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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 11 de enero de 2015

Talavante, toreando en el Guadiana / por Álvaro Rodríguez del Moral




La decisión de prescindir de Curro Vázquez ha sumado un nuevo capítulo a la desconcertante trayectoria del diestro extremeño, que mira embelesado a México


Sevilla,7/01/2015.-
La vocación de esta serie de páginas especiales dedicadas a los principales matadores del escalafón es resumir la temporada que se fue a través de sus protagonistas. Pero la decisión de Talavante, más allá de los resultados cosechados en el ruedo en un año que ya es historia, ha recolocado su carrera en la primera línea de actualidad al escoger -previsiblemente- al grupo mexicano del multimillonario Bailleres para que se haga cargo de las riendas de su peculiar carrera taurina.

Podría ser una noticia más, propia del cambalache de despachos en el invierno taurino pero la novedad -que se hizo pública el día de los inocentes- viene a reafirmar el papel conquistador de la firma Espectáculos Taurinos de México en su amplio desembarco en todas las facetas del negocio taurino en esta orilla del océano. También añade una línea más a la zigzagueante trayectoria del diestro extremeño, que hizo bandera de una pretendida y efímera independencia al despedir a Manuel Martínez Erice y escoger a Curro Vázquez -que había enviudado de Morante- para afrontar la temporada 2014 sin el ancho paraguas protector que le ofrecían los Choperitas.

Aquella decisión le obligaba a apretar el acelerador con la fuerza que casi nunca lo había hecho. Como esos estudiantes vagos pero brillantes que salvan la papeleta hincando los codos el último día, confiaba en su capacidad para resolver con esas proverbiales faenas aisladas y los hipervalorados goteos de inspiración que le han permitido navegar sin partirse el pecho. Hasta entonces no se había apeado del gran circuito las ferias pero las cosas iban a cambiar el año pasado. Y mucho…

Para colmo de males, Alejandro Talavante decidió unirse al inoperante boicot del G-5. Como Morante, El Juli, Manzanares y Perera, el joven diestro se negaba a torear en la plaza de la Maestranza bajo la contratación de la empresa Pagés. Se cuenta que su filiación al grupo no llegó a formalizarse por escrito pero, con o sin lo que se cuenta por detrás, no llegó a anunciarse en el coso del Baratillo. Fue un fallo garrafal. Estar en Sevilla era vital en el inicio de una campaña que necesitaba triunfos rotundos para sacar la cabeza en la línea de salida mientras se reducía el pastel económico de la fiesta. El alzamiento de Talavante no fue comprendido por casi nadie: seguramente era el torero con menos fuelle para asumir un reto de esas características que le iba a salir más caro que a ninguno.

Mientras tanto, se iba concretando la última vuelta de tuerca del estilo mutante del torero, que ahora sí, había adquirido una madurez estilística que se había hecho esperar demasiado entre sucesivas mudanzas de piel, préstamos de trajes de todo tipo y el apoyo en una técnica excesivamente defensiva que devaluaba su virtuosismo con los trastos. Pero cuando llegó su compromiso agosteño en la feria de Huelva sólo había sumado trece corridas de toros en ruedos españoles además de la divertida excursión a Aguascalientes en coincidencia con la Feria de Sevilla. Aquella tarde choquera, mientras aguardaba el tardío comienzo del festejo de la Merced se enredó con las teclas del móvil y certificó asomado a Twitter lo que ya se sabía: el G-5 estaba muerto y enterrado. Talavante denunciaba a sus compañeros de rebelión y salvaba de la quema a su paisano Perera a la vez que se lamentaba de no torear más y estar más presente en las primeras ferias. También apuntaba al cielo con el dedo proclamando su propia guerra santa contra los infieles -lease las grandes empresas- en nombre de una independencia que, como ya sabemos, ha pesado mucho menos que la seguridad organizativa y sobre todo económica que le presta a partir de ahora el enorme tinglado azteca.

Las cuitas de don Alejandro no acabaron ahí. Un inoportuno y desgraciado percance con la espada cercenó sus tendones y le sacó del viaje de una temporada que parecía sentenciada. Pero Talavante sorprendió a todos reapareciendo para cumplir sus compromisos de Zaragoza y Jaén revelándose como el gran torero que es y debería ser todas las tardes.

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