"..Solo nos queda desearle la mayor de las suertes y el mejor pronóstico médico, para que su vuelta a los ruedos se produzca cuanto antes y en las mejores condiciones. No está el toreo sobrado de toreros como para que se pueda sustituir, ni siquiera suplir, su tauromaquia.."
En muy corto espacio de tiempo el torero de La Puebla ha repetido la escena que supone el marcharse. Eso sí, por distintos motivos.
La primera fue el pasado 28 de agosto de Linares o, para mejor decir, marcharse del coso de Santa Margarita. En esa ocasión todo fueron reproches por la ‘hazaña’ de marcharse, de quitarse de la corrida programada, junto a Manzanares, en el aniversario de la muerte de Manolete.
Las razones, discutidas y discutibles todas ellas, los comunicados, los partes médicos, proliferaron sin que los aficionados sepan, de verdad, a qué atenerse. Sólo se sabe que Curro Díaz se quedó solo con los seis toros autorizados por las autoridades y que, a esos toros malos y descastados, les terminó cortando cinco orejas entre la aprobación de sus paisanos que valoraron, y mucho, el gesto de no salir corriendo él también en fecha tan señalada.
Ese Morante se va… fue censurado por todo el mundo y fundamentalmente por quienes habían sacado sus localidades para ver al sevillano.
Esta es la imagen de Morante que queremos recuperar cuanto antes
La segunda marcha, el segundo Morante se va…, tiene otro cariz muy diferente y en esta ocasión pone de acuerdo con ello a todo el mundo, pero en otro sentido. Aquí es más José Antonio que Morante, aquí es más hombre que torero, aquí la persona está muy por encima del artista. Aquí sin censura alguna, a todos nos preocupa la ‘espantá’ de Morante.
Una vez más, y van…, el diestro se ha visto obligado a cortar la temporada por motivos de salud, en concreto de salud mental. Un mal que le aqueja y aprisiona dejándole sin ánimo como para enfrentarse a lo cotidiano, que en su caso es, nada más y nada menos, que enfrentarse a un toro… un día sí y al otro también.
Aquí muchos aficionados, con entradas sacadas para verle en distintas plazas y ferias, sufrirán su marcha y lo harán por partida doble, a la tristeza de no poder verle, se unirá la de saber que su estado de salud no es precisamente el mejor.
Lamentable y preocupante es este repetido problema que padece el maestro, una ‘cornada’ de las más difíciles de curar y que, por añadidura, le envuelve también en su vivir cotidiano.
Solo nos queda desearle la mayor de las suertes y el mejor pronóstico médico, para que su vuelta a los ruedos se produzca cuanto antes y en las mejores condiciones. No está el toreo sobrado de toreros como para que se pueda sustituir, ni siquiera suplir, su tauromaquia.
Antojan Castro exagera el posible adiós de Morante, porque antes que él se retirarón otros auténticos dioses del Olimpo del toreo, y sin duda vendrá pronto otro, que será glorioso... ¡Al tiempo!
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