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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 30 de octubre de 2020

'Tristes flores de invernadero'. Artículo de opinión de C. R. V. tras el fallecimiento de Don Pablo Lozano



Una vez escribí que ya nadie escribe cartas de amor con la pluma de un pájaro. Una frase poética pero nada eficaz, pues ni siquiera reivindica lo que ya no se escribe: cartas. Las del buzón de correos es tan próxima a su relevancia como pieza de museo. Tiempos. En los mismos días en los que la insistencia de nuestro Ministro de incultura define la osadía de lo sectario respecto a nuestra cultura, un hombre silenciosamente culto, era envuelto por los brazos de una peste invisible y ladina, y nos lo arrancaba de la tierra. De raíz. Pablo Lozano. Don Pablo.

Tristes flores de invernadero
  • Artículo de opinión de C. R. V. tras el fallecimiento de Don Pablo Lozano
Un español culto que cultivó la tierra con la cultura de cada parto de cada vaca, la cultura oral de los secretos del bien torear, que se dicen en el campo en cada tentadero. El sortilegio para la futura bravura que se hace en medio de la tierra más culta del mundo, la del campo de bravo. ¿Cuánta transmisión oral, cuánto boca a boca a la salida de cada vaca y becerra y toro de Alcurrucén ha salido, pausada en sentencia, de Don Pablo? ¿Cuántos toreros y generaciones de toreros las han tenido a mano de forma generosa? Un tentadero era con él todo el toreo desde Luis Miguel hasta estos días de presente lastimoso y futuro de interrogantes de niebla.

El todo es una casa que hoy llora porque le falta una parte de ese todo en ese ‘todos para uno’ que es la casa Lozano; (…) Ahí ha estado gran parte del toreo, a resguardo del tiempo en apoderamientos impecables de los más grandes de la historia. Pero algo le falta hoy a ese ‘uno para todos’.

De alzada y envergadura. Trato noble. Habla despaciosa. Ironía en un sentido del humor idéntico al que tiene la tierra, que da todo si todo se le da. Esa ascética presencia que despreció el lujo externo puede que sólo fuera respuesta a una convicción: el ornamento no hace al fraile. Conversador de economía justa porque hablar de más es no saber y de menos es desconfiar. Todo en él desde el toreo del otro siglo estaba. Y sin embargo, una parte de un todo.

El todo es una casa que hoy llora porque le falta una parte de ese todo en ese ‘todos para uno’ que es la casa Lozano. Un compás de sitios ocupados, cada cual en el suyo, por José Luis, Eduardo y Pablo. Y hasta el verso libre, Manolo, lleva en el anca del alma el hierro de la casa. Ahí ha estado gran parte del toreo, a resguardo del tiempo en apoderamientos impecables de los más grandes de la historia. Pero algo le falta hoy a ese ‘uno para todos’.

Pareciera, desde hace algún tiempo, que la edad cumplida hacía inservible a las personas que sirvieron con una lealtad y talento al toreo fuera de duda. Este parecer que va a golpe de tweet o similar, es sólo un parecer de una falsa modernidad que se traduce en un desconocimiento del propio toreo, de la cultura taurina. Si hablamos de modernidad, Vista Alegre y La Oportunidad están siendo, aún hoy, copiados. Si hablamos de comunicar, este ‘todos para uno’ se llevaban y se traían a los mejores periodistas de la tele generalista de antaño.

Si hablamos de relaciones, los políticos más sin igual de toda ideología, a su vera estaban y estaban con los toros. Si hablamos de fomento, ellos fueron y son pueblo y toreo en los pueblos. Si hablamos de empresa en los dos lados del Charco, ahí está la hoja de servicio y si hablamos de tele, pues ellos fueron pioneros de la tele de hoy en los toros. Lo inservible respeto a lo que sirve resulta ser una paradoja insostenible.

‘En tiempos de descomposición, saber de dónde se viene es sutilmente útil. Y para abundar en la desdicha, tiempos en dónde está prohibido el homenaje de los abrazos multitudinarios para quien fue gente buena y leal‘

Mirar para atrás no es sano si no se mira para avanzar. Cierto. La lástima es cuando no se mira nunca, que se pierden referencias, se pierde de dónde vinimos, que es la tierra y el pueblo. Y perder las referencias es al origen de la desubicación, de una orfandad que nos lleva a no tener lugar alguno en donde repensar nuestro futuro. En tiempos de descomposición, saber de dónde se viene es sutilmente útil. Y para abundar en la desdicha, tiempos en dónde está prohibido el homenaje de los abrazos multitudinarios para quien fue gente buena y leal.

Dicen que la tierra es tan honesta que responde con flores al insulto o mal trato. Las flores del campo, como las plumas de los pájaros que ya nadie usa para escribir cartas que ya no se echan a los buzones inservibles, son sustituidas por esas flores que se crían bajo focos y por el adulterio de la tierra. Flores de ciudad que huelen a desahucio. Esas son hoy el símbolo de un presente con la tierra puesta en duda, con la cultura de la tierra en entredicho. Tiempos donde solo acertamos a adornar vida y muerte, entierro y bautizo, con tristes flores de invernadero.
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PD: El más fuerte abrazo, Luis Manuel, Pablo y Fernando. José Luis, Eduardo y Manolo.

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