Aspecto de los tendidos de la plaza de toros de Bilbao la tarde del pasado día 25.
La falta de apoyo institucional (el Ayuntamiento ha suprimido hasta el rabo de toro del concurso gastronómico), el escaso trapío de las reses lidiadas y la ausencia de público (y de afición), ingredientes de una feria sin rumbo.
El prestigio de las Corridas Generales de Bilbao pende de un hilo
Por Antonio Lorca
Lo de las Corridas Generales de Bilbao tiene mucho mérito. Hace años que los coloridos tendidos de la plaza presentan un aspecto desolador, pero este ciclo taurino mantiene su alto prestigio, y goza, a pesar de todo, del respeto y la admiración de los aficionados. Triunfar hoy en la Feria de Bilbao sigue siendo una altísima distinción para toros y toreros, lo que dice mucho y bien de lo que significa esta plaza en la historia de la tauromaquia. Un significado que, poco a poco, inexorablemente, se está perdiendo. Y las razones son diversas.
En Bilbao no hay público para los toros; no importan las ganaderías, ni los toreros emergentes ni las figuras; solo Roca Rey mantiene cierto interés, pero no por su toreo, sino para ver cómo se juega el tipo y sale a hombros, aunque no se llenó la plaza las dos tardes en las que hizo el paseíllo.
Y la afición cabe en un autobús: los socios del Club Cocherito y del Club Taurino de Bilbao. Después, están los amigos y admiradores de la ganadería de Dolores Aguirre, que más que aficionados son allegados al legendario hierro.
A ello contribuye la falta de apoyo institucional a la fiesta de los toros. Hace unos días, Sabino Gutiérrez Bañares, presidente del Cocherito, escribía en el diario El Correo que “en Bilbao, todo lo que tiene que ver con la tauromaquia aparece en los últimos años envuelto en polémica y es políticamente incorrecto”. Denunciaba, asimismo, que los festejos taurinos han sido suprimidos del programa oficial de las fiestas; y no solo eso: del concurso gastronómico organizado por las Konparsas (peñas), con el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad, ha sido eliminado el rabo de toro y sustituido por la pasta.
“En Bilbao, todo lo que tiene que ver con la tauromaquia aparece en los últimos años envuelto en polémica y es políticamente incorrecto”. (Sabino Gutiérrez, presidente del Club Cocherito)
El ‘toro de Bilbao’, conocido por su deslumbrante trapío, ya no existe. La empresa BMF (Chopera) prefiere ofrecer corridas con la presencia requerida por las figuras, y solo dos hierros han destacado sobre los demás: Fuente Ymbro, que ha sido premiado como la corrida más completa y brava del ciclo, y Dolores Aguirre. (La despedida de Enrique Ponce con los toros inválidos de Daniel Ruiz no tiene un pase. Resulta inexplicable que el torero exigiera reses de esta ganadería y que la empresa aceptara tal imposición. Esa tarde del 23 de agosto la feria tocó fondo).
Y la taquilla… De un aforo de 14.781 localidades, las entradas han oscilado entre un cuarto, un quinto y tres cuartos los días de Roca. Muy pocos asientos ocupados para una feria que ha sido tan importante, y unos espectadores tan festivos y orejeros como los de cualquier otra plaza. Por cierto, el día de los toros de Dolores Aguirre, sus amigos protestaron y consiguieron que se devolviera un toro blando porque el primer sobrero era el más espectacular del encierro, pero inválido era el sexto y nadie levantó la voz porque el segundo sobrero era de Fuente Ymbro. ¡Amigos y no aficionados!
A pesar del exigente y ecuánime presidente Matías González -al que no le funciona el reloj a la hora de medir el tiempo de las faenas, de modo que los 10 minutos reglamentarios se alargaron todos las tardes, y el récord se alcanzó en el sexto toro del día 22, lidiado por Roca Rey: 14 minutos y 10 segundos y no sonó el aviso- se han cortado 12 orejas: solo Pablo Hermoso de Mendoza paseó dos de un toro, tres cortó un brillante Borja Jiménez la tarde del mano a mano con Luque, y una cada uno cortaron Emilio de Justo, Manzanares, Roca Rey, Damián Castaño, Juan Ortega y los novilleros Jarocho y Aaron Palacio.
Borja Jiménez, la tarde triunfal del 20 de agosto, con los toros de Fuente Ymbro.
Por otra parte, este blog ha solicitado la opinión experta del periodista y crítico taurino bilbaíno Álvaro Suso, un fino y comprometido conocedor de la feria de Bilbao.
Considera, en primer lugar, que “las Corridas Generales han supuesto en este 2024 una nueva decepción para los aficionados”, y apunta como factor decisivo “la desaparición de la identidad histórica de esta plaza, que es el denominado ‘toro de Bilbao’, ese que es cabeza de camada, bien hecho, serio por delante y rematado”.
A su juicio, “esta ausencia de identidad ha provocado que el aficionado local no se sienta atraído por lo que se anuncia, y que el foráneo haya decidido no viajar hasta la capital vizcaína porque el toro que se lidia se puede ver en muchos cosos de España”. En consecuencia, añade que “los abonados disminuyen, pero curiosamente, la novedad más positiva es la presencia de gran cantidad de jóvenes en los tendidos”.
La feria tocó fondo la tarde de la despedida de Enrique Ponce, con los toros inválidos de Daniel Ruiz
Álvaro Suso incide, asimismo, en la falta de apoyo de las instituciones, “que por motivos políticos han decidido ponerse de espaldas a la fiesta”. “Desde hace tiempo”, continua, “el Ayuntamiento se ha colocado de perfil, pero con continuos dardos para debilitar las Corridas Generales; hace cinco años renunció a actuar como empresa, y actualmente ha eliminado los festejos taurinos del programa oficial de las fiestas y los ediles no aparecen por las corridas”. Señala, por otra parte, que “no existe es una preocupación política por impulsar un espacio y una actividad que genera visitantes, y que este año ha reunido en torno a 45.000 personas durante la semana de fiestas”.
“Sin el ‘toro de Bilbao’ como identidad y sin el apoyo de las instituciones, revitalizar la feria es más complicado”, prosigue Suso, “pero la empresa BMF, además, destaca por su falta de promoción durante el año”. “Hasta mediados de julio no anunció los carteles”, añade, “lejos de una promoción prolongada, y ajena a los principales focos de aficionados. Para que haya una identificación con la ciudad es necesario estar presente durante todo el año, y hacer partícipes a los aficionados de lo que se programa”.
“El declive de Bilbao es un hecho”, concluye. “Dentro del ruedo, faltan el toro y los toreros que dan emoción en la fiesta; fuera, los detalles de una organización que no se reúne con los aficionados durante todo el año. El resultado es la decepción y la sensación de que todo podría salir mucho mejor si se trabajase en conjunto”.
Lo dicho: la Feria de Bilbao, otrora tan prestigiosa, pende de un hilo.
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