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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 21 de octubre de 2020

Cultura pacífica / por Pla Ventura

En la foto, Su Santidad, a la espera de pasar el peor rato de su vida.

El Papa, es decir, su Santidad, recibe el sábado al tipo de la cara de cartón. Lo que daríamos todos por escuchar la conversación. Claro que, a tenor de los hechos, El Papa ya recibe a todo el mundo, las pruebas lo atestiguan. ¿Cómo se puede recibir a un dirigente político cuya única meta es la destrucción de su país?

Cultura pacífica

Pla Ventura
Toros de Lidia / 21 octubre, 2020
Ahora, una vez que ha asolado al mundo de los toros en cuanto respecta a miles de profesionales de toda índole en este mundillo, el ministro de cultura, un tal Rodríguez Uribe, lleno de satisfacción aconseja no ir a los toros porque esta fiesta no es cultura pacífica. ¿Qué entenderá este pobre hombre por cultura pacífica? Da igual, tampoco le añadamos más definición que la que tienen los toros, CULTURA, muy a pesar de ese gordito que más que un ministro parece un bibliotecario. Por cierto, en la actualidad, para ser ministro solo hace falta llevar el carnet de sociata en la boca, lo demás no sirve para nada y, lo que es peor, tampoco hace falta.

Dentro de este maldito gobierno que tenemos, como se comprueba, no tenemos un solo amigo los que defendemos la fiesta de los toros, así se pronunció José Luís Corcuera, el que fuera ministro con Felipe González que, aficionado como el que más, hasta le recordamos la llamada “Ley Corcuera” en la que defendía por encima de todo la fiesta de los toros. Qué triste debe estar el señor Corcuera, socialista de emblema, al ver que sus “correligionarios” de partido han destrozado la fiesta de los toros y, lo que es peor, España entera.

Y lo digo porque estas gentuzas que no merecen otro calificativo, no respetan nada y, como se sabe, los toros los tienen en el punto de mira para tratar de exterminarlos y, la primera medida, auspiciada por el maldito coronavirus, no fue otra que dejar en la estacada a los profesionales taurinos que no gozan de otro privilegio que su propio trabajo dentro del mundo de los toros. 

Y a esa forma de actuar la definen como socialismo, vamos, al igual que hiciera Hitler que, amparado en el socialismo mató a varios millones de personas con las armas; éstos no necesitan de armas, porque ya se las han inventado para que la gente muera de hambre, al fin y al cabo, otra forma de matar.

No entra en los planes de este gobierno la fiesta de los toros, razón por la que la desprecian y, como se sabe, avanzan cada día un poquito más hasta que lleguen hacia donde llegó el gobierno criminal de Cataluña cuando se cargaron la fiesta para siempre. Podría no gustarles la fiesta taurina, como a los demás no nos gustan otros quehaceres del individuo pero, al fin y al cabo, sin molestar a nadie, ofrecemos respeto que es el arma más bella que le podemos dar a nuestros semejantes cuando algo no nos satisface. Pero, cuidado, he dicho respeto. Bien es cierto que, esperar respeto de un colectivo de gobernanza que pacta con los que quieren destruir España, con los etarras y sus admiradores, con los asesinos, con separatistas y con toda la mala gente de este país, pedirles respeto a estos miserables es como querer tocar el cielo con las manos.

Hemos llegado a la conclusión que, para estos resentidos de la sociedad que llegaron al poder de la forma en que lo hicieron, para ellos, la llamada Cultura Pacífica debe ser subvencionar con cientos de millones bodrios cinematográficos que ellos definen como obras maestras del celuloide; agrupaciones de maricones, lesbianas, sociatas y demás gentecillas de esta índole, para todos estos sí hay respeto y subvenciones pero, cuando se trata de la fiesta de los toros, la que encandiló a España durante varios siglos, la que ha contribuido con sus impuestos para el bien de nuestro país, la que ha salvado de la droga a miles de muchachos que, auspiciados por los toros, se apartaron del mundanal ruido para no caer jamás en las garras de la droga y la prostitución.

Pero todos esos valores no cuentan para nada porque, como se sabe, desde el gobierno, lo que se pretende es exterminar España como país, rindiendo tributo a los asesinos de las más de mil personas que ETA asesinó y, es indignante, repito, que nuestros dirigentes ofrezcan respeto e incluso admiración para los asesinos mientras que, para las víctimas, nadie de los que viven de la sopa boba, es decir, de la maldita política, ha roto una lanza en favor de las víctimas asesinadas, en este caso, mostrando respeto hacia sus familiares.

Y mientras todo esto sucede, como hemos podido saber, El Papa, es decir, su Santidad, recibe el sábado al tipo de la cara de cartón. Lo que daríamos todos por escuchar la conversación. Claro que, a tenor de los hechos, El Papa ya recibe a todo el mundo, las pruebas lo atestiguan. ¿Cómo se puede recibir a un dirigente político cuya única meta es la destrucción de su país? El Papa no es el primer ministro de Dios, es Dios que ha bajado a la tierra porque no puede entenderse de otro modo.

Mientras tanto, el coletudo, que nada tiene que ver con el mundo de los toros, -salvo que lo odia sin piedad- sigue esquivando imputaciones por doquier porque, amigos, hace justamente lo contrario que predicaba antes de tener el poder. Ya se sabe, si quieres saber quién es Pablito, dale un carguito. Se lo dimos y, eso sí, lo pagaremos carísimo porque como dije ya en más de una ocasión, tras todo lo que está sucediendo en todos los órdenes, dudo mucho que hayan elecciones otra vez en España. Somos el calco de Venezuela. ¿Queréis más pruebas? El que tenga la menor duda de algo que escuche a diario a Federico Jiménez Losantos y le alejará de toda posible duda.

Eso sí, lo que hacen a diario estos tipos y tipas, como ellos dirían, no es otra  cosa que promover el horror ante todos los colectivos más débiles de nuestro país, el odio en su más pura acepción y, para nuestra desdicha, en los toros somos horrorizados y odiados, no sé en qué porcentaje más grande, pero ese es nuestro sino. Insisto, de haber algún día elecciones podríamos cambiar nuestro voto pero, como eso no sucederá jamás, que Dios  nos pille confesados. O, a lo mejor El Papa le da Pedro Sánchez una pócima bendita para que nos salve de la destrucción en que estamos sumidos y, la que se avecina.

Por cierto, igual El Papa nos sorprende a todos y le pregunta a Pedro Sánchez: ¿Quieren ustedes seguir quemando iglesias como hicieron en el año 1936 o como hacen sus homónimos ahora mismo en Chile? Esa sería la pregunta del millón pero, repito, El Papa, como persona muy prudente que es no se la hará pero, la ocasión la tiene en la mano.

*En la foto, Su Santidad, a la espera de pasar el peor rato de su vida.

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