su integridad, se ha despachado a gusto: «Se está asimilando como normal la destrucción del Estado de Derecho». Tan sintético y tan devastador. Cada día que se suma del inquilinato del «okupa» y «la seño» en La Moncloa, España se deshilacha más.
Peligroso noviembre. Para mí, este mes de bellísimos paisajes hacia los bosques detenidos del invierno, tiene dos fechas esenciales, una de tristeza y otra de celebración en la memoria. El 28 de noviembre se cumplen 82 años del genocidio comunista y socialista de Paracuellos del Jarama. Su responsable máximo, Santiago Carrillo, ha sido premiado por ajusticiar a más de 6000 inocentes con una calle en Madrid. Memoria histórica. Los descendientes de las víctimas de aquella salvajada hemos tenido tiempo para perdonar, pero no nos permiten el olvido mientras agasajen a los asesinos. Carmena: Carrillo –entiendo que fue su líder en el PCE-, no puede tener una calle en Madrid. De las checas de Madrid partieron los camiones de la muerte, San Antón, Porlier, Bellas Artes… De Madrid partió el crimen masivo y la tortura, y Madrid le ha concedido al criminal el honor de una calle cuando están borrando otros nombres honrados e históricos. A don Juan De la Cierva, el inventor del autogiro, fallecido en 1936, le han quitado la calle por franquista, cuando no le dio tiempo a serlo. Además, de no haber existido don Juan de la Cierva, ¿cómo se habría desplazado Sánchez a la boda de su cuñado? El helicóptero es una consecuencia del autogiro. El pobre Sánchez tendría que haber viajado en coche, por carretera, eso tan vulgar y que tanto le aburre a «la seño». Reponga su nombre a la calle, aunque sea por haber evitado a «la seño» el viaje en coche a la boda de su hermano.
Y en noviembre, una memoria de alegría. El 19 de noviembre se cumplirá el séptimo aniversario de la boda por la Iglesia de Antonio e Isabel Mingote, en la que tanto intervino Pili Hornedo. En una pequeña capilla de La Milagrosa de los padres Paúles, con mi mujer y el que escribe como padrinos, y de testigos mis hijos y el «Ahijadito», como Antonio le decía. Posteriormente, los novios, los padrinos y los testigos fuimos convidados por el feliz matrimonio a un comedor privado de «Jockey». Éramos diez. Pedimos en la Misa por el Papa Benedicto XVI, por España, por todos los que sufren, por nuestros familiares fallecidos y por nuestras familias. Finalizada la ceremonia, fui invitado a dedicarles unas palabras a los recién casados por la Iglesia, y me permití en recinto sagrado, ofrecerles una recomendación. Antonio e Isabel llevaban casados más de 30 años, pero ante Dios eran unos recién llegados. «No os aprovechéis de vuestra condición de recién casados y no me hagáis guarraditas esta noche». Antonio casi se ahoga de la risa y yo a punto estuve de recibir un sopapo de mi mujer. Su hijo Carlos, no se enteró del acontecimiento. Y en ABC no se hizo mención a la boda en los Ecos de Sociedad a pesar de la gran importancia del novio por no verse obligados a escribir el nombre indeseable del padrino. Pero fue un día alegre y maravilloso, a pesar de su condición novembrina.
El lunes siguiente, en la mesa semanal que Antonio y el que firma compartíamos religiosamente en el «Club 31», Isabel, preocupada por su salud le llamó dos o tres veces durante la comida. «Ya ves, está como una recién casada. No puede vivir sin mí».
Me preocupa mucho España y me aburre y hastía el coñazo de los separatistas catalanes, esos pobres aldeanos. De tal modo que escribo de noviembre, y cumplo sobradamente con mi obligación.
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