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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 10 de junio de 2020

Plazas de toros: una orden de cierre encubierta


‘Lo que suceda este fin de semana jamás habrá sido causado por el toreo sino por el Gobierno. Las promesas de Uribes de cumplir la ley están grabadas en diario de sesiones’

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Editorial sobre las medidas de reactivación de la Tauromaquia por parte del Gobierno 

Plazas de toros: una orden de cierre encubierta

De todos los sectores económicos, culturales incluidos, el de la Tauromaquia es el que peor trato está recibiendo por parte del Gobierno de la Nación. No sólo no hay una sola ayuda específica al sector como cualquier otro las tiene, sino que las medidas de reactivación y apertura discriminatoria de plazas constituyen, de facto, un cierre encubierto. No es que no se cumpla la ley por abandono de las obligaciones que el Gobierno tiene desde el mandato constitucional, sino que, además, las medidas de reactivación con un aforo máximo de 400 personas en fase 2 y de 800 en fase 3 constituyen una imposición restrictiva respecto a otras actividades.

Un ejemplo. Un anfiteatro romano como el de Mérida, con capacidad para 3.000 personas, podrá dar su Festival de Teatro con 1.500 personas. Una plaza de toros como la de Badajoz, con capacidad para más de 12.000 personas, no podrá dar, en fase tres, un espectáculo con más de 800 personas. 

Cines, teatros, bares, y demás actividades, tienen una normativa de reactivación mucho mejor en condiciones de aforo que las plazas de toros.

Es evidente que la Administración, lejos de cumplir la actual ley, parece interesada en la no reactivación del sector taurino y que las normas impuestas consisten en una estrategia para la orden de cerrar las plazas de toros de forma encubierta. Debilitar a la Tauromaquia en estos tiempos de necesidad del país, no sólo constituye una afrenta y un trato sectario, sino una irresponsabilidad. Alrededor del la actividad taurina hay toda una economía de empresas, pymes, autónomos, contratos fijos a tiempo parcial, contratos laborales fijos y un mercado de servicios de una gran importancia.

Las administraciones carecen de un básico conocimiento del mercado del toreo y su generación de recaudación de impuestos y facturaciones típicas y atípicas. Desde el mercado creativo y publicitario, transportes, sanitario, restauración, hostelería, medios de comunicación, hasta los propios de un festejo, quedan cerrados a causa de un trato que jamás ha recibido en la historia de este país, colectivo alguno.

‘Lo que suceda este fin de semana jamás habrá sido causado por el toreo sino por el Gobierno. Las promesas de Uribes de cumplir la ley están grabadas en diario de sesiones’

No se trata ya de que la ley y la normativa para los espacios culturales no sea el mismo que para la actividad de toros, como dice el ejemplo del Teatro de Mérida, sino que el Gobierno deja a miles de familias sin lo básico para subsistir. Y, mientras esto sucede, desde la Dirección General de Bienestar Animal, se redacta la ley que trata de dar la puntilla de forma ladina y astuta a la Tauromaquia.

Los movimientos en las calles para este fin de semana son la reacción lógica y consecuente, la única forma de protesta legítima que tiene este sector para hacer ver a la sociedad española la consideración de ciudadanos y tercera en derechos. Se pide a todos los que acudan a los paseos: paciencia, cautela, cumplimiento de las normas sanitarias. Pero lo que suceda este fin de semana jamás habrá sido causado por el toreo sino por el Gobierno. Las promesas de Uribes de cumplir la ley están grabadas en diario de sesiones. Al incumplir esa promesa y esa obligación, después de tanta espera y con las restricciones sectarias de reactivación, la calle es la única salida

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