El torero Martincho pintado por Francisco de Goya. nació en Farasdues, bautizado en al iglesia de Ntra. Sra. de la Esperanza el 10 de marzo de 1708. Le ponen de nombre Francisco Antonio Ebassun Martínez y es hijo de Martín y de Maria.
MARTINCHO, EL PRIMER MATADOR DE TOROS CON ROSTRO Y BIOGRAFÍA
BENJAMÍN BENTURA REMACHA
PATRICK MODIANO,
el reciente nobel francés, ha hecho la siguiente afirmación: “Tengo miedo a
descubrir que siempre he escrito el mismo libro. Somos prisioneros de nuestra imagen, igual que somos prisioneros
de nuestra voz”. Empecé a escribir de toros en 1951 y en 1953 publiqué, basado
en la partida de matrimonio que se conserva en el archivo parroquial de Ejea de
los Caballeros, que Antonio Ebassun Martincho era natural de Farasdués, un
pueblo a 14 kilómetros del que ahora se considera cabeza de la comarca de Las
Cinco Villas de Aragón. El argumento lo he repetido una y otra vez a lo largo
de estos últimos años para rectificar
someramente lo manifestado por Ignacio
Baleztena Azcárate y José María
Cossío que lo consideraban ejeano y para descalificar a Luis del Campo que lo hacía todo
navarro, Velázquez y Sánchez que se inclina por Guipúzcoa, Peña y Goñi, Anasagasti, Arocena y
algunos más que amparaban la existencia de un fantasmagórico Martín Barcaiztegui, decían que nacido
en Oyarzun y fallecido en Deva.
Menos mal que otro guipuzcoano, Felipe García Dueñas, recién salido del
seminario, llegó a Farasdués en los años 80 del siglo pasado y, con vocación y
paciencia investigadora, reconstruyó pieza a pieza el gran rompecabezas de las
vida de Antonio Ebassun Martincho, al que retrató y grabó Goya porque en sus tiempos jóvenes, los
de Goya, el de Farasdués era el
torero más famoso que se paseaba por los ruedos de España. Al devenir de la
Historia, no cabe duda de que Martincho
interesa más porque Goya lo reflejó
en su obra física y artísticamente, con lo que llegamos a la conclusión de que
es cierto que el de Farasdués es el primer matador de toros español con rostro
y biografía, estilo y personalidad.
En auxilio de mi flaca memoria ha venido estos días Fernando García Bravo, investigador de
la Biblioteca Nacional, que me ha facilitado la copia de tres cartas que se
cruzaron entre el secretario de la ciudad de Pamplona, Valentín (con b) Pérez, y Martín Ebassun, torero de
Ejea. En la primera de 14 de septiembre de 1739 se le comunica que, con
ocasión de la venida de la infanta de Francia, se va a celebrar una corrida de
toros en el mes de octubre y se cuenta con su participación y cinco compañeros.
Martín Ebassun contesta el 26 del
mismo mes, muestra su disposición para cumplir lo que se le ordene y que se
encontraba en Zaragoza para participar en la corrida del día 5 de octubre y
otra el día 14 de ese mismo mes. La tercera carta está fechada desde Pamplona
el día 30 de septiembre y se les ordena a
Martín y su cuadrilla que estén en la ciudad el día 8 de octubre. La
infanta podía ser Luisa Isabel o Ana Enriqueta, hijas de Luis XV, Rey de Francia y de Navarra, y
la princesa polaca María Leszczynska,
con la que tuvo once hijos. Es curioso que, en ese mismo año, Martín Ebassun también fue requerido
para actuar en Tudela a finales del mes de abril con motivo del viaje de “la
Reina viuda Nuestra Señora” que venía de Pamplona y se dirigía a Guadalajara.
Se trataba de Mariana de Neoburgo,
viuda de Carlos II, exiliada en
Bayona y amnistiada por la intercesión de su sobrina Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V. Fue el último viaje de Mariana puesto que murió en la capital de La Alcarria el 16 de
julio de 1740. Martín, de naturaleza
navarra, era el padre de Antonio, ambos zapateros de oficio, murió en 1745 y a partir de
1747 es el propio Antonio el que capitanea la cuadrilla de toreros ¿aragoneses?
¿navarros? O puede que riojanos.
Otro hito en la carrera de Martincho son los festejos que se
celebraron en honor de Carlos III en
la plaza del Mercado a su llegada desde Nápoles a Zaragoza en octubre de 1759, para,
ya en Madrid, acceder el trono de España. Y, como colofón de su larga carrera,
su participación en la inauguración del coso de Pignatelli en 1764, a la que
asistió Goya, quién también pudo ver a Martincho en Madrid con ocasión de su
viaje a la Corte para realizar el examen de ingreso en la Real Academia de San
Fernando, cuando le jugó una mala pasada su cuñado Bayeu y eso que todavía no
habían aparecido en los ruedos Pedro Romero y Costillares. En 1767, treinta y
tres años en activo, participó en las fiestas de San Fermín, a las que acudió
en veintiocho ocasiones.
Como a Modiano, me da la impresión de que esto ya lo había
contado antes. Eso sí, gracias a García Bravo le he sumado nuevos matices.
Imágenes del libro "Martincho" escrito por el gran amigo de Farasdues D. Felipe García Dueñas.
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