Nos han metido hasta las cuerdas y nos hemos dormido en el estribo del equino de ese inmisericorde picador que pretende dejarnos exhaustos sin posibilidad de reacción para continuar la lidia. La han armado con la corrida de El Puerto, y hasta la Junta de Andalucía pone palos en la continuidad y futuro de la Fiesta..
¡¡Oh, negro toro de España!!
Paco Mora
AplausoS, Agosto/2020
¡¡Oh, negro toro de España…!! El gemido del poeta tal parece que hubiera sido escrito para este momento histórico que malvivimos en esta desgraciada piel de toro, sin ilusiones de presente ni esperanzas de futuro. España, entendida como el conjunto de los españoles, con la Covid-19 ha encajado un puyazo en todo lo alto que nos ha dejado anonadados y con la mente acorchada. Teníamos fama de vivir al día, pero ahora simplemente sobrevivimos al minuto. El horizonte de nuestras vidas es para nosotros de un gris oscuro como puré de guisantes en el que vamos perdiendo gota a gota todo lo que nos dio carácter. Éramos gente soberbia, valiente y decidida y ahora solo somos un rebaño acongojado.
En lo que afecta al toreo nos han metido hasta las cuerdas y nos hemos dormido en el estribo del equino de ese inmisericorde picador que pretende dejarnos exhaustos sin posibilidad de reacción para continuar la lidia. La han armado con la corrida de El Puerto, y hasta la Junta de Andalucía pone palos en la continuidad y futuro de la Fiesta de los Toros. Una Junta que no está dirigida precisamente por anti taurinos confesos, podemitas ni independentistas catalanes ni vascos, sino por esos peperos, riveristas y voxeros a los que se les llenaba la boca en la campaña electoral de ansias de defender a capa y espada a España, su historia y su idiosincrasia. La Tauromaquia está más sola que la una. La lucha por su supervivencia se hace cada día más difícil y complicada. No les preocupa lo más mínimo a nuestros mandamases, a los que solo les quita el sueño el temor a perder el poder y sus prebendas.
Y en una situación como la descrita, incluso ha echado leña al fuego algún torero de dinastía metido a empresario, que ha perdido una magnífica ocasión de permanecer callado. Cuando lo único que puede salvar la Fiesta en esta difícil coyuntura es la unión de todos; toreros, empresarios, ganaderos y aficionados. Solo esa unión sin fisuras, y el respeto a las normas establecidas para combatir al virus, pueden impedir que los enemigos del toreo se salgan con la suya. No es momento de pensar en ganancias de tipo económico, a las que habrá que tener la grandeza de renunciar cuando suenen los tambores de esta cruel guerra contra una de nuestras más firmes tradiciones, sino de poner pie en pared para evitar el triunfo de los que basan su futuro de poder en la desaparición de todo lo que nos une.
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