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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 29 de julio de 2023

México. Con Ponce, Pablo Hermoso y “El Juli” fuera de órbita, llegó la hora esperada… / por Jorge Eduardo


 "...Hoy, los tres ases dicen adiós a la profesión. Ya desde antaño los intentos por renovarlos no cuajaron: ni Castella, que añadía estoicismo a la fórmula poncista, el inspirado Talavante o la irrupción de Ferrera le han tapado el ojo al macho. Tampoco Roca Rey ha cuajado en México..."

Con Ponce, Pablo Hermoso y “El Juli” fuera de órbita, llegó la hora esperada…

Jorge Eduardo

…a la tauromaquia en México le espera el reto de sostenerse como un espectáculo de masas.

Para albergar la idea de construir la plaza más grande del mundo, capaz de albergar a la friolera de 45 mil almas, debió gestarse un contexto muy particular. La ciudad contaba una plaza de 25 mil localidades que era claramente insuficiente desde tiempo antes.

La tauromaquia en la capital se había sostenido en las sólidas carreras de los ases taurinos de los años treinta. “Armillita” y Garza llevaban 15 años tirando del carro, aunque ya con cierta intermitencia. Mientras Solórzano menguaba, el recuerdo de Balderas permanecía. Más adelante surgieron “El Soldado”, Gorráez o Heriberto García. En los cuarenta se unieron Liceaga, “El Calesero”, Rivera, Silverio, Arruza, Briones, Procuna y Velázquez, entre otros.

¿Y qué cree? ¡Que todos ellos eran mexicanos! Nuestros paisanos llevaban sin torear en España desde 1936, igual que los españoles por estos lares.

Así, una plaza cuidadosamente diseñada ofrecía la mayor parte de sus localidades como áreas de admisión general. En consecuencia, lo lógico allá por 1943 era construir una plaza el doble de grande, en la que la mitad fueran tendidos numerados y el resto generales.

Muchos años después, a mediados de los 90, tanto el retirado David Silveti, como Miguel “Armillita” y Gutiérrez perdieron el foco de la atención del aficionado. Cual bólidos, los dos figurones de la tauromaquia en España impactaron a la afición desprovista de figuras nacionales. José Miguel Arroyo “Joselito” y Enrique Ponce llegaron a cubrir ese sitio.

Es sabido que la balanza de la simpatía del empresario Herrerías se inclinó en favor del valenciano, del que llegaría a ser íntimo. Por su parte, la afición mexicana experimentaba auténticos trances viéndole torear. Aunque los fraudes se realizaran descaradamente frente a la plaza llena, como el 5 de febrero del 2003, la devoción por el de Chiva no decaía.

El último exitazo empresarial de grandes proporciones en la Plaza México se debió a un garbanzo de a libra. Un Mozart, un precoz genio de la seda y el percal. Era “El Juli”, quien a los 14 años se volvió el nuevo ídolo de la capital en 1997. Poca cosa le adeuda el madrileño a esta afición, que lo encumbró como una gran figura del toreo en ambos lados del charco.

Pablo Hermoso de Mendoza completó la saga allá por 1999. El estellés ya venía con aura de gran figura, misma hizo valer durante años. En aquella primera etapa no solo el jinete llevaba a la plaza, sino también los corceles, sobre todo el inolvidable figurón que fue “Cagancho”.

Desde entonces, Herrerías renegó de tener que poner toreros mexicanos en todos sus carteles. Sin embargo, nada desataba sus habituales pataletas con tanta intensidad como la obligación de dar novilladas. Una vez convertidas en un trámite burocrático para vender el derecho de apartado y contratar a Ponce, evidentemente nunca volvió a aparecer un Juli.

Así como escasearon los novilleros punteros, también comenzó a escasear la gente. Hace unos veinte años que Hilda Tenorio metió la mitad de los numerados en una novillada televisada. Hasta esos son tiempos idos, la plaza yacía desolada durante temporadas sin pies ni cabeza, en las que siempre se sospechó que las huestes herrerianas cobraban por torear.

Las temporadas grandes tampoco tenían mejor color. Es cierto que en tiempos del zootecnista abundaron las oportunidades, pero también que pocas veces apoyó con decisión a un torero. Cómo olvidar declaraciones del tipo de que “El Zapata” y el entonces prospecto de ídolo Arturo Macías «ya no eran sus cuates» por quererle cobrar. O bien, el veto sobre Joselito Adame luego de sus grandes triunfos de la temporada 2013-14.

Así, poco a poco se fue destartalando la que alguna vez fue una gran industria. Los dineros se volvieron esporádicos, la actividad económica reducida y la conveniencia de vender para los taurinos, cuestionable. En adelante, toda la actividad taurina giró en torno a los cuatro o cinco carteles anuales en los que se presentaran Pablo Hermoso, Ponce o el Juli.

Esa ha sido la realidad por 25 años, la vida entera de algunos de nosotros. Hoy, los tres ases dicen adiós a la profesión. Ya desde antaño los intentos por renovarlos no cuajaron: ni Castella, que añadía estoicismo a la fórmula poncista, el inspirado Talavante o la irrupción de Ferrera le han tapado el ojo al macho. Tampoco Roca Rey ha cuajado en México.

La ya no tan nueva empresa ha seguido la misma línea, pero si cabe con menos gracia. Al protocolo Herrerías, la compañía Sordo-Bailleres ha añadido la repetición mecanizada ad nauseam de los de casa del monopolio y un cierto elitismo que terminó por vaciar la plaza definitivamente. Nadie ligó cinco triunfos ni acabó llenando los numerados en estos años.

Se plantea, pues, el escenario de la inercia. Sin la consabida tercia continuará la espiral descendente. Tan solo será más acusada la dificultad para meter gente a las plazas. Con La México cerrada, será todo un reto que los triunfos tengan repercusión mediática. Los cosos urbanos serán elefantes blancos y solo los poblados rurales darán tregua a la tauromaquia.

¿Esta es la única posibilidad? No lo parece. Hoy ha surgido una nueva camada de toreros que despierta el interés del aficionado. Le guste a quien le guste, la encabeza Isaac Fonseca.

Detrás vienen los que se han ceñido en mayor medida al estilo corporativo de la empresota. Héctor Gutiérrez, desertor de EMSA, es el que mejor saca la cabeza. San Román continúa en el redil sin capitalizar sus cualidades. Valadez ha cosechado éxitos en España. Gilio es un secreto bien guardado, mientras que Luis David y Miguel Aguilar han reducido su actividad.

Hay que asumir el reto y fijar posturas. ¿Esto continuará como un espectáculo de masas o nos ceñiremos a espacios cada vez más recónditos y privados? Quienes organizan las corridas en México, ¿Aspiran a la grandeza económica y taurina o se quedarán en el estupor con el que subieron sus selfies a redes sociales? ¿Esto es el apocalipsis o una oportunidad?

Algunas fotos en #LaSuerteSuprema:

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