Si de actitud hablamos, ambos toreros mencionados van por el mismo camino aunque, claro está, con la ostensible diferencia de que mientras Roca Rey asiste a los festines del medio toro, Isaac Fonseca tiene que tragar con lo que le echen, un mérito enorme del manito que, si se trata de jugarse la vida, él es el primero. En Pamplona nos asustó y no seré yo el que entre en valoraciones si su salida en hombros pueda ser discutida como lo han hecho algunos que, sus razones tendrán. Pero lo que ha quedado latente y de puro manifiesto es el desprecio de su vida ante los toros, toda una gallardía que Fonseca muestra en todas sus actuaciones y en Pamplona no iba a ser una excepción.
Por cierto, le vimos incluso mermado de facultades tras la cogida que hacía pocos días había sufrido en Colmenar Viejo, por cierto, su tarde emblemática que, con una cornada fuerte en el muslo se entretuvo en matar los cuatro toros restantes que le quedaban para al final, ante una corrida complicada, alzarse como el gran triunfador de la Copa Chenel. Hay que tener cojones para aguantar dos horas herido, matando cuatro toros y no se fumó un cigarro en el callejón porque no fuma, de hacerlo, así lo hubiera hecho; lo digo en el sentido de la tranquilidad pasmosa con la que soportó la cornada, el dolor, la sangre y todo lo que conlleva una herida por asta de toro.
El torero se preguntará a sí mismo, ¿qué más tengo que hacer para que me den un hueco en los carteles? Y no encontrará respuesta. A lo sumo, esperar alguna que otra sustitución y, ante todo, no perder nunca la fe que, como se demuestra la tiene a borbotones; fe, valor, entrega, actitud, desprecio a su propia vida; todo ello por intentar ser figura del toreo. Como digo, mientras a Roca Rey le dieron el entorchado de máxima figura a los tres segundos de doctorarse, a Isaac Fonseca le está costando un mundo. Claro que, si no desfallece, su verdad es tan grande que acabará aplastando hasta la propia injusticia.
Como digo, empresarios del mundo, ahí tenéis el cartel que acabaría con el papel en cualquier feria, mano a mano Roca Rey y Fonseca con tres toros de Juan Pedro y otros tres de Escolar, por tratar de equiparar el cartel en la medida en que se pueda si de justicia hablamos. Está claro que, en esto de los toros me gusta soñar más de la cuenta porque lo que planteo es toda una utopía. Los señoritos –y Roca Rey lo es- viven plácidamente en “palacio” –las ganaderías comerciales- y que alguien les haga sombra le cuesta mucho; es decir, no lo soportan. Como dice el refrán español, evita la ocasión y evitarás el peligro, es lo que hace Roca Rey esquivando a todo aquel que pueda hacerle sombra.
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