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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 26 de enero de 2015

COLOMBIA: SOBRE EL ESCANDALO ANIMALISTA / Por: Ricardo López Solano


Foto:Al igual que ocurre con los felinos, en la caza y en la pesca deportiva el placer de cazar o pescar no guarda relación alguna con que lo cazado o pescado pueda ser comido.


En la foto: Ernest Hemingway dándole de comer a uno de sus gatos favoritos. Hemingway, muy a pesar de haber dedicado buena parte de su vida a la caza y a la pesca mayor y al estudio de las corridas de toros a las que asistió en numerosas ocasiones, fue un amante, entre otros animales, de los gatos. En su finca Vigía localizada cerca de la Habana, hoy convertida en un museo, aún se conservan los descendientes de los felinos que lo acompañaron durante sus largas estancias en Cuba.

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SOBRE EL ESCANDALO ANIMALISTA A RAIZ DE LA MUERTE DEL TORO EN TURBACO Y DEL CABALLO EN BUENAVISTA


Quiero aclarar para evitar malos entendidos, que no comparto la manera como fueron muertos y tratados el toro en la corraleja de Turbaco, Bolívar, el 1ro. de enero de este año y por su parte el caballo en Buenavista, Sucre, a comienzos de este año, al igual que no comparto que en el interior de las corralejas se permita el ingreso de personas que no se encuentren acreditadas en el oficio, y mucho menos, que se enfrenten a los toros en estado de embriaguez.

Al respecto, en un ensayo que hace algunos años titulé, “Las corralejas sin muertos no quedan buenas”, que fue publicado por diferentes medios nacionales e internacionales, El Universal de Cartagena, El Espectador y El Tiempo de Bogotá, El Diario del Caribe de Barranquilla y en los portales www.desdelcallejon.com de España y www.torosycorraleja.com de Colombia, además de un análisis de tipo instintivo en el que explico, desde mi enfoque, las razones por las que ha tomado vida la expresión de tipo fatalista con la que titulé el ensayo aludido, planteo algunos cambios de fondo que deberían llevarse a cabo en este tipo de festejos a fin de minimizar los desmanes que con frecuencia se presentan dentro de estas plazas, al igual que el maltrato a los animales que en ellas intervienen y el número de heridos y muertos que año tras año se presentan en este tipo de escenarios, tradición cultural regional, que según mi apreciación no deberían prohibirse por ningún motivo, así como tampoco ningún país ha prohibido el futbol a pesar de los numerosos heridos y muertos, amén de las incalculables pérdidas económicas que han sufrido estas instalaciones a raíz de los enfrentamientos de las barras bravas dentro y fuera de los estadios. Solo es cuestión de mejorar la reglamentación existente y punto.

Pero al margen de los planteamientos plasmados en el ensayo de las corralejas antes referido, y que en su última versión, corregida y ampliada, los interesados pueden leer en la dirección digital, www.ricardolopezsolano.com, me impacta sobremanera la conmoción que la muerte violenta e irresponsable de un toro en la corraleja de Turbaco, Bolívar y un caballo en la corraleja de Buenavista, sucre -casos no únicos pero si aislados en este tipo de festejos- han causado en los diferentes medios de la prensa hablada, escrita y digital, incluidos las redes sociales, los entes gubernamentales locales y nacionales, y por ende, entre los “animalistas”, que al respecto se han dado un festín y del bueno, queriendo aprovechar este suceso infortunado en aras de abolir este espectáculo tradicional de la costa atlántica que data desde la época de la colonia, y de paso, abolir igualmente las corridas de toros.

Pero, dejando a un lado estos episodios desafortunados y fortuitos, prácticamente, puede decirse, que todos esto entes que han puesto el grito en el cielo por la muerte del toro y del caballo guardan un silencio tibio, no les interesa en los más mínimo, las muertes también violentas que años tras año generan los toros a los manteros y espontáneos anónimos, que muchas veces, en desventaja, desventaja que se acrecienta con el alicoramiento, se les enfrentan en estos escenarios.

Pero, me pregunto ¿cuáles serán las razones de tipo psicológicas y/o instintivas que llevan a muchas personas, a muchas entidades y a muchos medios de comunicación, para no decir que todos, a polarizarse por el sufrimiento de los animales, dejando al margen el sufrimiento de las personas que en el mismo escenario reciben heridas terribles e incapacitantes y hasta la muerte, cuando en desventaja técnica y/o física se enfrentan a toros de corralejas, toros cuajados casi siempre con más de 5 años, jugados y con unos pitones terroríficos?

Como abre bocas a las posibles respuestas a esta pregunta, traeré a colación un párrafo del Premio Novel de Literatura del año 1954, Ernest Hemingway, que los interesados pueden encontrar en el tratado taurino de este novel autor “Muerte en la tarde”, capitulo primero, y cuyo extracto dice:

“Según mis propias observaciones, podría decir que se puede hacer de las gentes dos grandes grupos: los que, por hablar con el lenguaje propio de la psicología, se identifican con los animales, es decir, los que se ponen en su lugar, y los que se identifican con los seres humanos. Creo, por mi experiencia y mis observaciones, que los que se identifican con los animales, los amigos profesionales de los perros y de otros animales, son capaces de mayor crueldad con los seres humanos que quienes no se identifican espontáneamente con los animales. Parece que hubiera una separación fundamental entre las gentes con relación a esto. Pero los que no se identifican con los animales, pueden, sin querer a todos los animales, sentir afecto por un animal individual, un perro, un gato o un caballo, por ejemplo, aunque luego fundamenten este cariño en una cualidad del animal o en cualquier asociación de sentimientos que les sugiera, más que en el hecho de que sea un animal y de que merezca ser amado….Lo único que sé es que no me gustan los perros por ser perros, los caballos por ser caballos ni los gatos por ser gatos…..Yo he sentido cariño por tres gatos distintos, cuatro perros, al menos que yo recuerde y solamente por dos caballos, me refiero a caballos que he poseído, montado y conducido”.

Cuando examino de cerca los argumentos, por lo general engañosos, de los que echan mano estos movimientos animalistas y antitaurinos, a los que respeto pero los que en su totalidad no comparto, entre más de cerca examino su accionar, más me identifico con el planteamiento de Ernest Hemingway antes referido.

Veamos los siguientes ejemplos:

Cuando el toro “Burlero” de la ganadería de Marcos Núñez, al que el 30 de agosto de 1985 le propinara en Colmenar Viejo la cornada mortal que le dividió en dos el corazón al torero francés José Cubero “Yiyo”, los amigos profesionales de los animales, tal como en su tratado taurino los denomina Ernest Hemingway, pintaron en los muros de la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid las siguientes consignas: “queremos más “Yiyos” muertos, queremos más “Burleros”. Y no todo ha parado ahí, en www.youtube.com, se encuentran homenajes psicopáticos, los infundan de “héroes”, que los antitaurinos les hacen, incluido “Burlero”, a “Islero”, el toro de Miura que el 29 de agosto de 1947 en Linares mató a Manuel Rodríguez “Manolete y a “Avispado”, el toro de Sayalero y Bandrés, que el 26 de septiembre de 1984 en Pozo Blanco le dio muerte a Francisco Rivera “Paquirri”.


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