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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 2 de septiembre de 2023

Una duda razonable / por Pla Ventura


"...¿acaso nadie tenía una duda razonable para apoyar a Luis Rubiales? Pues no señor, nadie ha roto una lanza a su favor. Le han defenestrado y, la duda razonable de dicho hombre no ha existido por ningún lado, antes del juicio mediático al que ha sido sometido de forma criminal..."

Una duda razonable

Pla Ventura
Toros de Lidia/2 septiembre, 2023
Los que todavía conservamos memoria cinematográfica, nunca mejor dicho, nos acordamos de la obra maestra de Reginald Rose, la que escribió allá por los años cincuenta de pasado siglo y que tanto éxito alcanzó por todo el mundo. La película la interpretó en Estados Unidos, Henry Fonda mientras que, en España, el galardón se lo llevó José María Rodero, dos grandes de la escena cada cual en su país. Tal fue el éxito que, la película, poco más tarde se adaptó al teatro y, de tal modo la vimos en España teniendo como protagonista a José María Rodero y once actores más de altísimo nivel, por ello la obra se titulaba  DOCE HOMBRES SIN PIEDAD.

El guión escrito por Renigald Rose nos dio mucho que pensar; ante todo estaba basado en hechos reales y, como tales, había mucho que recapacitar al efecto. Se traba del asesinato de un hombre al que su propio hijo, un chaval de apenas quince años, le clavó un puñal en el corazón. Un jurado popular tenía que dirimir el pleito, razón por la que doce hombres se juntaron en una sala para debatir sobre dicho asesinato que, como pudimos ver, había mucho que discernir. Como sabemos, en América, los veredicto de los jurados populares tienen que alcanzar la unanimidad, para bien o para mal; es decir, culpable o inocente, pero siempre por unanimidad.

Empieza la reunión de dicho jurado y hay que hacer la primera votación. Previamente el presidente de la sala había explicado los hechos para que no quedara la más mínima duda. En esa primera votación, uno a uno, once le declaran culpable mientras que, el número doce, de repente, dice ¡inocente! La sala se le echó encima porque todos los que allí dirimían lo que querían era terminar cuanto antes y marcharse, cada cual, a donde tenía previsto; digamos que, aquello de ser jurado le vino muy grande que, como digo, lo que pretendían era acabar y punto. Allí vimos que, el número doce, José Marí Rodero en España, dijo que había votado inocente porque creía tener una duda razonable. Era lógico porque como este hombre decía, hay que tener mucho cuidado porque podemos mandar a la silla eléctrica a un inocente.

Tras una hora de razonamientos, otra votación en la que, como se comprobó, ya salieron cinco votos proclamando inocente al chico que se juzgaba. José María Rodero, en su papel de opositor, luchó de forma denodada para convencer a sus compañeros porque, como dije, en estos casos, o hay cuorun total o no sirve el juicio; digamos que, tienen que retirarse y ocupar otros miembros la sala. Hubo varias votaciones y, poco a poco, presionados por las razones del jurado número doce, sin pretenderlo, todos mostraron sus miserias puesto que los argumentos de Rodero, cumpliendo su papel, lograron que cada cual mostrara sus carencias y que, sin darse cuenta, pudieron haber mandado a un inocente a la silla eléctrica.

Tres horas duró aquel debate tremendo que, como antes apuntaba, más que una obra de teatro teníamos la sensación de que estábamos asistiendo a un drama terrible que, para mayor desdicha, en su momento, había sucedido y estos hombres, años después lo había escenificado. La función, si la miramos como una interpretación teatral, nos encontramos ante una obra maestra y, si la trasladamos de donde venía, de la vida misma, una lección inenarrable. Mucho pudimos aprender de aquel guión maravilloso que, para colmo, interpretado por auténticos astros en su menester, todos quedamos anonadados y, como explico, con el corazón herido porque, al final, como se comprobó, tras la lucha titánica del jurado número doce al explicar todos los razonamientos ante lo que parecía un crimen del hijo hacia el padre, comprobamos que, analizados los hechos con rigor, el chaval era inocente, y así le declaró la justicia. Un hombre de los que formaban parte de aquel jurado popular tenía una duda razonable, la puso sobre le mesa, empezó el debate y, al final todo el mundo le dio la razón, el chico era inocente.

