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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 2 de diciembre de 2019

Roger Federer colgó el no hay billetes en La México / por Pla Ventura


En la imagen, El Pana, un diestro que llenó varias veces La México.

Fijémonos cómo está el panorama taurino que, ha tenido que ser un tenista, Roger Federer, el que nos haya iluminado en nuestros sueños al pensar que, hace muy poco tiempo eran los toreros los que se encargaban de llenar las plazas de toros, en este caso, el coso capitalino del país azteca.

Roger Federer colgó el no hay billetes en La México

Días pasados, Roger Federer nos hizo soñar de nuevo en La México sin tener nada que ver con el mundo de los toros pero, de forma inevitable, ver La Monumental de Insurgentes a rebosar nos hizo soñar para volver hacia atrás en nuestra memoria de aficionados. Era cuestión de cerrar los ojos para rememorar viejos tiempos en que, los toreros, como era natural y lógico, acababan con el papel en la plaza más grande del mundo. Es decir, lo que ahora es una quimera, no hace todavía muchos años, apenas tres lustros, era una bellísima realidad.

Fijémonos cómo está el panorama taurino que, ha tenido que ser un tenista, Roger Federer, el que nos haya iluminado en nuestros sueños al pensar que, hace muy poco tiempo eran los toreros los que se encargaban de llenar las plazas de toros, en este caso, el coso capitalino del país azteca. Ciertamente, hemos sentido nostalgia, quizás mucha, demasiada para lo que pudiera resistir nuestra alma de aficionados. Recuerda uno a toreros de la talla de Manolo Martínez, David Silveti, Mariano Ramos, Jorge Gutiérrez, Manolo Arruza, Eloy Cavazos, Curro Rivera, Miguel Espinosa Armillita y un elenco todavía más extenso de toreros mexicanos que, a diario, llenaban el coso capitalino, incluso Rodolfo Rodríguez El Pana de novillero e incluso algunas tardes como matador.

La pregunta es obligada. ¿Qué ha sucedido para que ya nadie vaya a los toros en México? Quizás que la respuesta sea la misma e igual para todos los confines de la tierra donde se celebren corridas de toros. Sencillamente que los taurinos, con sus fechorías y maneras de adulterar el toro, han logrado lo que parecía imposible, que los toros ya no le interesen a nadie, razón de la desertización de los aficionados a los coliseos taurinos.

En España, como alguna vez dije, todavía queda alguna que otra plaza en la que, gracias al toro, se sustentan por sí mismas pero son las mínimas. Sinceramente, ¿habrá algo más triste que ver a La Monumental de Insurgentes totalmente vacía en días de festejo en su temporada grande? Nadie lo podíamos creer pero de forma lamentable ha sucedido. A ver quién es el valiente que consigue de nuevo que la gente acuda a dicha plaza.

Sin duda alguna, Roger Federer, sin saberlo, nos ha dado una soberana lección para cómo y de qué manera se puede llenar La México, como lo hubiera hecho Rafael Nadal, Roberto Bautista o cualquiera de los tenistas actuales. La razón del éxito de este deporte está clarísima, por eso acude la gente en masa para presenciarlo y, lo que es mejor, para disfrutar con el tenis que, además de misterio, tiene verdad, autenticidad, no existe por tanto trampa alguna para que, al final, gane el mejor. Ya vemos que, con una fórmula tan nítida, limpia, pura, honrada y cabal, hasta se quedó pequeña dicha plaza para albergar a los miles y miles de aficionados que querían vibrar junto a sus ídolos.

¿Será que hace cuarenta años la fiesta de los toros en México o en España estaba teñida de verdad y autenticidad y que éstas eran las razones por las que la gente acudía en masa a los coliseos? Tomemos nota porque la respuesta nos la da la misma pregunta que formulamos. Y no entremos en vericuetos pedantes cuando nos esgrimen que los toros, en la actualidad tienen mucha competencia puesto que, la gente tiene demasiados lugares a donde acudir y, quizás sea cierto; es más, seguro que lo es. El tenis, por citar un espectáculo tiene el mismo reto puesto que, la gente puede acudir a los mil sitios que se argumentan para defender la ausencia de aficionados en las plazas de toros y, por el contrario, se llenan todas las canchas y, lo que todavía es peor, el tenis se televisa en abierto y en directo y, pese a todo, las canchas citadas están todas abarrotadas.

Siendo así, no veo que el mal radique en que haya muchos espectáculos; la inquina que siente el aficionado no es otra que está harto de ver cómo le roban la cartera dentro de lo que llamamos aparente normalidad honrada. Lógicamente, el aficionado no puede ir al juzgado para denunciar que sospecha que los pitones de los toros están afeitados, o que argumentando que el toro que se ha lidiado es chico y endeble. Todo eso, ante la autoridad son minucias.

 ¿Solución para defenderse el aficionado? Decir basta y no acudir a las plazas de toros. No hacen falta más pruebas, el tenis nos ha venido a demostrar la gran mentira que tantas veces sufrimos en los toros.

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