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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 6 de junio de 2015

El tornillo / por Ignacio Ruiz Quintano




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Un “Príncipe de Asturias”, Xavi, que mete goles, y un “Princesa de Asturias”, Gasols, que mete canastas, opinan que para votar en Cataluña hay que pitar al himno de España.

A los que pitan al himno de España les falta un tornillo –ha dicho Cruyff, holandés cuyo himno nacional deja claro que “Al Rey Señor de España / rendí yo siempre honor”.

Al “Rey Señor de España”, pitado en Barcelona por los “hooligans” de Xavi y Gasols, lo aplauden en la Asamblea de Francia, esa Monarquía de paisano amenizada por el himno más marchoso: todos sus padrinos acabaron en la guillotina, y si su autor, Rouget (un contrarrevolucionario que sin derecho alguno se hace llamar Rouget de Lisle), no pasó por la “navaja nacional”, fue porque el Destino se llevó antes al ídolo laico de Pablemos, Robespierre (Errejón sería Saint-Just con boquita de más piñón).

El Rey viajó a Francia en apoyo de una revisión histórica según la cual, siguiendo la misma lógica de quienes sostienen que Ancelotti ganó la Décima, los liberadores de París fueron unos republicanos españoles a bordo del tanque “España cañí”.

ABC nació como diario con una prodigiosa crónica telegráfica (la primera en España) de Azorín, escrita sobre su sombrero de copa en la Ópera de París durante la función con que el presidente Loubet obsequiaba al Rey de España (que iba a Londres para buscar novia), víctimas, ambos, de un atentado anarquista con bomba a la salida del coliseo.

La pitada al himno de España es una “performance” independentista, desde luego amparada democráticamente por la libertad de expresión. Sólo que en una democracia (imprescindible sistema mayoritario, "ballottage" en tertulianés), los independentistas pintarían menos que la blanca doble en el dominó, que es lo que Xavi y Gasols no saben.

Y como la autodeterminación es un derecho inexistente para España, Portugal, Francia e Inglaterra (naciones anteriores a la Revolución Francesa), Cruyff lleva razón: a los pitones les falta un tornillo.

Xavi Hernández recibe el Premio Príncipe de Asturias

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