Añorando volver a ver esta función maravillosa que tan grande lección nos dio a todos, cualquiera se pregunta, ¿acaso nadie tenía una duda razonable para apoyar a Luis Rubiales? Pues no señor, nadie ha roto una lanza a su favor. Le han defenestrado y, la duda razonable de dicho hombre no ha existido por ningún lado, antes del juicio mediático al que ha sido sometido de forma criminal. ¿Acaso las imágenes que hemos visto en el que todas las jugadoras bromeaban en el autobús tras el beso de Rubiales a Hermoso, cuando Iker Casillas y Sara Carbonero hicieron lo mismo en el mundial de Sudáfrica de los chicos? Dicha prueba tenía que haber sido la duda razonable para no defenestrar a un hombre que, tachado de agresor sexual por un beso que le dio a una de sus jugadoras, justamente la que, en el abrazo entre ambos, fue ella la que lo levantó del suelo a Rubiales.

Yo, como millones de españoles, vivo sin Rubiales pero, es de canallas regalarle epítetos maravillosos a diario cuando estaba en su trono como presidente de la Federación y, tres minutos más tarde, cuando vieron la presa fácil, todos los que le adoraban le lanzaron sus excrementos contra su cara. Nunca en mi vida ha visto tanta ruindad y maldad como la que se ha cometido contra este hombre. Todo porque un maricón con mucho poder lanzó el grito y se le unió todo el mundo. Había que “degollarle” deportivamente dicho porque, como se demostró, entre otras cosas, al fútbol femenino lo elevó hasta los altares y un país como el nuestro de mayoría atea, hablar de altares es más que un sacrilegio, las pruebas así lo han demostrado. Ante todo lo que hemos visto, criminales todos los que le habéis decapitado, ¿acaso no había una duda razonable para salvarle?

La había pero, a Pedro Sánchez le vino como anillo al dedo el caso Rubiales porque ha distraído al personal, a sus borregos, para hacer pactos criminales contra gentuzas que deberían de estar pudriéndose entre rejas pero, amigo, la política suele gastarnos estas bromas tan pesadas puesto que, de la noche a la mañana, unos tipos que dieron un golpe de estado contra España, por obra y gracia de los socialistas y comunistas, dichos malhechores son unos angelitos con lo que tenemos que sentarnos para dialogar. Si Franco nos viera desde una rendija nos diría: “Para eso os libré del comunismo y que a su vez vivierais en paz, gilipollas” En fin, que Dios nos pille confesados.

Eso sí, las últimas noticias que tenemos nos dicen que, según el Tribunal Constitucional, al parecer, el delito de Rubiales no es tal lo que certifica que, su “cadáver” sigue respirando. ¿Se imagina alguien que, pasados unos meses, restituyeran a Rubiales en su cargo? Vamos que, lo pienso y me derrito de placer al pensar lo que pasaría por la cabeza de dicho hombre. No hace falta decir más, todo el mundo lo intuye. Claro que, mientras todo eso sucede hay que decapitar a Luis de la Fuente que, en la última asamblea de la Federación, De la fuente aplaudió a su jefe. ¿Dónde está el delito? Está claro, si pierde la selección el primer partido que tiene que disputar, Luis de la Fuente ya puede buscarse equipo.

Todo el mundo del periodismo que ahora dicen que Rubiales era un corrupto, mientras estuvo en el cargo todos le adoraban y, como ha sucedido, al verle moribundo todos le echaron sus excrementos cual cobardes y ratas de alcantarilla. Un periodista entero era José María García que, entre otros, mientras estuvo en su trono Pablo Porta, García le sacaba todos los trapos sucios que había que sacar, no como estos cobardes de ahora que, su única misión es idolatrar a todo el que tenga poder y, cuando le pierde arremeter contra él con saña carroñera.

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